GIM
El recuerdo más viejo que tenía Gim sabía a magia horneada y galletas de jengibre. Fue el día en que el Mago Auroro lo creó. En ese momento no estaba pensando en traicionar a un reino o apuñalar a un príncipe, solo quería aprender a hornear por diversión.
Pero el Mago Auroro era un mal cocinero.
No pudo evitar mezclar magia en la receta y entonces al día siguiente como un cuento de hadas tenía un pequeño niño hecho de jengibre con él.
Gim recordaba estar en un jardín con su creador, rodeado de flores que no reconoció en el libro del reino. Olía a pasto fresco y verano. Pero era un recuerdo fragmentado y despintado por el tiempo que con la misma fragilidad con la que apareció, se esfumó.
—Desde ahora este será tu nuevo hogar—le dijo una mujer robusta con un vestido de luto y un sombrero de ala ancha. Recuerda su mano, grande, fría y con un anillo de zafiro en la mano.
Recorrió la Hacienda el primer día. No había flores ni dulces. Solo telares y amayus trabajando por todas partes. Hasta ese momento nunca había salido de la isla así que desconocía la variedad de amayus que existían en la tierra. Allí conoció a los Samks, amayus que eran capaz de telar emociones, recuerdos e incluso almas en telares.
Era un poder exquisito en su tiempo pero que había quedado rezagado a ser usado para diversión de los que tenían dinero para comprar los telares.
Recuerda haber elegido una tela, tenía el color del sol y la textura de las nubes. Se quedó prendado de ella y cuando un samk llamado Sam lo enseñó a telar un recuerdo, se demoró casi un año entero en ello.
—De todas las cosas que pudiste tejer, ¿por qué elegiste lo más difícil? —le dijo Sam un día mientras recorrían la bodega de entregas. Habían tapices adornados con bailes de nobles y noches estrelladas, pero también habían cuadros de personas que no querían olvidar y corazones rotos.
Gim se detuvo frente a la escena de unos niños jugando a las escondidas entre hilos de púrpura y verde.
—Tengo miedo de olvidarme de mi tiempo en la isla.
Sam no dijo nada, pero Gim podía ver en sus ojos tristes que sentía que su intento era en vano. Estaba destinado a olvidarlo después de todo.
.
Sus recuerdos eran un desastre y aunque estuvo dormido tanto tiempo en la Prisión Inundada no fue capaz de ordenar los que pasaron antes de conocer a la Condesa y llegar a la Hacienda. Al final terminó olvidado sus recuerdos en la Isla.
—¿Por qué me atacas? —Vio a Antonieta. Temblaba de frío pero también tenía una mirada voraz dirigida al dragón quien batallaba ferozmente en su mano—. No soy una enemiga suya. De hecho, si olvidan que estoy aquí, también olvidaré que los vi ayudar a salir a Gim. ¿Quién los envió? ¿Karl?
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La manera correcta de hechizar al príncipe (BL)
RomantizmUn hechizo que salió mal: Gim no fue creado para amar, pero lo hace. Por el cumpleaños del Príncipe Heredero Karl en diciembre, recibe unas galletas de jengibre. Una de ellas se convierten en Gim, un chico de jengibre que tiene la misión de matarlo...