CAPITULO 2 - ¿NO SABES QUIEN SOY?

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Emma.
Bien, aquí estamos, hay que hacerlo, vamos... Si parece difícil, pero pues mi madre no crió una perra débil..
—¿Nerviosa? —pregunta el chico frente a mí— Te veo pálida.
—¿Yo? —suelto a reír con frescura— No seas crédulo, soy así.
—¿Segura?
—Si, si, dale.
Se saca la playera mientras me mentalizo que me va a desflorar. Si, por estúpido que se oiga quiero saber qué se siente tener un miembro en mi canal, me harta ser la inexperta del grupo.
Se acerca despacio mientras mis labios esbozan una coqueta sonrisa, posa la mano en el centro de mi espalda dejando que nuestros labios se acaricien. El beso es suave, me está teniendo paciencia ya que le he dicho varias veces si y luego no. Baja a mi cuello y voy perdiendo el miedo dejando que se aleje a despuntar el pantalón.
¿Estoy húmeda ya? No, veamosle el pito a ver qué pasa. Procede despacio, el bóxer aparece, mete la mano en la tela sacando el miembro y...
La química se esfuma , no era lo que esperaba, pero al igual sirve... Se acerca a besarme de nuevo y esta vez siento que me repugna. «Este chico no me gusta mucho» En un momento percibo que las paredes me acorralan, que su lengua es un tentáculo baboso y...
—Tu turno —pide sentándose en la cama.
—Va .
Sujeto el borde de la playera tratando de hacer un movimiento sexy, el gesto lo enloquece y... Tomo mi mochila corriendo a la salida mientras mis patines me maltratan chocando contra mis muslos durante la huida.
—¡Emma! —me grita Martín mientras bajo la escalera— ¡No seas calienta huevos!
Corro más rápido alcanzando la puerta, pero el muy pendejo prende las alarmas y las rejas principales empiezan a cerrarse.
—¡No seas gilipollas, Martin!
—¡Emma! —sale a medio vestir.
—¡No quiero ya! —le grito sin dejar de correr.
La reja se cierra a pocos metros y no dudo en treparla al notar que trata de alcanzarme.
—Siempre me haces lo mismo.
—¿Para qué me crees?
—Eres una estúpida —increpa— ¡Ve y llorale a tu papi, fracasada!
Le saco el dedo medio e inmediatamente se devuelve a su casa.
—¡Te estaba usando! —le grito— ¡Y tu pito es raro!
No contengo la carcajada en lo alto de la reja, estrella la puerta cuando entra y sigo bajando muerta de la risa, pero lo divertido se acaba con la llegada de la patrulla que da vueltas en el vecindario.
—Señorita ¿Qué hace? —baja un oficial— Está invadiendo propiedad privada.
—No, estoy saliendo de una propiedad privada.
Aterrizo acomodando mi mochila.
—El dueño activó la alarma —indica.
Muevo el indice pidiéndole que se acerque. Es un hombre de edad que obedece sin apartarse las manos de la cintura.
—Lo dejé frustrado y está respirando por la herida, pero ya me voy.
Me abro paso dejando el intento a medias cuando el otro oficial se me atraviesa.
—Tendrá que acompañarnos a la estación.
Rick James es lo primero que se me viene a la mente, todos los vellos se me ponen en punta al recordar algo peor y es... Luciana Mitchells.
—Esperen, todo en la vida tiene solución y esta situación no es la excepción.
—A la patrulla —me ponen las esposas mientras varios transeúntes se detienen a mirar provocando que entre en pánico.
«¡Mi madre me va a matar si descubre que salí a perder la flor!»
—¡No lo vuelvo a hacer! —lloriqueo— No me traten como una chica mala que soy un angelito.
Hago un puchero suplicando en vano ya que el auto se pone en marcha condenandome al peor castigo de mi vida.
¿Qué le voy a decir a mi papá? Pataleo desesperada.
—Oficial, usted no sabe quién es mi hermana así que déjeme ir —
empiezo a conciliar a través de las rejas— Si no me libera vendrá a patearle el trasero.
Desquiciada o como me acabo de mostrar, mi nombre es Emma James Mitchels y soy la semilla más pequeña de Rick James y Luciana Mitchells.
Toda la familia por parte de mi padre pertenece a la FEMF (FUERZA ESPECIAL MILITAR DEL FBI), la rama judicial secreta más grande del mundo. De esta asociación solo saben las entidades que hacen justicia (Policía, DEA, INTERPOL, etc) y los criminales que el comando especial tiene en la mira.
LA FEMF es el máximo ente judicial el cual persigue a las bandas más peligrosas de la tierra y mi apellido se conoce en todos los comandos, ya que mi padre es un ex general de renombre y mi hermana una teniente que ha dejado la reputación de la familia en lo más alto.
«Yo soy como el hijo defectuoso, ese que parece que hubiesen dejado en la puerta en una noche lluviosa»
Me bajan del vehículo mientras ruego que se desate el fin de los tiempos para que mis padres no me maten (Se supone que no debo salir sin escoltas). La cosa es que me hartan y no puedo hacer mis cosillas, como perder la virginidad por ejemplo.
