Las montañas con un glaseado de nieve en sus copas se veían a lo lejos detallando el paisaje que los acercaba cada vez más a la capital.
Gim miró de reojo al rey, dormido a su lado, su cabello había crecido un poco desde la primera vez que arribó a la isla. Fascinado, lo acarició con suavidad.
Mientras el carruaje se movía se preguntaba qué podría planear por su cumpleaños.
Cuando pensaba en un regalo para Karl, todo parecía insuficiente. Sacó la libreta buscando crear ideas con nuevos dibujos. Pero ninguno llevaba magia en el papel.
Un miedo le oprimió el pecho al ver las primeras casas de la capital asomar sus coronillas. Karl le había asegurado que sería bienvenido en el palacio y en la capital, pero ¿realmente lo sería? ¿La gente del reino se tomaría bien una relación así? Si ya de por sí resultaba excepcional una relación del mismo sexo, una entre un amayu y un humano era escandaloso.
Aplacó sus nervios cuando sintió la mano de Karl sobre la suya con una sonrisa perezosa. Recién se había despertado.
—¿En qué piensas? —le dijo descansando la cabeza sobre su hombro mientras Gim seguía peinando su cabello que le llegaba hasta los hombros. A veces le recordaba a cuando se convirtió en un gato.
—Un poco de todo. ¿Tu mamá nos espera?
—No le dije. Pero seguro que está esperándonos.
Gim asintió con la mirada perdida sin dejar ver cuan nervioso lo dejaba eso.
—Shen también te está esperando —puntualizó Karl levantándose un poco. Se había dado cuenta de su cambio de humor—. Estaremos bien.
Gim regresó a verlo. El rey irradiaba seguridad y una calma que tranquilizó su propio corazón. Esa era la magia de Karl. Si él decía que estarían bien, sabía que no lo decía solo para consolarlo o como una mentira piadosa, sí él lo decía así, Gim podía creerle que en efecto estarían bien.
Una sonrisa se desenvolvió en sus labios y atrapó los labios de Karl en un suave beso.
Su madre en verdad los estaba esperando después de bajar del carruaje y llegar al Gran Comedor. Ella y varias personas de interés que Gim desconocía. Los hizo pasar con todas las etiquetas pertinentes y los invitó a servirse de un Banquete que se preparó en honor a su llegada.
Algo en la mirada de la Reina le decía que todavía tenían cosas pendientes de qué hablar en privado, sin embargo, por ahora se dedicaron al deleite con la carne de cordero y la música de lira. Los candelabros brillaban con esperanza y los intérpretes hicieron eco de uno de los mitos de la capital: la serpiente que se comió el sol en un eclipse.
Un hombre con túnicas doradas apareció cuando el telón se abrió para presentarse. Dijo que su obra sería dedicada a su Alteza Gim. Él mismo casi sonrió, pero lo contuvo a tiempo al ver los rostros tan solemnes de todos a su al rededor.
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La manera correcta de hechizar al príncipe (BL)
RomanceUn hechizo que salió mal: Gim no fue creado para amar, pero lo hace. Por el cumpleaños del Príncipe Heredero Karl en diciembre, recibe unas galletas de jengibre. Una de ellas se convierten en Gim, un chico de jengibre que tiene la misión de matarlo...