Un hechizo que salió mal: Gim no fue creado para amar, pero lo hace. Por el cumpleaños del Príncipe Heredero Karl en diciembre, recibe unas galletas de jengibre.
Una de ellas se convierten en Gim, un chico de jengibre que tiene la misión de matarlo...
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Los telares hechos de magia tenían diferentes texturas cuando lo hacía un amayu. Así lo sintió la Condesa Victoria cuando acarició con la yema de los dedos un tapiz hecho con hilos de sueños y esperanza. Lo que hacía más valioso su producto comparada con otros, no solo era el precio por la mano de obra barata sino también el singular patrón de tapiz que podría cambiar dependiendo en cuáles manos estuviera.
En ese momento se dibujaba un baile de la corte con vestidos revoloteando como mariposas de primavera y luces de candelabro cálidas como soles en la noche.
Una sonrisa se fue formando en sus labios pero de repente sintió algo extraño en una parte del tapiz. Era solo un cuadrante, pero había una magia densa y triste. Una fruta podrida en la canasta. Tal vez hecho por un amayu recién llegado a su Hacienda que no había dejado toda su magia en ello.
Se apartó con disgusto y se dirigió hacia la jefa del lugar que la acompañaba cabizbaja esperando su juicio de la calidad en las telas.
—¿Cómo estás tratando a las amayus recién llegadas? ¿Están cumpliendo las horas de ayuno?
—Tres días de ayuno antes de empezar a trabajar como su Madame me ordenó —dijo la jefa inclinándose con respeto.
—Muy bien. Que sean siete días.
La mujer de coleta abrió un poco más los ojos pero no se atrevió a decir nada. Aún así, la Condesa se explicó a si misma mientras caminaba entre los telares con las manos reunidas en su regazo.
—Un erudito de la tierra de fuego Laufey en su tratado de Amayus y las Bestias de Fuego hablaba de un experimento sumamente interesante. Tomó un grupo de amayus y lo dividió en dos. Al primer grupo le dio más libertad en el uso de su magia y dejó que probaran la comida humana tanto como deseasen y al segundo grupo le restringió de todas estas banalidades para que solo se centrara en el uso de su magia por y para su amo. El resulto como te imaginaras, fue mejor en cuanto a ganancias y producción en el segundo grupo.
Podía sentir el nerviosismo de la mujer que la seguía.
—De hecho estoy pensando en aplicar eso y apagar totalmente el resto de sus sentidos para que solo se centren en su trabajo.
—Madame, pero eso sería...
Volteó a verla con una sonrisa.
— Querida, son amayus, no humanos.
De repente las puertas se agitaron anunciando un mal presagio. Un mensajero cruzó la puerta con el aliento atascado.
—Madame, ha llegado un invitado. El príncipe Karl.
La Condesa mantuvo una expresión serena a pesar de la duda.
KARL
Ya casi no quedaban rastros de invierno y pese a eso los árboles todavía seguían vacíos y el aire se sentía frío y cortante por la mañana. Karl caminó entre los árboles, la nieve casi derretida por completo y el sol a penas alcanzándolos tan temprano.