12. LAS RAYADAS NO SON ETERNAS

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MARTIN

Cuando salí de la habitación fui casi corriendo al baño. Entré, cerré la puerta tras de mí y eché el seguro para asegurarme de que nadie entrase.

El aire empezó a oprimirse en mi garganta, dificultándome respirar con normalidad, y al usar mis manos para intentar encontrarme el pulso me di cuenta de que estaba temblando como un flan. Me hice una bolita en una esquina, recordando los pasos a seguir que me indicó mi psicóloga para cuando sufriese ataques de ansiedad.

Las veces que sentía que una semana no era suficiente para sacar un tema adelante en la academia, cuando no habia manera de aprenderme el guion para la primera serie que me ofrecieron... no era la primera vez que me pasaba, pero siempre contaba con Juanjo para ayudarme. Él siempre sabía que decir y que hacer. Pero nadie estuvo (yo tampoco lo quise) las primeras noches que dormí sin él, sabiendo que todo habia acabado, asi que tuve que aprender a sobrellevarlo yo solo. 

Las mil veces que se repitió después de eso ya tenia claro como actuar, y no dejaba que la situación pudiese conmigo. Simplemente repetí las pautas que sabia que tenia que seguir, y poco a poco mi respiración se fue calmando.

-Oye, que me hago pis... -Reconocí la voz de Violeta al otro lado, acompañada por pequeños toquecitos en la puerta.

Mierda.

-A-ahora s-salgo. -Dije, intentando sonar lo más estable que pude.

-¿Martin? ¿Estas bien?

No respondí, pero decidí inclinarme y abrir la puerta. Estaba levantando la voz y lo último que quería era que Juanjo o alguien más se enterase de lo que estaba pasando. Además, siempre habia tenido mucha complicidad con la pelirroja, me daba buenos consejos, y aunque llevábamos mucho sin hablar, consideré que era un buen momento para volver a hacerlo.

Cuando quité el seguro la puerta se abrió y Violeta se llevó las manos a la boca, preocupada.

-Martin, amor, ¿qué te pasa?

Me puse el dedo índice sobre la boca, indicándole que bajase la voz, y le hice un gesto con la mano para que pasase. Cerró la puerta y se agachó para estar a mi altura, colocando sus manos en mis rodillas.

-Creo que ha dado un ataque de ansiedad. -Confesé.

Suspiró y se sentó a mi lado.

-Podemos estar aquí el tiempo que necesites. Si me lo quieres contar, te escucho, si no, me quedo contigo hasta que te sientas preparado para salir. -Sonrió y apoyó su cabeza en mi hombro, transmitiéndome una paz que realmente necesitaba.

Se notaba que Violeta era más mayor, y no sé por qué pero siempre me había sorprendido su madurez. Fue de las personas que más me ayudó en la academia, y no necesariamente con el tema de Juanjo. Emanaba una paz que muchas veces me hacia falta, y fue unas de las relaciones que mas me dolió dejar de lado. Pero era amiga de Denna, muy amiga, y Denna...pues eso, que todos los caminos llevan a Roma.

Roma para mí era Juanjo.

-Te lo quiero contar, pero necesito que no pienses que soy una mala persona. -Le dije después de unos minutos, mirando al frente.

-Martin, eres la persona más buena que conozco, dudo que algo pueda hacerme cambiar de idea. -Afirmó.

Suspiré y empecé a hablar.

-Cuando lo dejé con Juanjo lo pasé realmente mal. Nos seguíamos queriendo, pero la situación ya no nos hacía bien; entre mi trabajo y sus bolos podíamos estar semanas sin vernos, y de una convivencia constante a no vernos en tanto tiempo...como que la cosa se enfrió y bueno, pues me fui de casa. Él se quedó en el piso de Madrid y yo tenia que viajar mucho por trabajo, asi que tampoco fue difícil no coincidir. -Violeta asintió, escuchándome atentamente. -Quedé con Álvaro para contarle la situación y no sé cómo, pero acabamos...acostándonos. -No supo disimular su cara de asombro. -El estaba fatal por Paul y yo por Juanjo. No se si fue despecho, necesidad de sentir el más mínimo cariño, miedo a la soledad, un intento (fallido) de llenar el vacío...pero nos acostumbramos a vernos cada vez que volvía a Madrid, y siempre acabábamos igual, se volvió costumbre. Supimos llevarlo en silencio, pero un día un paparazzi publicó las fotos que nos hicieron la primera vez que le vi, y ya te puedes imaginar el tipo de titulares que sacaron de esa situación.

La constante del cambio -juantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora