17. LA CONSTANTE DEL CAMBIO-(FINAL)

3.3K 156 113
                                    

(4 AÑOS DESPUÉS.)

JUANJO

Puedo decir con total seguridad que solo me he enamorado de verdad una vez en la vida. Y fruto del dolor y de ese amor que llenó mi pecho como un rayo de sol te llena el cuerpo de felicidad después de dias sin dejar de llover , maduré y aprendí cosas que jamás me vi con la capacidad de entender. A lo mejor porque siempre he tenido un leve síndrome del impostor, que me perseguía como una sombra y me impedía darme cuenta de que, en realidad, siempre fui más que suficiente para la única persona para la que quería y pretendía serlo: yo mismo. Cuando acepté esto, lo demás vino solo.

Os podeis imaginar cómo me sentí cuando volví a enamorarme. Dios mio, nada me ha dado tanto miedo en la vida, y nada me ha despertado tanto las ganas de volver a reír como el niño que alguna vez fui. Él me ha devuelto las ganas de disfrutar de las pequeñas cosas a las que antes no les daba el valor que realmente merecían. Yo, que siempre buscaba emociones fuertes y aventuras grandes y potencialmente peligrosas, había aprendido a apreciar la belleza de lo simple y lo pequeño, él me enseñó a hacerlo.

No sabia como después de tanto tiempo seguía despertándome mariposas cuando llegaba agotado de trabajar a altas horas de la noche y me espera con la cena preparada y cuatro o cinco velas de mi aroma favorito iluminando el salón, que no parecían querer apagarse nunca. Cosa que agradecía, porque eso nos permitía alargar nuestra conversación hasta que caíamos rendidos de sueño. Juntos. Siempre teníamos mil cosas que contarnos. 

Llamé a mi madre en cuanto me vi capaz de decir en voz alta lo que llevaba sintiendo con una intensidad arrolladora durante meses, con miedo por su reacción, pero con ganas de volver a compartir una noticia asi con ella después de tanto tiempo. "Me he enamorado mamá". Sus lágrimas provocaron las mias, y lloramos como dos condenados, peor que en un funeral, éramos unos dramáticos. Pero no podía estar más contenta de verme feliz otra vez, después de haberme escuchado mil noches llorar y llorar hecho una bolita en mi cama, mientras acariciaba mi espalda hasta quedarme dormido. Además, mi familia lo adoraba, se ganó su corazón sin esfuerzo, al igual que el mio.

Hemos construido todo desde cero, aprendiendo de errores que cometimos en lo que ya parece una vida pasada, solucionando problemas y evitando promesas que sabemos que no seremos capaces de cumplir. Eliminamos celos, peleas absurdas por cualquier gilipollez sin importancia, dependencia...creando un amor puro, nuevo, sano y maduro.

Nunca voy a encontrar las palabras para poder describirlo. Es...especial, y me hace sentir igual a mi. Me entiende y respeta mis espacios, y yo he aprendido a respetar los de él, entendiendo que no tenemos por qué estar todos los días juntos a todas horas, porque eso hace que los pocos dias que lo estamos sean más intensos y tengan más significado. Y cada vez que vuelvo a verle pienso exactamente lo mismo: solo cuando él me mira, soy.

¿Y la forma en la que me ayuda con mis proyectos? En mis bolos cada vez hay menos gente, aunque de más calidad, pero solo con el simple hecho de terminar mi canción, mirar al frente y verlo a él entre el público, aplaudiendo orgulloso, con una sonrisa que siempre provoca que mi corazón de un vuelco, merece la pena. Con él todo la merece.

Joder, los nervios que sentí cuando me pidió que nos fuesemos a vivir juntos... Llevaba tanto tiempo esperando volver a convivir con alguien que me dio igual que el lugar fuese algo pequeño para dos personas, y no tardamos en convertirlo en nuestro hogar. Nunca me costó acostumbrarme a lo cotidiano, supongo que a lo bueno te adaptas rápido.

Además, nos hicimos la promesa más difícil de todas y que nos obligaba, de alguna forma, a seguir juntos: dejar de fumar. Y nos reíamos como críos cuando la falta de nicotina nos ponía algo mas nerviosos de lo normal, más a mí que a él, a decir verdad. Pero lo que una vez fue imprescindible para calmar mi ansiedad, ahora ya no existía, porque esta también habia desaparecido. Llevaba sin tener un ataque prácticamente desde el día que apareció en mi vida, como un torbellino, arrasando todas mis penas a su paso, y dejando solo las flores que él mismo me ayudó a plantar y regar con ganas y dedicación, pero sobre todo con mucha, pero mucha paciencia.

La constante del cambio -juantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora