Capítulo 8

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Otro par de días después, su jefe estaba en la cafetería para supervisar algunos asuntos y al parecer cambiar algo minúsculo del menú. Y Jimin debía escabullirse un par de segundos cada diez minutos para responderle a Yoongi. 

Leyó el último mensaje que le había mandado el hombre, mordiéndose el labio con una sonrisa al ver la foto que le había enviado desde la universidad con el cabello desordenado y una carita de sueño que Jimin encontró adorable y completamente besuqueable; inconscientemente, los labios de Yoongi hacían un pequeño puchero hacia la cámara. 

Ambos se la habían pasado mensajeando como locos; Yoongi últimamente no se había aparecido por la cafetería y Jimin se enteró que era por estar en periodo de exámenes, por lo que su único recurso para no perder contacto con él era a través de mensajes.

Cada día sentía más aquella conexión con Yoongi, como si algo los incitara a buscarse aunque sea de la más simple manera. Jamás quedaban sin tema de habla. Jimin estaba maravillado de que por fuera Yoongi se viera introvertido y gruñón cuando en realidad su personalidad era dulce, amistoso y torpe, que no sabía decir que no.

—Eunhye, necesito hablar contigo un momento. Sígueme.

Jimin escuchó la voz de su jefe y su teléfono resbaló un par de veces de sus manos antes de atraparlo y sostenerlo contra su pecho. Vió a su compañera algo frustrada desaparecer por la puerta de la cocina, y por un momento se preguntó qué pudo haber pasado. Su teléfono vibró contra su pecho, un nuevo mensaje le había llegado, así que desbloqueó el aparato y leyó cómo Yoongi le exigía que era su turno de enviarle una foto de lo que fuera que estaba haciendo.

Mordisqueando su labio inferior, Jimin abrió su cámara frontal, se retocó un poco acomodando su cabello y revisó si su sutil maquillaje no se había corrido. Tomó una foto de costado, pero sin quedar satisfecho con el resultado bajó la mirada hacia su camisa y desabrochó el botón de arriba dejando a la vista sus clavículas y parte de su pecho, y, recordando que Seokjin le había pasado un chocker (nunca supo específicamente el por qué) lo sacó de su bolsillo y lo ajustó a su cuello; era una simple tira de gamuza negra con una pequeñita piedra preciosa en el centro. Volvió a abrir su cámara y tomó otra foto en la misma posición, quedando satisfecho esta vez al verse más bonito y enviándola sin dudarlo a Yoongi.

Dejó el teléfono de lado al llegar un cliente, y se entretuvo por un par de minutos mientras tomaba la orden y preparaba un bubble tea. Le encantaba su trabajo, el olor de diferentes hierbas, especias o frutos secos, se mezclaba en su nariz de forma exquisita y jugar con las máquinas era una de las formas de pasar el tiempo. Ser barista al principio le había resultado muy dificil, pero ya lo manejaba bien. 

Cuando volvió a desocuparse, Jimin desbloqueó su teléfono y se sentó en una silla frente a la caja registradora, pero casi se va de cara al suelo al ver el mensaje no leído de Yoongi.




MYG: Te ves lindo con el choker.




Jimin se llevó el dorso de su mano a la boca y mordisqueó la piel arrugando la nariz, chillando lo más bajo posible para no alertar a los clientes ni llamar la atención de su jefe.

Yoongi definitivamente le estaba coqueteando, y él se dejaba hacer sin ningún tipo de resistencia porque, muy en el fondo, le encantaba tener su atención. Le encantaba su nueva cercanía y que Yoongi le adulara cada vez que se retocaba un poco más de lo usual. El hombre parecía estar tan al pendiente de él, darse cuenta de todos los detalles de su parte y corresponderlos de igual manera.

Jimin se acurrucó contra sí mismo en la silla donde estaba, llevándose los dedos a los labios y sonriendo con alegría. Una felicidad y un sentimiento cálido asentándose en su corazón con fuerza.

Sentía que Yoongi era para él, y él para Yoongi.

Pero Jimin había ignorado su más grande problema, que ahora salía echando humos por las orejas hacia las mesas vacías para retirar la vajilla sucia. 



••••



Al día siguiente Yoongi nuevamente había llegado sin las intenciones de ver a Eunhye, sino que a él. A Jimin le tocaba cerrar la cafetería hoy, por lo tanto, la compañía del hombre desde las 9 hasta las 10:30 p. m. (horario en donde casi nunca habían clientes) se le hacía lo más anhelado.

Despidió a las 10:00 p. m. al último empleado que quedaba, quedando solamente él y Yoongi durante la media hora restante en donde tendría que verificar que todo estaba en orden antes de cerrar.

—¿No prefieres irte a casa? Es tarde ya. —Jimin sugirió. En realidad no había querido decir aquello pero tampoco quería obligarlo a que se quedase junto a él y fuera a dejarlo a casa.

Yoongi esta vez llevaba unos jeans rasgados y una casaquilla verde con detalles blancos para cubrirse del frío. Había comenzado octubre y las tardes se hacían cada vez más heladas. El hombre también llevaba un par de papeles en mano, que Jimin supo que eran partituras, y un portaminas el cual mordisqueaba el extremo con sus dientes.

—¿Acaso no te gusta mi compañía? —replicó Yoongi mirándolo con incredulidad.

Jimin soltó una risita negando con la cabeza y rodeó la barra para acercarse a él y sentarse en la silla de al lado.

—Sabes que no es eso. —le dijo.

Yoongi le sonrió, dejó caer su mano sobre la barra y volvió su mirada hacia los papeles. Jimin miró la mano ajena por unos segundos antes de acercar la suya para que se rozaran suavemente. Uno de los dedos de Yoongi amagó en envolverse con el suyo, y Jimin no pudo decir que no, terminando por enredar su dedo índice con el de Yoongi.

—¿Sabes? Es probable de que despidan Eunhye. —Yoongi habló sin despegar la mirada de las partituras.

Jimin frunció el entrecejo, sorprendido. —¿Por qué?

Yoongi se encogió de hombros, desinteresado.

Jimin bajó la mirada hacia su regazo. —Yo ya no me cruzo tanto con ella, creo que me evita.

Y era verdad, incontables veces notó cómo la chica parecía estar cada vez más lejos de él, cómo no le hablaba ni le saludaba como antes y solamente cuando era necesario, y cómo la actitud hostil de Eunhye parecía salir cada día más a flote.

—No tengo ni la menor idea. Eunhye está rara, no la estoy tomando demasiado en cuenta estos días —Yoongi guardó las partituras y el portaminas dentro de su bolso lleno de dibujos y parches que estaba situado al costado de su asiento—. ¿Nos vamos? Ya son las diez y quince. 













FOR ME? ➸yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora