Ilenko.
Atrapo el puro escocés soltando la nube de humo que impregna el despacho, mi cabeza reposa contra la silla absorbiendo los últimos inconvenientes. Salamaro, el consejero de los Romanov, se mantiene frente a mí informando que Vladimir ha cumplido con su tarea.
Sin embargo, la sangre James no ha sido fácil de doblegar. «Nada con ellas lo es»
—Lo está haciendo bien, Boss —me dice—. Pero ella no se rinde. Estuvo en la celda e incentivó un motín ya que los presos se opusieron a que la maltrataran.
—Vladimir se está enamorando de esa puta —me reclama Maxi—, le soportas todo porque es tu favorito…
—Siéntate y guarda silencio —exijo.
Para Maxi, Vladimir es el culpable de la muerte de su madre. Él es el menor de mis hijos y, mientras Vladimir es un joven despiadado, Maxi es un altanero el cual detesta que su hermano esté primero.
—Haga lo que haga nunca dejará de darme asco —habla—. Demasiado inestable para ser tu sucesor. Dime, ¿Qué legado nos va a dar si ya hay rumores de...?
Mi mirada lo vuelve a callar. Mis sucesores son piezas claves en mi vida, pero no acepto que no me respeten como se debe. Soy un padre joven, más no condescendiente.
—¿Qué harás si se enamora de ella? —indaga— ¿Seguiría siendo tu sucesor?
—Aquí nadie se va a enamorar de nadie y mucho menos del enemigo —
establezco—. Las reglas se respetan y los sentimientos no hacen parte de la Bratva.
Vuelvo a darle otra calada al puro. Los "voyeviki”, « Soldados de la mafia», apresaron a la esclava y Vladimir está encerrado pasando los efectos de la droga. Por muy perdido que esté acata mis órdenes sin titubear, al igual que toda la Mafiya.
—Quiero ver a esa puberta —pido mentalizándome a verla y no a matarla.
Salamaro me muestra el camino. Los negocios me han tenido fuera de Rusia ahora que mis enemigos están a nada de tomar el poder absoluto.
Maxi se queda y abandono la mazmorra Romanov adentrándome en una de las cámaras de torturas.
Recorro el pasillo de piedra dejando el puro en la bandeja que me ofrece Salamaro. Abren las puertas y mis oídos captan el jadeo de los hombres que se masturban en aquel sitio con la calefacción a mil. Suelto los puños de la camisa buscando comodidad en el cara a cara y la tela no tarda en pegarse a mis músculos con el repentino aumento de la temperatura.
Me echo la larga trenza atrás, me recojo las mangas y voy reconociendo la figura que se ve a lo lejos; La protagonista del morbo que yace en el ambiente al estar sin nada de ropa.
«Detesto a todos los miembros e hijos de los soldados de la FEMF»
Mis pies se detienen a pocos pasos cuando un azote avasalla mi tórax al encontrarme con la menor de las James desnuda y con los tobillos envueltos en dos gruesos grilletes los cuales le dejan las piernas separadas. Pasa igual con las muñecas que le mantienen los brazos extendidos.
Con calor paseo los ojos por la piel marfileña, las piernas largas y esbeltas deteniéndome en el sexo que alberga una fina capa de vello el cual me hace mover el cuello con el hostigamiento repentino.
«Es una cría», me recuerdo antes de seguir recorriendo el abdomen plano y los pechos pequeños, pero redondos con pezones rosáceos. Va levantando la cabeza con la boca entreabierta y los ojos cerrados contrayendo mi garganta al detallar la dulzura e inocencia que denota su rostro.
Pensé que vería la cara de su hermana, pero no... Sus labios son diferentes y su estructura ósea se asemeja a una muñeca de porcelana. Los párpados se abren y mi odio se enciende al recordar el porqué de tenerla aquí.
El azul intenso me recuerda que tiene la sangre de la mujer que odio y que es familia de la rata que tiene a mi clan contra las cuerdas.
Rápidamente acabo con la distancia sujetándole el cuello con dureza al tiempo que mis ojos se encuentran con los suyos deslumbrandome con el cielo que avasalla su iris.
—Yo no soy mi hermana —musita débil—. Antes de proceder tenga la sensatez de entenderlo, por favor.
La voz suave entra a mis oídos forzándome a reparar sus rasgos nuevamente. Es ella la que me detalla ahora manteniendo los labios separados.
—Solemos arrastrar cadenas llamadas "apellido" —contesto con firmeza
— ¿No lo sabías? Estás en mi territorio y nadie va a salvarte porque tu hermana y tu cuñado no son nadie en las tierras de la Bratva.
Las lágrimas no tardan en aparecer.
—Entonces, si ha de torturarme hágalo ya que el miedo me ha abandonado —contesta—. Lo único que tengo ahora es temple para resistir…
—Eso dices, ahora...
—Es lo que diré siempre —refuta— ¡Rachel ya sufrió lo que tenía que sufrir en manos de los injustos que no entienden que solo cumple con su trabajo!
Endurezco el agarre robándole un jadeo.
—¿Desafías al jefe de la mafia roja? —espeto.
—¡Hago lo que hubiese hecho ella y demuestro porque somos hermanas!
Olvidé lo testarudas que son estas mujeres. Su pecho es un ir y bajar y pongo distancia cuando su mirada se enturbia presa del enojo.
¿Una niña? ¿Un ser insignificante creyendo que tiene fuerza para resistir?
Rodeo el cuerpo artístico. Los glúteos son acordes a toda su contextura e imagino lo rojo que se pondrían con una buena zurra. Tiene cara de niña, pero cuerpo de mujer y termino envolviendo la mano enguantada en su cabello echándole la cabeza atrás.
Jadea y vuelvo a mover el cuello queriendo relajar la tensión.
«¡Es una maldita cría!» Repite mi cerebro lidiando con el hambre que se apodera de mi verga. El calor me pega más la camisa a la piel y el sudor baja por su garganta.
—Eres una ramera —susurro en su oído—. 18 años siendo la niñita de papá, la vergüenza de mamá y la sombra de tus hermanas. Emma, ¿Qué se siente ser la larva asquerosa que empaña el apellido de la familia?
Vuelvo a tensar robándole otro jadeo.
—¿Qué se siente vivir para imitar?
—Dígame usted qué se siente lidiar con la amenaza de una mujer que cada día le demuestra ser más indestructible —se atreve a responder—
¡¿Dígame usted qué se siente tenerle miedo a mi hermana?!
Cierro los ojos respirando en su mejilla furioso y excitado.
—Yo no le temo, la odio tanto como te detesto a ti, ved'ma —expreso—.
Las brujas no pueden con los Dioses.
La suelto volviendo al frente y ella mira a todos lados temiendo a la depravación que denotan los que se masturban con su imagen.
—¿Esto te parece una tortura? —frunzo el ceño— No Ved'Ma. Torturada te vas a sentir cuando seas una sumisa programada para generar dinero.
Cuando te venda y tu cuerpo lo violenten tantos hombres que no valdrás ni un mísero dólar.
Le sujeto el mentón anclando su mirada a la mía.
—Miles de vergas en tu culo, viejas, asquerosas, enfermas —aseguro bajando las manos a su cuello—. Las pubertas inexpertas atraen. A mí no, pero a otros sí.
No me baja la mirada y desciendo más magreando sus pechos dándole varias palmadas mientras aprieto los dientes con la piel que se enrojece de inmediato. La toco como a una sumisa cualquiera y ella se mantiene inmovil respirando rápido.
Vuelvo a su espalda clavando los ojos en el culo terso que nalgueo y sobo enrojeciendolo también.
—Solo lo he hecho una vez —confiesa nerviosa—. Lo haré quedar mal si me vende.
Engrosa más el miembro con la confesión, pero no le creo. Es demasiado atractiva como para decirme que los pubertos que rondan por ahí no han metido sus vergas en ella. Vuelvo a recordar que solo tiene 18 y aparto ese pensamiento de inmediato dejando una mano enguantada en su abdomen y la otra en su espalda.
«Es sólo mercancía». Endurezco la mandíbula moviéndome hacia abajo, posando una palma en su monte de venus y la otra en medio de sus glúteos.
Su piel se eriza y mi verga quema cuando introduzco los dedos en ambos orificios.
—¡Oh, por favor! —su gemido me endereza—. Señor...
—Shhh.
Muevo los dedos. Es virgen del culo y extremadamente estrecha en su canal vaginal, temo a que la verga gorda reviente mi bragueta mientras me muevo dentro de ella forzándola a apretar las cadenas.
—Solo ha sido una vez, ya dije —su dulce voz me hace desistir con la explicación disfrazada de gemido.
Mi polla ha goteado al tiempo que mi cerebro me recuerda el lodo de su apellido. El azul es una marca de hechicera, además de que es una puberta.
Solloza sin dejar de detallarme y me molesta el que no cause la satisfacción que se desata al doblegar al enemigo.
«No importa» Este contrincante es una parodia ya que no es más que una niñata demasiado pequeña para mi grandeza. Demasiada poca cosa para la Bratva.
Con un leve gesto pido que suelten las cadenas, la posición le debilita las extremidades y cae a mis pies tratando de cubrir lo que ya vi. Y estando en el piso y yo de pie se denota más la brecha de mayor y menor, de amo y esclavo.
Alzo su mentón asimilando que este mismo azul también lo tiene Rachel James, la mujer que mató a mi hermana y eso es motivo suficiente para saborear el dulce sabor de la venganza.
—Tu hermana lamentará el haberse metido conmigo —advierto
—No soy mi hermana... —repite en un susurro mirando mi boca mientras yo reparo la suya.
—No, ahora eres una esclava y servirás en esta casa hasta que a mí me apetezca y me dé la gana de venderte —dejo claro—. Y si se te ocurre escapar, recuerda que tienes otra hermana y también puedo ir por ella, o por tu madre o por tu padre. Puedo cazar a tu familia hasta que no quede un solo James vivo.
Los labios le tiemblan y termina asintiendo llena de miedo. Le doy la espalda buscando la puerta.
Salgo. En el pasillo tomo aire por la boca antes de aventurarme a la fortaleza Romanov. Entro, tengo su deznudez aferrada a los ojos y echo los hombros atrás queriendo soltar la inexistente carga que acaba de aparecer.
—Padre —me encuentro con Vladimir en lo alto de la escalera.
—Ahora no —avanzo.
—Me acosté con ella —me suelta—. Fui el primero y sabes lo que eso significa.
Tantos motivos para enojarse y no sé cuál de todos es el que más me enciende la ira. Me vuelvo hacia él que todavía tiene sangre seca en los brazos.
—¿Qué te dije? —increpo furioso— ¿Cuáles son las malditas normas de esta organización?
—La reclamo como esclava y ya está. No estoy enamorado. El plan sigue, pero Emma está bajo mis demandas —asegura con convicción—.
Por ello no se venderá.
Trato de burlarme, pero no me sale.
—Si la vendes seré yo el que la compre —me desafía.
Vladimir nunca me ha decepcionado. Ganarse su crueldad es vivir en un calvario estando en la tierra, el Underboos tiene el respeto y el miedo de muchos con solo 20 años.
—Soy tu heredero, deja que actúe como tal y respeta mis decisiones —
Me aparto, yo no tengo espacio para esto. Como ya lo dije, Vladimir es digno hijo mío y estar con él es peor que ser vendida y torturada por otro.
—Ella tiene que aprender a respetar y a obedecer —me impongo.
—La única intervención que acepto es la tuya —contesta—. Pero ni Maxi ni otros se meterán con ella. No es la esclava de todos, es mi esclava.
Me sigue molestando y en vez de estar dando ideas de tortura, tengo la boca llena de saliva. Soy un líder, Vladimir será uno y debo dejar que se haga cargo de sus propios asuntos.
—No te equivoques —amenazo— porque te odiaría más a ti que a ellas.
Continúo a mi alcoba y adentro suelto la camisa. Recordar el culo enrojecido vuelve a formar un bulto en mi pantalón, «Malditas hijas de puta». Me quito todo llenando mi vaso de Bagpiper, «Tengo 36 años y es una puta cría» «¿Qué es lo que me molesta?» Enfurezco dejando el licor de lado.
¡Lo sabía! Sabía que de una forma u otra nunca dejan de desatar daños colaterales. Apoyo las manos en la pared, «Tengo tantas cosas encima».
El ejército secreto de la FEMF ha cazado a los míos desde hace mucho.
Grandes cabecillas han sido asesinados, encarcelados y obligadas a hablar bajo tortura. Por ello, las cabezas de las grandes organizaciones criminales se aliaron con el fin de meter a un infiltrado en las filas del ejército.
La guerra nunca ha sido con la CIA, con el FSB ni el FBI, tampoco con el SVR. Siempre ha sido con la FEMF, la rama mayor la cual rige todas las entidades judiciales del planeta.
El plan de la organización lleva años ideando y adecuando la forma de que uno de los nuestros tome el control de esa rama judicial; «La FEMF». Entrenamos, movimos e hicimos destacar a nuestro infiltrado con el fin de que ocupara el cargo más alto que es el de “Ministro”. Hemos metido, comprado y camuflado gente corrompiendo los valores de los soldados cambiándolos de bando.
Gobernando uno de nosotros solo habría riquezas y libertad. Los colegas condenados a cadena perpetua saldrían aniquilando a quienes los encerraron empezando por los Morgan, los James, los Miller, los Parker, los Lewis y otras familias destacadas en la doctrina militar que han jodido a la mafia más de una vez.
Todo iba bien hasta que Rachel regresó a entrometerse en las elecciones, «El método de elección es como la de un presidente». Ella y su marido están participando en la candidatura que elige al próximo ministro, cosa que me volverá trizas ya que si ganan van a masacrar a la Bratva.
Inhalo una bocanada de aire cuando la imagen de su hermana me invade la cabeza y vuelvo a tomar el vaso con Bagpiper lidiando con las ganas de saber qué tan rojo puede ponérsele el culo al zurrarlo.
El licor me enciende la garganta cuando lo ingiero. Por las venas de esa mocosa corre sangre de hechicera y está aquí para ser humillada, no para engordarme la polla.
┉┅━━━┅┉
Emma.
No sé qué me da más miedo, si el hijo o el padre. Dejó de llover y me han devuelto a la celda sin comida y sin ningún tipo de medicamento, pero yo solo estoy pensando en que creo que el Boss de la mafia roja es el mismo hombre que vi azotando la noche que desperté por primera vez aquí.
Trago grueso encogiendo los dedos. Me tocó, introdujo los dedos en mi canal y me... La piel se me eriza con las sensaciones que me recorrieron.
«Estoy temblando todavía».
«¡Por Dios!» Ese sujeto puede ser mi tío «No quiero decir que puede ser mi padre». ¿Cuántos años tiene? Su imagen impone tanto dominio que…
Ahora no entiendo por qué no sale de mi cabeza.
Estoy aún más nerviosa que hace unos días. El pánico que le tengo a Vladimir me tiene cardíaca y ahora aparece este nuevo hombre mostrándose más serio y despiadado que su hijo.
El ardor en el estómago no me deja dormir y la falta de alimentos hace que la cabeza me duela. Ahora sí quiero estar en casa, clamo y sueño con que me saquen de este infierno.
Amanece y me pongo de pie con la llegada de los verdugos que vienen a sacarme llevándome al mismo lugar de ayer. Me dejan en el mismo hueco de siempre arrojando crema dental y jabón antes de clavarme el chorro de agua helada.
—Vístete rápido, pequeña ramera—exigen.
Deja un uniforme nuevo el cual me coloco. El dolor en la mano me pone lenta a la hora de arreglarme, pero hago mi mayor esfuerzo ya que con el Boss aquí debo tener más fuerza que ayer.
Hallo un nuevo par de medias bucaneras y meto mis piernas en ellas; son blancas y terminan en puntos de colores. Ato una coleta y tapo los moretones antes de echarme labial, «Fuerza Emma». Ellos se van a cansar primero que yo.
Las vendas que tenía puesta están sucias, así que rompo una de mis blusas haciendo un vendaje improvisado. Vienen por mí como siempre, sacándome a trompicones con palabras grotescas.
La cocina me recibe con ollas burbujeando las cuales empeoran mi hambre.
—¡A trabajar esclava fugitiva! —me grita la matriarca entregándome un balde el cual me cuesta sostener con la mano lastimada— ¡Ve a lavar las alfombras!
Evitaré todo el maltrato posible, lo único que me apetece es no toparme con Maxi o con Vladimir. Los empleados están trabajando en la limpieza cambiando cortinas, sacudiendo el polvo y entrando leña. Celia me indica el camino arrodillándose conmigo a mitad de la sala. Tomo los cepillos refregando mientras me banco el dolor en la mano.
—Te dije que te mantuvieras escondida —me recrimina entre dientes—.
Ahora me matarán si saben que te ayudé...
—No diré nada —murmuro.
—Ellos buscarán la manera de saberlo…
Dejo de cepillar cuando Maxi se toma la sala con una sonrisa de medio lado.
—Sigue —me susurra Celia— Sigue o será peor.
Empieza a acercarse con lentitud y yo no puedo mirar la alfombra ya que mis sentidos están a la defensiva. Lo único que hago es tratar de identificar algo con que defenderme.
La sonrisa se va tornando más macabra y de un momento a otro el personal deja sus quehaceres cruzando las manos adelante y agachando la cabeza.
Maxi pospone el acercamiento fijando la vista en la escalera mientras Celia se levanta imitando a los otros empleados. Empiezo a levantarme yo también sin perder de vista al hombre que baja despacio.
La tela del pantalón oscuro le abraza las piernas gruesas y la camisa gris se le pega al cuerpo. Su porte es como el de un guerrero. Se asemeja a una de esas ilustraciones mitológicas donde veías hombres sentados sobre montañas de cráneos.
—Padre —lo saluda Maxi y retrocedo por inercia cuando toca el último escalón acomodándose el cuello de la camisa.
Algo le cuelga en el brazo y mi corazón se encoge con el miedo de que sea otro objeto de tortura. Se hace silencio total mientras pasea los ojos por mi cuerpo reparando mis medias. Es un hombre grande y más para mi 1.63
de estatura.
—No quiero volver a ver eso —señala mis bucaneras poniendo mis vellos en punta con la voz gruesa que sale cargada de dominio.
Se acerca más y aprieto los muslos mermando la comezón que invade mi canal. Quiero mirar al piso como los demás, pero no puedo.
—He demandado algo y no he oído una respuesta —el acento ruso genera más comezón cuando habla—. Dije que no quería volver a ver la ridiculez que tienes en las piernas.
—Ok —contesto con un hilo de voz y levanta mi mentón con la punta del dedo enguantado en cuero.
El rostro varonil es rudamente atractivo con pestañas castañas, mandíbula cincelada y ojos avellana. Sacude la cabeza despacio.
—Si amo, es la respuesta —establece—. Eres una esclava ahora.
Suelta la correa del objeto que sostenía en la mano y hasta ahora noto que es un collar el cual rodea y ata en mi cuello poniéndome a absorber el aroma almizclado de su colonia.
Tira de la pequeña argolla llevándome contra su torso musculado.
—Mirada al piso —exige entre dientes viéndose más alto—. Al Boss no se le mira a los ojos.
Asiento y vuelve a tirar, obligándome a que lo siga.
—Vamos a dar un paseo —indica.
Dos verdugos lo siguen. Más que sentir miedo estoy nerviosa, este sujeto es muy alto, peligroso e intimidante… No suelta el collar. Las mangas arremangadas me dejan detallar los brazos marcados y la esclava plateada que tiene en la muñeca.
