Emma.
El linaje de mamá está compuesto por mujeres hermosas cargadas de inteligencia, las cuales siempre resaltan que nacimos para lo importante, para aportar cosas útiles al mundo. Las Mitchels nunca fracasan, ellas forjan carreras exitosas y suelen hallar hombres o personas que les bajan la luna si quieren.
Siempre he visto eso; a mi padre dando todo por mi madre, a mi cuñado dando todo por mi hermana mayor, hombres adinerados queriendo acicalar a Sam y de tanto ver creí que conmigo se repetiría, sin sopesar que en toda familia hay un señalado y yo soy esa señalada.
Soñé y me vi siendo un buen soldado el cual en sus tiempos libres gana certámenes de patinaje. No soñé con hombres millonarios, pero sí con un novio adolescente, de esos que conocemos a los catorce, se enamoran y crecen forjando sus logros.
Tal vez mi defecto sea que noto las cosas demasiado tarde. Debí darme cuenta de que no era como las mujeres de mi familia cuando los pocos chicos con los que salí se hartaban de mi inmadurez llena de chistes y de amor por las cosas llamativas. La seriedad es una característica que buscan los hombres y yo… Yo sigo abrazando al elefante gigante que promociona servilletas en el supermercado.
—Emma —me llaman— Emma, ¿Cómo te sientes?
Abro los ojos y las sombras se van aclarando, estoy en el glamping con Cédric y Vladimir que se ve más fantasmagórico que nunca. Mi cuello duele al igual que mi torax, tengo la boca seca y con el despertar llega la sensación de vacío.
—¿Emma, cuántos fueron? —pregunta Cédric— ¿Recuerdas lo que pasó?
Sacudo la cabeza. Si sé lo que pasó, pero no quiero empeorar mi tortura ni reconocer que he tenido sexo tres veces con el hombre que repudia mi existencia.
El príncipe me echa una última mirada antes de marcharse preocupado.
—Tendría que quemarte para quitarte el olor a semen que cargas encima
—me dice Vladimir—. Te ofreciste como una ramera y mira… ¡¿Para qué haces eso?!
Niego y él se acerca a encararme.
—Si se me muere la presa voy por la que sigue —empieza—. La ruleta quiere sangre James y el que te suicides solo me dará más comida; la próxima será Sam o Luciana, pero Rachel James sin su escarmiento no se queda —paso saliva—. No voy a quedar en ridículo al no completar las exigencias de la Bratva porque soy el sucesor de mi padre, así que vístete y lávate que tienes que cumplir con tu castigo y más te vale resistirlo.
Me saca de la cama. Hay un tazón con agua donde me obliga a bañar tres veces y lo hago sin refutar mientras varias voces en ruso murmuran afuera.
Siento que tengo la fragancia del Boss en la nariz y ese sabor a cacao en mi boca.
—Rápido —pide Vladimir metiéndose varias líneas de coca mientras me visto.
—¿Qué me harán? —pregunto nerviosa y Maxi abre el glamping justo cuando me estoy terminando de colocar la playera.
La cara de satisfacción me aterra.
—¿Estabas caliente buscando sexo? —averigua— Pues adivina, tenemos un castigo muy satisfactorio para ti.
Vladimir me da la espalda mostrando inconformidad.
—No estaba buscando nada —retrocedo cuando vienen por mí—. Puedo explicartelo Vladimir —insisto— ¡Puedo explicar cómo fueron las cosas, cómo me estaba sintiendo!
Sigue de espaldas dejando que Maxi me lleve afuera con dos torturadores más mientras me resisto. No puedo vivir, pero tampoco puedo morir siendo la pieza de un juego medieval lleno de perversos y pagando una condena que parece eterna.
¿Marcar?
—Las esclavas no pueden ofrecerse —me dice Maxi—. De hacerlo las marcamos en la frente y en disculpa debe chupar todas las vergas de la
Bratva mientras otros te follan dandote una lección inolvidable ya que al amo se le respeta.
Hay una pequeña tarima de madera y hombres por todos lados, mujeres que se ríen y que ponen cara de asco cuando me ven. Le suplico a Kira con los ojos, pero Salamaro se la lleva lejos junto con Zulima.
—¿No lo sabías? —sigue— Las esclavas solo tienen sexo como castigo.
Procuro soltarme, pero no me dejan y tampoco me esfuerzo lo suficiente.
Mi alma está demasiado cansada con todo ya que no tengo una buena ilusión, una esperanza la cual me diga que al menos soy importante en este planeta.
Me arrastran al Glamping más grande del campamento. Los demás hombres se preparan y abren la entrada dándome paso al sitio de descanso del mafioso ruso.
—Queremos castigo, padre —dice Maxi dando un paso atrás—. Marcala.
No batallo, simplemente me fijo en el hombre que tengo al frente y cómo me gustaría que la crueldad se viera reflejada en todos los sentidos. Los criminales no deberían lucir como luce él que está recostado en una mesa con la pierna semi levantada en ella.
—¿Qué pasa? —pregunta metiendose una fresa a la boca.
—La esclava quería sexo con fines de sastifacción…
—¿Qué pasa con tus modales, Emma? —no deja terminar al hijo. Todos esperan mi respuesta y él come más fruta sin dejar de mirarme con esos ojos cargados de perversidad— No te escuché cuando entraste…
—Buenos días —digo despacio.
—Varios confesaron que pidió que la follaran, así que marcala por puta
—pide Maxi —. Afuera se están preparando. Por Sasha y por todo lo que nos han hecho.
«No puedes ir por la vida haciendo cosas sin pensar, Emma». Recuerdo las palabras de Sam mientras las lágrimas bajan por mis mejillas. Maxi deja algo rojo sobre la mesa y mi cerebro no para de sopesar cuántos hombres hay afuera; «Son más de cien».
El ruso se ríe metiéndose otra fresa en la boca. Se pensaría que un mafioso tan grande se mantiene elegante todo el tiempo, pero él no; él luce recién bañado con vaqueros ajustados, botas de motorista y playera de tela delgada con una camisa abierta por encima.
—Quiero ver la cara de tu hermana —me dice— cuando le entregue tu cuerpo mordido, roto y maltratado —mastica—. Conoce la simbología de la Bratva, sabe lo que significa una cruz en la frente de una esclava.
—Ya he dicho varias veces que no tengo la culpa de tu daño —lo interrumpo y levanta el dedo pidiendo silencio.
—Déjenme solo con la subordinada—pide.
Maxi se marcha sonriente y uno de los verdugos sella el cierre de la entrada. Varias sombras empiezan a rodear el Glamping gritando cosas en ruso que no entiendo, pero el tono es de exigencia. Exigencias absurdas porque solo actué sumida en la tristeza, en la masoquista depresión que me exigía más dolor.
Los gritos se alzan y el ruso deja ambos pies en el suelo viéndose más grande, da un paso adelante y mis rodillas se hincan de forma automática como si su dominio se palpara. Rodillas en el suelo, pero con la mirada fija en la suya reparando ese gesto cargado de odio el cual reitera el repudio hacia mi apellido.
—No eres el primero —digo con la voz temblorosa—. No eres el primero que me lanza injustamente a la jaula para que me coman los depredadores, así que no te sientas especial por hacer esa marca.
No le bajo la mirada y él estira el brazo tomando la cuchilla de afeitar que Maxi dejó en la mesa.
—Todo lo que me ha pasado nunca será culpa de Rachel —continúo queriendo resignarme—. Ella se equivocó lastimandote, pero no tiene la culpa de que yo no sea la niña de los ojos de papá, ni el orgullo de mamá.
No es su culpa que nadie haga algo por mí, así como no tiene la culpa de mi fracaso y no tiene porque pesarle el que no me haya hecho notar lo suficiente para que me extrañen y quieran venir a salvarme.
Desarma la cuchilla quedándose con la hoja filosa.
—¿Quieres que alguien te salve? —inquiere— Mal pensamiento.
Nacimos solos, nos defendemos solos y nos salvamos solos. Nadie alzará la voz exigiendo que no tengas esta cruz en la frente la cual mientras vivas todos sabrán que le chupaste la verga a la Bratva.
Se inclina con el filo plateado en la mano, afuera los gritos siguen alzándose a coro dándome un cálculo del número por el que pasaré.
—Nadie te salvará, Emma, así que hazlo tú —se alza de nuevo—.
Convence al único que puede detenerlo.
¿Que puedo darle yo a un hombre como él?
—La reputación de Vladimir puede caer con el video que tienes —se me adelanta—, pero lo muestres o no, ellos harán lo que la norma exige con o sin Underboss.
Miro al piso como si ahí estuviera la respuesta mientras los gritos siguen latentes demostrando que no son más que bárbaros, se acerca más y sujeto la pretina del vaquero buscando desesperadamente lo que hay adentro. La verga rígida salta ante mis ojos totalmente erguida, los alaridos de afuera me ponen los pelos de punta y él la sujeta con una media sonrisa.
—¿Con esto vas a salvarte? —indaga— Es una mala elección, porque si lo haces mal duplicaré el castigo.
No quiero esa marca en mi frente, no deseo que otros hombres entren en mí y por ello le doy un lametazo a la punta antes de introducirla en mi boca como puedo, ya que el grosor es difícil de manejar para quien no tiene la más mínima idea de cómo hacerlo de la manera correcta.
«Sabe bien» pero el capullo es lo que más avasalla mi boca siendo tan grueso. Lo introduzco mojándome con la textura suave que entra en contacto con mi paladar. Mi lengua trata de moverse y sujeto el tronco chupando la deliciosa cabeza; no sé como manejarlo ni qué más hacer ya que los gritos de afuera no hacen más que alterarme, pero el nerviosismo no detiene las oleadas de humedad que surgen en mi sexo.
¿Qué me pasa? Es mi captor, sin embargo, le saboreo la verga lamiendo y masturbandolo mientras lo empapo con mi saliva en cada intento por chupar ya que mi integridad depende de esto. Su seriedad me dice que no lo estoy haciendo bien y sigo moviendo la mano con desespero mientras él se mete una fresa en la boca viendo como lo hago.
—Es que solo te lo hecho a ti —trato de explicar.
La vuelvo a meter. Las sombras de afuera son demasiadas, me veo siendo tocada por esos bárbaros y mis ojos se cierran aferrándose a los muslos del ruso. Respiro y empujo su verga a lo más hondo de mi garganta que se abre con el capullo, controlo la arcada resistiendo y él se yergue con un jadeo que me llena la boca de saliva.
La saco y vuelvo a meterla logrando que esta vez llegue más lejos, empuño la tela con fuerza y él separa los labios dejando escapar otro jadeo.
—La abrí bien —dice y vuelvo a empujar iniciando los movimientos los cuales solo se pueden definir con un “me está penetrando la boca”. Y lo peor es que el gozo es exquisito, ese cosquilleo picante que se aloja en la punta de mi clítoris. Se la mojo toda con el entra y sale que la va dejando cada vez más lejos mientras siguen gritando afuera.
Traslado las manos a ambos lados de su cintura y lo miro mientras me la atasco toda contrayendo la garganta. Él comprime el estómago soltando un gruñido el cual me hacer querer mantenerla, pero la resistencia me falla y mis propios reflejos me mandan atrás sacándola de golpe. La atrapa y un hilo de semen sale de ella mientras caigo en el piso.
Me toco la garganta sorprendida de todo lo que dejé entrar. Los alaridos de afuera son más altos y el mafioso se guarda el miembro molesto antes de tomarme del brazo.
—Puedo hacerlo otra vez —le pido cuando empieza a sacarme—, por favor.
Hay decenas de vergas afuera que me ponen a temblar y Maxi está en la tarima mientras las burlas vuelven el entorno más humillante.
—Márquenla —piden a coro— ¡Márquenla!
Vladimir está a un lado en su papel de Underboss el cual deja claro que hace lo que se le diga.
—Los testigos —pide el Boss moviendo la hoja filosa de la cuchilla entre los dedos—. Hay que saber por qué es el proceder de las cosas para que ella lo recuerde y no lo vuelva a hacer, si sobrevive.
Salen dos pandilleros junto con un verdugo y mis lágrimas caen en la madera del asqueroso paredón. El ruso les ofrece la cuchilla invitándolo a subir mientras mis dientes chocan unos con otros inmersa en el terror.
—Si crees que es culpable, marcala —pide el mafioso y los tres hombres se ríen en tanto los otros festejan.
El olor es asqueroso y el pandillero recibe la hoja plateada antes de sujetarme el rostro. Aprieto los párpados sintiendo como el filo se aproxima a mi entrecejo.
—Si te equivocas y lo noto meteré un tubo caliente por tu tráquea—
vuelve a hablar el ruso—. Por la tráquea de los tres…
El hombre duda con una burla falsa.
—Estamos seguros —confirman—. Ella se nos ofreció, pero no la tocamos ya que es el enemigo.
—Entonces procede —anima el ruso y vuelvo a sentir la proximidad de la hoja—. Tu esofago estará a salvo porque no te estás equivocando. Captalo Emma, un hombre de la Bratva puede estar ebrio y drogado, pero siempre es plenamente consciente de lo que hace porque si se equivoca y no lo asume es traición, y la traición se paga con sangre.
Abro los ojos enfocándome en el asqueroso que tengo en frente el cual aprieta el filo de la cuchilla con rabia.
—Ella se nos ofreció y no la tocamos —reitera.
—¿Me estás convenciendo a mí o a ti? —sigue el ruso— Ella dice que si la tocaron y luego la violentaron. Obviamente la palabra de mis hombres está primero, pero el que no vea la cruz en su frente me dice que no está mintiendo y cayeron en lo que repudian y es el apellido de la James.
—¡Eso es mentira! —exclama el voyeviki de Maxi— ¡Ella pidió que la follaran, pero obviamente no le hicimos caso!
—¡Entonces porque mierda no has tomado la cuchilla o el puñal marcandola tú! —se impone el ruso— ¿O es que tampoco estás seguro?
Saca el puñal apartando al pandillero que tiene la cuchilla e Ilenko deja caer un cuchillo idéntico al del verdugo. Cuchillo con el que me cortó la ropa mientras estaba colgada.
—Este puñal hace parte de tus armas y estaba en el sitio donde apareció la subordinada—dice el Boss—. Traicionaron mi hermandad tocando a la esclava de un Romanov…
—No…
Una piedra impacta contra la cara del verdugo, seguida de esas varias más contra los hombres que están en la tarima desatando el caos que trae a la multitud. Maxi es quien más aviva la matanza obligando a que Salamaro me baje mientras entre ellos se sumen en su barbaries.
—¡Traicioneros! —gritan— ¡Nunca dormimos con el enemigo!
Me guian al glamping de Vladimir y volteo cruzando miradas con el mafioso que está como si nada. La revolución se queda afuera y me entran seguida del Underboss que me señala la silla plegable pidiéndole a Salamaro que se vaya.
Saca la ropa de la maleta a las malas hasta que halla el tubo de crema y no dice nada, pero entiendo lo que quiere hacer y me quito la playera mientras él trata de no mirar mucho. Solo empieza a tapar las marcas que me dejaron los labios de su padre dejando una buena cantidad en la parte donde me quedó el rastro de la cuerda.
Lo siento tenso espabilando varias veces como si esto le afectará también.
Los ojos se le enrojecen y los dedos le tiemblan mientras sigue esparciendo el contenido.
—Si vuelven hacerte esto, dímelo —advierte—. Señalalo porque no lo quiero para mi…
—¿Amiga, esposa? —indago cansada— ¿Victima?
Sigue untando con odio mandándome a los cojines cuando termina. Da vueltas en el glamping pasándose las manos por la cara, ¿Le trae malos recuerdos? Se ve ansioso, pero decirle la verdad hará que las piedras caigan en mi dirección y ahora debo enfocarme en la muerte del mafioso para tener la certeza de que mi familia estará en paz.
El Underboss se queda en la silla mientras duermo por ratos donde me mantengo más inquieta que tranquila. No toco el pan que me da con agua, no puede darme hambre con el olor del bebé impregnando los cojines.
—La cena —Vladimir deja otro plato, esta vez con avena el cual queda en el mismo sitio—. No has comido nada hoy.
—Estoy bien, no te preocupes…
Sale, siento que ambos necesitamos nuestro espacio antes de volver a conectar. Vuelve y se queda dormido después de varias horas dando vueltas y yo me pongo de pie recogiendo las prendas de vestir que me había regalado Kira.
La nariz me empieza a arder removiendo la culpa de al menos no enterrar su cuerpecito. El aire de afuera huele a alcohol y sangre cuando salgo, los pandilleros duermen en sus refugios, los verdugos rondan a lo lejos y muevo las piedras de la hoguera recogiendo en una de mis playeras las cenizas que hay.
Uno de los torturadores se acerca, pero ha de creer que estoy maldita porque se devuelve de inmediato. Lo mismo pasa con los otros cuando me alejo hacia la roca donde lloré ayer cavando en la arena un hoyo para Bendi.
—No temas —susurro—. Dios ha de darte una mejor mamá en el cielo.
Me quedo un rato soltando las pocas oraciones que me sé mientras me convenzo de que debo seguir aunque no hayan motivos de peso, ya que en ocasiones solo hay que andar por nosotros y nadie más. Andar con la fé de que al final habrá algo bueno.
Vuelvo al glamping donde el Underboss sigue dormido y en la mañana siento como me unta crema en el cuello y en las marcas antes de irse a los desmanes mientras finjo que duermo.
Trato de hacer las cosas bien evitando regaños, queriendo ocupar la cabeza en otra cosa que no sea lo que sucedió el día que intenté quitarme la vida. Todos los hombres de la Bratva me evitan y cuando aparece el mafioso mayor se dispersan como si tuviera lepra.
Cédric cuida al abuelo Romanov y hasta los rubios de cabello largo, familiares del Boss, se abstienen de decirme algo, de mirarme e insultarme.
Me voy a dormir temprano o fingir que lo hago, ya que cuando el Underboss se queda dormido aprovecho para visitar a Bendi completando su novena de fallecimiento.
Reflexiono prometiendo no volver a atentar contra mi vida porque ya llegará ese algo que volverá a encender las emociones. «El anhelo de volver a ser feliz a otros está siendo reemplazado por el anhelo de ir tranquila por la vida». Hacer lo que quiera, ser feliz siendo yo y no lo que otros quieren.
Regreso al campamento y mis piernas pierden fuerza con el hombre que está fumando fuera de su sitio luciendo un mero vaquero con una mano metida en el bolsillo delantero, mostrando el torso esculpido descubierto y los hombros tallados que lo hacen ver como un guerrero legendario. Sé que ya me vio, me froto el brazo avanzando con la mirada en alto.
—Buenas noches —mi boca se mueve sola
—Buenas noches, Ved´ma —me dice a la vez que su loción avasalla mi nariz.
Me muevo velozmente a mi lugar abriendo el cierre e inevitablemente mis ojos echan una mirada al sitio donde me sigue observando, así que entro apresurada limpiándome la nariz rápido para desaparecer el olor que lo acompaña.
A la noche siguiente trato de hacer la novena más temprano evitando encuentros inesperados, pero él vuelve a estar en el mismo sitio con el mero vaquero otra vez.
—Buenas noches —paso por su lado.
¿Qué es Ved´ma? ¿Será villana? ¿Zorra? ¿Zorra villana? Algo que lleve V debe ser...
Esta vez me quedo con su olor y con su imagen en mi cabeza. Las noches siguientes tienen un mismo patrón por mi parte encontrándolo a él en el mismo sitio y doy por hecho que quiere mostrarle a la luna el fantástico cuerpo que tiene.
El día nueve llega y las lágrimas se me salen con mi última visita, con mi última oración hacía el bebé. Los sollozos me acompañan de camino a mi sitio y seco mis mejillas al momento de pasar cerca del ruso.
—Buenas noches —digo.
—Buenas noches, Ved´ma —contesta.
Despierto temprano, habiendo pasado lo de Bendi debo enfocarme en Vladimir. La marca en mi cuello ya no es tan notoria al igual que los moretones que han ido mermando.
—¿Quieres que te prepare algo para desayunar? —le pregunto mientras se pone los zapatos—. Ayer ví que no te gustó lo que te dieron…
—Oye… Estuvo mal pelear, pero yo no quiero contiendas con el chico al que le tengo cariño…
—¿Le tienes cariño a un drogadicto el cual quiere matarte?
—No elegiste ninguno de esos dos caminos, así como yo tampoco elegí estar aquí —continúo y vuelve la vista hacia los zapatos haciendo que me arrastre a su sitio— ¿Todavía te gusto?
Busco su mirada y al no hallarla lo codeo.
—Ya me siento mejor —miento—. Seré una buena esposa.
—No quiero que la bebida caliente tenga azúcar —contesta.
—Vale —salgo. Las mujeres están en sus cosas y no me evitan, pero tampoco me hablan. Kira es la única que me sonríe desde lejos.
Zulima prepara el desayuno del Boss y mientras acaba saco un plato con avena para Cédric que, por lo que he visto, casi siempre le dan las sobras.
—Gracias —me dice y asiento.
Varios camiones se oyen a lo lejos de la carretera, los hombres de la Bratva se ponen alerta y hasta las mujeres sacan cuchillos. El Underboss sale también uniéndose a los que se atraviesan en la carretera deteniendo la caravana con casas rodantes. La curiosidad me gana yendo a ver lo que harán.
—Pasan cuando ya no tenemos fenómeno que regalar — se burla Maxi y contengo las ganas de estamparle el sartén como a la matriarca.
—Es poco lo que traemos —dice uno de los artistas—. No son buenas fechas…
La salida del Boss le agrega rudeza a todo el mundo cuando manda a veinte hombres a revisar los vehículos; sacan ropa, joyas de utilería, pelucas... Mientras que los otros encañonan a las víctimas.
—El dinero se nos fue en comida —el dueño le explica al ruso mientras uno de los hombres de la Bratva trae una jaula con un león albino enjaulado
—. Lo acabamos de comprar…
El ruso niega con la cabeza pidiendo que levanten las armas.
—Una propiedad tuya que ahora será mía —se queda con la jaula—.
Fuera de aquí.
Todos se mueven recogiendo lo poco que pueden mientras yo me quedo absorta con el cachorro que parece un peluche. Lo llevan al centro del campamento y el mafioso ruso lo saca de la jaula tomándolo por el pelaje mientras este le ruge mostrándole los colmillos, pero él le acaricia la garganta calmandolo.
—Padre, está hermoso —adula Maxi siendo apoyado por el resto de los rubios.
—¿Dónde está la esclava? —pregunta el Boss y una de las mujeres me saca para que quede a la vista— Mi león necesita que le sirvan.
Se encamina a mi puesto con el animal en la mano y no hago más que extender los brazos para recibirlo, «Es hermoso».
—Que su próximo alimento lo alimente —dice haciendo que todos se rían y me da igual. Mi atención está en el cachorro que me llevo emocionada recogiendo la jaula.
Agua es lo primero que le doy.
—Oh, si —no lo miro—. Dejé los huevos con el sartén, pones a calentar el aceite y luego los echas a freír.
—Tengo que cuidarlo… Bueno, está bien —trato de levantarme, pero sacude la cabeza.
—Encargate de eso y no me metas en más problemas…
Me ocupo del cachorro haciendo pausas solo para comer. Al ser el león del Boss le dan buenos pedazos de filete y Salamaro me da las indicaciones de lo que se debe hacer y lo que no…
—Ten cuidado con eso, niña —me advierte el moreno—. Cuidalo con tu vida que los leones son algo sagrado entre los Romanov.
Le adecuan el sitio donde dormirá, así como también le consiguen leche de primera con un biberón de veterinaria. No me quiero encariñar con esto, primeramente porque me costaría un pie si lo arruino, «Pero es tan hermoso». Anochece y no hay la típica algarabía de siempre.
—Mañana se le rinde tributo a la muerte de madre —informa Maxi mientras le doy trozos de carne al cachorro—. Recuerden que no derramamos sangre en la fiesta sagrada. Necesito músicos en el campamento y que haya comida hasta para botar, ya que Sonya se lo merece.
Empiezan a limpiar el campamento y termino rápido con el animal cuando noto al Underboss tambaleándose mientras aparta a todo el mundo encerrándose en el glamping.
Lo hallo mal.
—¿Sasha? —lo escucho sorber mientras solloza, «Está drogado» —. Si no eres la tía Sasha, vete.
Llora, el movimiento de sus extremidades me dice que está teniendo una crisis de ansiedad y me acerco a acariciarle la espalda.
—Ven —trato de voltearlo, pero no se deja—. Vlad… Te escucho si quieres…
—Sonya lo siento, perdón por ser tan despiadado…
No parece que tuviera veinte años cuando gira en medio de una crisis de llanto la cual hace que se jale el cabello.
—La maté —se mira los dedos—. Su sangre está en mis manos…
Me da escalofríos y lo termino abrazando llevándolo a la cama sin soltarlo mientras solloza contra mi pecho hasta que el psicótico hace efecto dejándolo dormido. Vigilo su sueño y trato de dormir yo también, pero me entra la paranoia de que no haya cerrado bien la jaula del león o que alguien lo suelte para perjudicarme.
¿Y si se escapa? Me incorporo a buscarlo. No hay nadie rondando, la jaula está detrás de uno de los árboles y me agacho a tomarla, pero una sombra se mueve haciéndome sacar la cabeza «Zulima con traje de sumisa». Mi genio se descompone y no sé porque no guardé al animal desde un principio.
Está dormido y busco algo para beber hallando un cuchillo pequeño en los utensilios de cocina. Volteo a ver el enorme glamping del jefe y me aseguro de que no haya verdugos mirándome.
Su sitio es el más grande de todos y rápidamente me muevo a las cuerdas que se anclan en el piso cortando y dejando un mínimo hilo que lo sostenga mientras corto las otras.
«Mafioso de mierda».
Gateo para que no me vean repitiendo la operación en todos los puntos.
Termino y con disimulo me apresuro a mi refugio queriendo ver qué pasa, así que medio levanto la puerta de tela para espiar. Vladimir sigue dormido y, como lo calculé, el viento sopla levantando la tela blanca del “Boss”.
«Se lo merece».
El amanecer no es soleado y Vladimir se mantiene de espaldas a mi lado apretando las sábanas en medio de una crisis.
—Vete —me pide.
—Hey.
—¡Que te vayas! —enfurece y me aseo rápido sacando al león.
El día pinta gris, las nubes auguran lluvia y están armando el glamping del Boss, también un techo para resguardar los otros refugios.
—Emma —me llama Zulima cuando salgo y temo a que sea para algún reclamo—. Ven, por favor…
Me acerco como si nada y no sé por qué le miro el cuello. Los daños del toldo del Boss lo tienen desayunando al aire libre con Maxi.
—Ayudame con esa jarra de jugo —pide Zulima—. Sírvele zumo al Boss…
—La memoria de madre debe respetarse hoy sin sumisas que te ronden para que te las folles —alcanzo a oír a Maxi cuando me acerco y no sé porque comparto esa idea —. Hoy es el día para pensar en Sonya…
«Eso si no lo comparto».
—Buenos días —digo de forma automática.
El mafioso fija la mirada en mí, una mirada asesina que me hace servir el jugo rápido perdiéndome ver al león, ¿Sabrá? Nooo, imposible. Fue un desgaste de cuerdas lo que pasó.
Alimento al animal y los Romanov sacan a Vladimir del campamento escoltándolo como si fuera muy peligroso…
—¿Qué pasa? —me acerco a Kira hablándole con disimulo.
—Mañana vuelve —contesta de la misma forma y doy por hecho que debo ir yo también, pero Kira me detiene—. No se te ocurra…
«¡Oh, diablos!» Mis ojos viajan al puesto del Boss que me sigue mirando mal y mis instintos de supervivencia se ponen alerta.
Rápidamente le dejo comida, guardo al león y me coloco las zapatillas cerradas queriendo huir, «Viviré lejos del campamento mientras vuelve Vladimir».
—Tienes que vivir con esto —le dejo comida y agua al animal antes de salir.
Como siempre, los hombres no me determinan y empiezo a alejarme en tanto las primeras gotas de lluvia comienzan a caer mientras miro constantemente atrás, ¿Para qué corté eso?
Las gotas se intensifican, la lluvia cae con fuerza y algo me hace voltear notando al hombre que me sigue haciéndome correr entre el pequeño tramo de árboles que aparece.
—¡No fui yo! —le grito. Vuelvo a mirar atrás viendo como viene por mí en medio de la lluvia, acelero el paso y freno en seco cuando de la nada aparece frente a mí el abismo con cascada que por poco no noto.
La altura me hunde el estómago y el mafioso sujeta mi brazo mientras la gotas nos empapan.
—¿Qué animal anda cortando cuerdas en la madrugada en cuatro patas?
—indaga— Oh si, Emma malcriada James…
—Tu esposa murió y tú aquí queriendo reprenderme como si fueras mi papi —me toma del cuello de la blusa y manoteo mientras muevo los pies pisandolo para que me suelte e intenta llevarme, pero el suelo se desmorona y por más rápido que se quiere ser nos vamos al vacío.
Mi corazón pierde ritmo, mis oídos zumban ante el pánico del vértigo que me golpea y segundos después caigo en el pozo de agua que entra a mis vías respiratorias.
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BOSS
Любовные романыEsta historia no es mía, decidí escribirla porque no la encontré completa en wattpad