—Le di una oportunidad y no me creyó —le advierto al oficial— Ahora se atiene a las consecuencias.
—¿Me está amenazando?
—Estoy siendo misericordiosa advirtiendo con justa causa.
La penitenciaría de Phoenix es pequeña. Deslizan las rejas quitándome las esposas e inmediatamente se pegan al teléfono con mi documento en la mano, mientras aferro los dedos a los barrotes orándole al señor de las desgracias.
—¡Piedad, por favor! —lloriqueo maldiciendo a Martín— No sabía que dejar un pito parado se consideraba delito.
«La gente es tan inmadura» El oficial sacude la cabeza con el teléfono en la oreja.
—Señor, dispáreme —le pido al policía— Eche mi cuerpo en un container pero no deje que mi padre me vea aquí.
Muevo los barrotes exasperando a todo el mundo. Esta ciudad es un nido de loros, los cotorreos corren rápido, es algo que a mi madre no le va a gustar y ya me han castigado tres veces este mes.
Me callo cuando el mismísimo Rick James aparece furioso después de cuarenta minutos de lloriqueos. Papá es el progenitor que todos sueñan, pero cuando se enoja lo mejor es comprarse un ticket a P. Sherman, Calle wallaby 42, sydney.
Si, no existe ¡Pues la piedad en los castigos de mi papá tampoco!
El oficial le extiende la mano a modo de saludo. Ya tuvo que mirar mi historial y debe saber que quien es, quien soy como también debe saber que mi lápida dirá:
"Murió al ser enterrada viva por su propio padre"
—General James, esta niña dice que es su hija y fue hallada colgada en una reja sacando el dedo del medio.
Me mira quitándose los lentes y le muestro los dientes sonriendo como si fuera lo más gracioso.
—Nos ha estado amenazando con su hermana que...
—¡No la conozco! —se devuelve— Colóquele un overol y llévela a trabajar al desierto.
—¡Papá! —exclamo ofendida— No me quieres ¿Cierto? Claro, como no soy tu favorita.
Regresa y le vuelvo a sonreir. Me ama, no tengo dudas pero, como ya dije, sus castigos son inhumanos.
—¿Por qué andas colgada en rejas y por qué expones el nombre de tu hermana? —se molesta— Emma ¿Qué te he dicho?
—Lo siento —frunzo los labios a través de los barrotes en busca de un beso y me toma la boca con la mano sin la más mínima ternura.
—No sé qué hacer contigo... —evita soltar una grosería— A cada nada es un lío diferente.
—No lo vuelvo a hacer...
—¡Siempre me dices lo mismo! —lo exaspero.
Sacude la cabeza volviendo al escritorio de los policías.
—A esta niña me la regalaron y tuvo varias caídas en la infancia —dice
— Me la llevaré y haré que su psiquiatra la revise.
Abren la reja, me devuelven los documentos y lo sigo al coche, no sin antes esperar que los escoltas tomen las debidas medidas. Se pone al volante mientras las motos y camionetas lo siguen de inmediato.
Esto es algo que detesto y me fastidia, estar con mil personas encima. Mis amigas salen, bailan, se divierten y yo no puedo dar el más mínimo paso porque siempre estoy siendo vigilada.
—¡Emma, no puedes salir desprotegida! —reclama mi progenitor.
—Tengo 18 años y sabes que no me gusta que me sigan, mis amigas nunca están cómodas conmigo. Papá, ya lo hemos discutido...
—¡Es por tu seguridad! —me grita— ¡¿Quieres pasar lo mismo por lo que pasó tu hermana?!
El tinte de desespero me rasguña por un momento, «Tienen que entender que yo no soy mi hermana»
—Necesito vivir mi vida —enfatizo— ¿No se te hace injusto el que no pueda abrir mis alas? Rachel es Rachel, pero yo soy yo.
Se queda en silencio, es de los que trata de entenderte por mucho que le cueste.
—La adoro, pero a cada nada debo cargar con el peso de su fama y no es justo para mí —recalco— Es cruel vivir bajo su sombra.
Sacude la cabeza, llevamos meses con esto. Para ellos es difícil. Después de todo lo que hemos pasado, los últimos años no nos han favorecido en nada y hemos tenido que cambiar nuestro modo de vivir.
A mi me cabrea llegar a casa y estar rodeada de hombres armados por todos lados, ya que somos la segunda familia más cuidada de la FEMF.
Mi hermana Sam se está preparando para ir a la universidad y lo hace saliendo escoltada con dos soldados en moto. A ella le da igual, mi segunda hermana se adapta a lo que le toque sin protestar, sin refutar. Si está segura, el resto le vale.
—¡Emma está castigada! —grita papá cuando entramos— ¡Lavará la cocina esta noche y aseará a los caballos en lo que queda del año! ¡No saldrá y tampoco tendrá visitas que duren más de media hora. Cero prácticas de patinaje!