Procuro mantener el paso sin dar trompicones. Salimos de la casa y nos adentramos en los calabozos con los verdugos atrás.
—¿Quién fue el que avivó el motín? —pregunta cuando estamos abajo.
Los presos se mantienen en silencio y él sigue caminando conmigo. No quiero que le hagan daño a nadie por mi culpa.
—¿El gulag se quedó sin lenguas? —indaga—. Han de saber el castigo que los espera por matar a un voyeviki. Así que o me dicen quién fue o los mato a todos.
Le entregan un arma y la revolución ensordece cuando todos se van contra las rejas sacando los brazos, señalando un solo calabozo, rogando piedad y delatando vilmente. El Boss me mueve con él dejándome frente al preso que me socorrió. Sus mismos compañeros lo tienen contra los barrotes ofreciendolo como un animal.
—766 —dice el ruso—. Robaste, vendiste y asesinaste a los hermanos de tu lugarteniente. Y no te bastó con eso, ahora vienes a mi prisión a armar revoluciones…
Mi corazón se empequeñece cuando deslizan la reja. Sé que el estar aquí no los hace buenas personas, sin embargo, no quiero golpes de conciencia.
Los verdugos lo sacan y este empieza a clamar piedad.
—¡Boss, por favor! —suplica— Piedad, piedad mi señor…
—Por favor, no lo haga… —pido callando de golpe con la mirada que me dedica.
Sin palabras volvemos afuera y mientras yo me abrazo a mi misma siendo sujetada del collar, el ruso actúa como si estuviéramos en la playa y no en la nieve. Encienden una máquina plateada en el suelo y el prisionero se revuelca pidiendo perdón.
Sé que mis palabras serán inútiles, por ello me mantengo en silencio.
Identifico que el aparato es algo así como una trituradora industrial y me quedo helada cuando arrojan el cuerpo del preso manchando la nieve de rojo. La distancia me libra de la sangre, pero no del trauma.
No mata con sus propias manos como Vladimir, pero eso no lo vuelve menos cruel.
—¿Día de sacrificios? —hablan con un acento en italiano atrás—
—Padre —dice otra voz la cual enciende las alertas de amenaza.
El ruso voltea obligándome a que lo haga también y por instinto me oculto tras su espalda con la presencia de Vladimir.
Está con un joven alto, de cabello negro y una morena, alta y delgada que acorta la distancia. Vienen con otros sujetos vestidos de traje y Maxi hace parte de la reunión en medio de la nieve.
—Está asustada, pobrecita —la mujer remarca el acento italiano.
—¿Qué quieres Dalila? —indaga el Boss.
—Cuida como me hablas...
—En mi territorio hablo como me place —contradice el ruso mientras que Vladimir no me quita los ojos de encima—. No sé qué haces aquí, Phillippe.
—Soy el líder, puedo visitar los clanes cada que quiera.
Mi mente viaja a las últimas noticias, los últimos acontecimientos;
«Phillippe Mascherano», el hermano de Antoni Mascherano. Tengo entendido que este mafioso se infiltró en la FEMF con el fin de crear complot, pero lo descubrieron y tuvo que huir.
—Has de estar contento con tu venganza —me repara el italiano.
—Estaré contento cuando mates a Antoni, a Christopher y a su mujer —
contesta el ruso— Ya sabes esto, es como goma de mascar la cual distrae las ganas de masacrar a tu clan.
—¿Rusos contra italianos? —contesta Philippe— ¿En verdad quieres eso?
—Quiero que hagas tu maldito trabajo —se defiende el Boss— Y mates a los enemigos que nos acechan empezando por tu hermano.
Se hace un silencio total y todos menos el Boss me detallan como si quisieran llevarme, cosa que mueve a Vladimir acortando la distancia entre los dos.
—Cazada por mí y desvirgada por mí —dice el Underboss— Mi esclava.
Su padre se endereza y he de suponer que los comentarios de Vladimir son para demostrar su hombría acallando los comentarios de su hermano que lo mira mal.
—Solo yo he entrado en ella —Vladimir me acaricia la cara— solo yo he sido su hombre.
—Las James y sus gustos por los criminales —habla la morena italiana—
¿Qué diría tu hermanita? ¿O tu padre, el general?
Azotes avasallan mi pecho cuando el Underboss se posa a mi espalda rodeándome el cuello con el brazo en un gesto afectuoso.
—Nos quedaremos con la duda porque no los volverá a ver —asegura Vladimir— Las cadenas Romanov no sueltan al enemigo.
Sujeta mi brazo sin la más mínima delicadeza.
—Y las esclavas tampoco escuchan las conversaciones de los grandes, así que me la llevo.
Echa a andar conmigo y las imágenes de anoche se repiten dándome miedo. Aparto su agarre y me termina encarando cuando estamos dentro de la propiedad. Se ve sobrio, de hecho, hay que detallarlo muy bien para notar que es un drogadicto, ya que lo sanguinario le tapa muchas cosas.
Sujeta la mano que tengo lastimada quitando las vendas sin sutilezas.
La herida se ve mal y el frío me empeora el dolor poniéndome a temblar los dedos. Huele, repara y sonríe.
—El castigo por escapar lo tuviste por adelantado —me besa antes de avanzar escalera arriba.
El pánico me invade con lo de ayer cuando veo que me lleva a su alcoba,
«Me va a maltratar». Abre la puerta y la novia de Maxi está en ella con gasas, alcohol y material hospitalario en la cama.
—¿Y la anestesia? —pregunta Vladimir— Aunque mejor…
—Aquí está —se adelanta la joven viniendo por mí.
Me sienta en la cama mientras Vladimir espera con los brazos cruzados recostado en su escritorio.
—Me llamo Kira —susurra la chica ocupándose de mi mano—. Me encargaré de que no duela ¿Vale?
Se esfuerza teniendo cuidado a la hora de limpiar, la anestesia inyectada surge efecto y se siente bien recibir una sonrisa de vez en cuando, ¿Cómo puede ser novia de Maxi? Cose como una profesional y realiza un vendaje que me deja más tranquila.
—¿Ya? —pregunta Vladimir.
—Eso no es de tu incumbencia —señala la puerta—. Fuera…
Ella enarca una ceja como si estuviera acostumbrada.
—¡Vete, Kira!
Vladimir se planta frente a mí poniéndome de pie y un atisbo de humanidad se refleja en sus ojos cuando me aparta los mechones que me han caído en la cara.
—No vuelvas a escapar —advierte— Es inútil, vayas donde vayas yo te volveré a atrapar, ¿Lo entiendes?
Su amenaza golpea y asegura que no está jugando. Su boca empieza a acercarse a la mía besándome en tanto mis labios tardan en responder, «No quiero más maltratos». Mi mirada se encuentra con la suya y vuelvo a preguntarme quién le hizo tanto daño, quién lo convirtió en un monstruo.
Reinicia el beso dejando la mano en mi hombro y esta vez se extiende apretando la tela del uniforme mientras que me obliga a que lo sujete de su cintura.
—Enciéndeme —dice con desespero— Vuelvelo a hacer.
—Puedes hacerlo —reitera.
Tiene algo, como un filo el cual siempre me pone a sentir su dolor teniéndole piedad. Porque sufro con el corte pese a no tenerlo, pese a no cargarlo, pese a no conocerlo.
Aprieto la tela de su camisa con miedo y él vuelve a mis labios antes de abrazarme. Las rejas de esta familia me están acorralando más y más y no estoy viendo ningún tipo de escapatoria. Mis ojos viajan a la puerta que se cierne detrás de Vladimir y una ola de calor me recorre con la mirada del hombre que nos observa en la entrada.
—Vladimir —llama a su hijo y este me aparta de inmediato.
ESTÁS LEYENDO
BOSS
RomanceEsta historia no es mía, decidí escribirla porque no la encontré completa en wattpad