capítulo siete: Souji Okita

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Los nervios que Souji siente ahora mismo son tan grandes que parece que se los está pasando al resto de personas en la sala. Dentro de un par de horas tiene un concierto de flauta con el resto de su clase, y no quiere hacer el ridículo delante de todos los padres.

El chico practica y practica, haciendo sonar la misma melodía durante horas seguidas sin descanso. Cada vez que el recital se menciona tiembla, la ansiedad se apodera de él.

Nadie había visto nunca a Souji así de nervioso y concentrado, por lo que los hermanos se preocuparon un poco.

—Souji, mi niño, ¿por qué no descansas un poco?— le pregunta Eva a su hijo, quien lleva practicando desde las cinco de la tarde sin descanso.

—¡No! Tan solo queda una hora para el recital, no quiero cagarla— responde el de flequillo, mirando la hora. —Además, son las seis y media, solo tengo media hora más para practicar.

—Estoy segura de que te lo sabes perfectamente y de que te va a salir genial, lo único que tienes que hacer es descansar un poco.

Al principio Souji se niega, pero después de un par de minutos accede a descansar hasta que comience el concierto, convencido por las palabras de su madre.

Una vez llega la hora del concierto Souji se siente como si se fuera a desmayar ahí en mitad. Los nervios hacen que le tiemblen las manos y que su respiración sea un tanto irregular.

Sin embargo, se calma un poco al ver a sus demás compañeros. Hay niños felices, otros llorando, y ve a uno con un proyecto en las manos, un poco confundido.

—¿Para qué es eso?— pregunta con curiosidad, llamando la atención del que porta dicho objeto.

—Es que se me había olvidado que esto era un recital, creía que veníamos aquí para entregar el sistema solar que estábamos haciendo en clase.

—Pero si no hemos hecho ningún sistema solar.

—Ya, creo que es del año pasado, me habré confundido.

—Confundido es poco, chaval.

Después de presenciar esta escena sabe muy bien que no está tan mal preparado como piensa.

Sale al escenario junto a los demás miembros de su clase. Souji sabe bien que no está solo, y que si se equivoca lo más probable es que no se note ya que sus compañeros también estarán tocando su instrumento.

El recital le ha salido fatal. Como había pensado antes, el público no se da cuenta de los múltiples errores que comete por las flautas de sus compañeros, pero él si lo nota.

Sentado en su cama después de llegar a casa, no puede parar de llorar silenciosamente. Llora tanto que sus ojos duelen, y no nota la figura de su madre entrando a su habitación.

—Shhh, está bien, te ha salido genial...— susurra ella con la intención de animar a su hijo.

—Lo he hecho fatal,— solloza el pequeño —menos mal que no has venido a verme...

El corazón de Eva se entristece, viendo como su hijo cree que le ha salido tan mal que no merecía la pena pasar la tarde viéndolo tocar la flauta. La rubia tan solo abraza a su hijo, que no devuelve el abrazo pero se acerca más a ella, y le aparta el flequillo de la cara.

—Estoy segura de que ha sido genial, una obra de arte— dice la mujer con total sinceridad, meciendo a su hijo un poco con los brazos.

Aunque parece una forma algo infantil de abrazar y calmar a su hijo, funciona más rápido de lo que pensaba, y ahora Souji ha dejado de llorar casi por completo.

—Te va a doler la cabeza de tanto llorar.
—No me importa.

Eva besa la parte de arriba de la cabeza de su hijo, y tal acto es recibido con mucho amor. Pasan un rato así, con la madre dándole besitos en la cabeza a su hijo y este tomándolos con cariño.

—¿Pues sabes qué? Seguro que los otros niños no tenían ni idea de lo que hacían, y que tú eras el único medianamente concentrado— se burla la madre, haciendo al de flequillo reír.

—Había uno que ni se había traído la flauta.

Pasan otro rato más riéndose de chistes tontos y estando abrazados hasta que alguien los interrumpe al llamar a la puerta.

—Hoy para cenar hay gyoza, que sé que te gustan mucho— dice Kojiro mientras entra a la habitación, —son para celebrar lo bien que te ha salido el concierto del colegio, que he visto a una niña que en vez de una flauta traía un trombón y la han tenido que echar y todo.

Todos se ríen antes de bajar a cenar, con el corazón más contento. Eva está feliz, a pesar de no haber podido ir sabe que le habría encantado el pequeño concierto de la clase de su hijo, y aunque él no pensara lo mismo, aprecia bastante la ayuda de su madre en momentos como este.

—¿Un sistema solar? Tienes que estar de coña— le dice Raiden a Souji, que cuenta la historia del niño que estaba junto a él.

Todos en la mesa se ríen un poco, y Souji le pregunta qué era eso de la niña con el trombón.

—Había una niña en la entrada, con dos trencitas y un trombón que era como dos veces su tamaño. Entonces su padre le pregunta "¿en serio es un recital de trombón? me parece raro, no os han enseñado a tocarlo". Y la niña, súper seria, le dice que sí. Total que entran al gimnasio y le dice el profesor 'por qué llevas un trombón' y la niña 'porque dijiste que trajeramos uno para dárselo después a nuestros papis', y el profesor se queda súper confundido hasta que dice 'era un bombón' y al final los echaron de ahí.

Las risas se vuelven un poco más altas y descontroladas, convirtiéndose más bien en carcajadas. Hay un silencio que es roto por Simo unos segundos después.

—¿Y habéis visto hoy al Pocoyó?— pregunta, confundiendo un poco a sus hermanos. —Es un niño que siempre va al colegio en pijama o algo, con gorro y todo incluido, parece Pocoyó.

—Ay, sí, si estaba— responde Souji, sonriendo.

✶﹑¡𝐌𝐀𝐌𝐈 𝐄𝐕𝐀! | SNVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora