✶﹑¡𝐌𝐀𝐌𝐈 𝐄𝐕𝐀! | SNV

capítulo nueve: Adán

Adán no le teme a absolutamente nada. O al menos eso ha hecho pensar a todos, haciendo que lo vean como un hombre fuerte y valiente sin ningún tipo de temor. Sin embargo, Eva, su esposa, lo sabe todo sobre él, y eso incluye su mayor miedo: los insectos.

A simple vista es imposible de notar, pero conforme vas conociendo al hombre se hace bastante obvio su gran miedo hacia los bichos.

Su reacción es algo extraña: se paraliza y no deja de mirar al insecto hasta que se vaya, pero si se acerca a él se mueve con velocidad y precisión. Eva sabe que esto se debe a una especie de bloqueo mental que tiene, en el que no puede hacer nada más que vigilar lo que 'amenaza su vida' en el momento.

Un ejemplo de esto ocurrió hace poco. Mientras Adán cocinaba algo entró un moscardón, que lo asustó por el ruido y lo obligó a quedarse mirándolo. Sin duda alguna, la comida se quemó y tuvieron que hacer un plan B improvisado pero delicioso al mismo tiempo.

Entonces no se sorprende cuando lo ve tumbado en la cama, completamente quieto y mirando hacia la puerta.

—¿Qué es y dónde está?— pregunta la mujer sin rodeos, cogiendo el insecticida que guarda en su mesita de noche y examinando la habitación.

—Polilla, parte superior izquierda de la puerta— le responde su esposo, que no aparta la mirada del punto en específico.

Esto es un problema para Eva. Si quiere rociar la habitación con insecticida tiene que sacar a Adán de ella, pero obviamente él no saldrá por el tremendo bicho que hay en la puerta. Entonces, decide ir por la opción más lógica.

Abre el armario de la habitación y coge rápidamente lo que busca: un cepillo para barrer. Después, se acerca a la puerta y empieza a achuchar al bicho para que se muera o se vaya. La mujer no es la mayor fan de aniquilar seres vivos, pero si asustan al amor de su vida se tiene que encargar de ellos. Un par de cepillazos más y la polilla está en el suelo.

—¿Has visto lo grande que era?— cuestiona el hombre, mirando al bicho que ahora yace en el suelo del pasillo después de que la mujer lo barriera hacia fuera.

La rubia asiente, se acerca a su marido y lo abraza, haciendo que los dos sonrían con dulzura.

—Aún no sé cómo te pueden dar más miedo los bichos que las personas que son el doble de grandes que tú— eso hace reír a Adán, quien abraza a su esposa de vuelta y la tumba en la cama junto a él.

—Los bichos vuelan, los tíos no— responde con simpleza, haciendo reír a su esposa aún más.

Ambos se abrazan, ella lo abraza de la cintura y él la abraza del cuello, acercándose los unos a los otros cada vez más.

—¿A ti no te dan miedo? ¿Asco?
—¡Para nada!
—Te amo, vamos a casarnos.
—Cariño, hasta donde yo sé, estamos casados y tenemos una cantidad ingente de hijos.
—¡Genial!

La pareja se ríe con mucha felicidad, mostrando el amor que se tienen el uno al otro con un simple abrazo y unas simples caricias.

—Deberíamos comprar más insecticida, este ya se está acabando— dice Eva, refiriéndose al bote que ha estado a punto de usar.

—Lo añado a la lista entonces— habla Adán, a punto de ponerse de pie pero siendo empujado a la cama de nuevo por su mujer.

—Ni se te ocurra ir ahora— replica la rubia, abrazando a su esposo con aún más fuerza y dándole varios besos en la cara.

Se quedan así durante unos segundos, simplemente dándose pequeñas muestras de amor sin muchas palabras, pero con muchas ganas.

—Sé que te va a parecer tonto, pero, ¿por qué te dan tanto miedo?— pregunta Eva curiosa, mirando a su esposo con ternura.

—No lo sé, algunos me dan miedo porque me pueden picar, pero el resto ni idea— responde Adán con sinceridad, sonriendo al sentir los labios de su mujer sobre los suyos.

El beso está lleno de amor, pero sin llegar a la pasión. Se separan a los segundos, mirándose y abrazándose.

Eva sabe que el miedo que le tiene su esposo a los insectos es algo irracional, pero eso no cambia nada para ella. Hasta el hombre más fuerte tiene debilidades, y hasta la mujer más tierna tiene fortalezas.