Dejo la mochila de lado cuando se vuelve hacia mí.
—Vuelves a salir y te cambio la cama por un ataúd —advierte— Y no cualquier ataúd, uno al que le pueda poner candado para que no te me escabullas.
Mi casa es una prisión y mi vida un desastre, ya que cuando no estoy siendo vigilada, estoy siendo señalada, tachada o criticada.
Subo a mi alcoba. Con 18 años no tengo los títulos, ni la inteligencia, audacia y valentía de mi familia.
Sujeto la foto familiar que tengo en el escritorio. A mi edad, mi madre hacía parte de un importante proyecto en la NASA y yo a la mía solo tengo mis patines y mi amor por el hielo.
A mi edad, la primogénita de papá era un cadete prometedor ¿Y yo?
Bueno...Yo solo quiero divertirme, pero eso es imposible cuando tu apellido es una jodida leyenda.
Si, somos leyenda gracias a mi hermana mayor quien para mí tiene el apodo de " La puta ama". Rachel James Mitchells es una agente ilustre que sobrevivió a la mafia italiana, a una droga letal y ahora es la esposa de uno de los hombres más peligrosos del momento y eso nos tiene en el ojo del huracán.
Hace poco viajamos a la boda que se llevó a cabo en Londres, ellos viven ahí «El comando operacional más grande de la FEMF está en dicha ciudad»
Mi cuñado es un criminal sádico con uniforme de coronel y, tanto él como mi hermana, mantienen una guerra con las grandes mafias las cuales quieren aniquilarlos.
A mí me da igual sus disputas porque no le he hecho nada a nadie y siento que sus líos no tienen que valerme, ya que no soy ni millonaria, ni ilustre ni famosa como ellos. Soy como ese desastre al que nadie le apuesta.
Salgo de todas las redes huyendo del modo de diversión de mis amigas , ellas salen y yo me encierro. Mis padres me sacaron de la academia militar y me obligaron a tomar un año sabático lejos del ejército.
—¿Saliste sin los escoltas? —Mi madre irrumpe en mi alcoba.
—Llevaba tres días encerrada... Y no es que este en riesgo siempre.
Recuerda que soy un cadete con entrenamiento militar especial que sabe defenderse.
—¿Y? —se molesta— Emma, ya te dije que por este año...
—¡Pues no me parece justo! —le hago frente— ¿Qué estoy pagando, mamá? Me estoy pudriendo aquí adentro.
La rabia me agita el pecho. Si medimos la magnitud de la belleza con una joya diría que mi madre es un diamante al igual que mis hermanas, yo y todas las mujeres de mi familia materna.
—¡Tengo 18 años y un mundo por delante! —me quejo— Dejen de reprimirme.
Mueve la cabeza en señal de negación.
—¿Reprimirte? ¿No notas que todo es por tu bien?
—¡Pues no lo quiero! —replico— ¡Me niego a este maldito cautiverio!
Me echo en la cama negándome a que siga hablando, a cada nada tenemos la misma discordia. Luciana prefiere irse. Mamá tiene la mala costumbre de castigar con el látigo de la indiferencia y de seguro no me hablará en lo que queda de la semana.
Mantengo la mirada en el techo el resto de la tarde. La noche se toma Arizona y mi padre me grita desde la escalera que se irán al velorio de la madre de un conocido. Me echo la cabeza en la almohada.
«Mi vida es tan aburrida» Extraño la academia, mis amigos y mi libertad.
El móvil me vibra y lo alcanzo de mala gana.
—Prisionera 433 —contesto.
—¡Emma! —grita mi amiga Ashley al otro lado— Tienes diez minutos para estar aquí.
—Estoy encarcelada, recuérdalo.
—¡Al diablo! —chilla otra vez— Hay una mega celebración en Sonora y el amigo del primo de un cuñado de un conocido del comando nos va a llevar en una avioneta.
—¿Quién?
—¡Emma, no pienses. Solo trae tu culo y un disfraz al aeródromo ! —
sigue gritando— ¡Todos los del comando estarán!
Me muerdo los labios «Amo las megafiestas» Quiero razonar peroooo...
—¿Te vas a quedar como el pedazo de cebolla que todos olvidamos en la nevera? —me regaña mi amiga— ¡Hay barra libre para las mujeres!
Me asomo en la ventana ¡Oh Diablos!.. Al igual ¿Que? Si voy y me castigan da igual. El peor castigo ya lo estoy viviendo.
—Es una fiesta de disfraces.
—No se vayan sin mí —exijo antes de colgar.
Empaco mi maquillaje, busco uno de mis vestidos artísticos de patinadora y mis zapatos. «Me disfrazaré de lo que más amo»
No tengo rastreador por el momento ya que el último me causó un brote y me lo quitaron mientras llega el nuevo, por ende, mi padre no podrá encontrarme.
Me engancho la mochila planeando el escape, ¡México, aquí voy!.

BOSSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora