𝟬𝟲 | Mimos

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Aquella mañana no podía ser peor para Rebecca cuando despertó en la soledad de su habitación con un horrible resfriado que la hacía agonizar lentamente. Su cabeza dolía y sentía su nariz picar a cada rato con ruidosos estornudos que resonaban por todo el departamento y que provocaban punzadas en sus sienes.

Se acurrucó en el centro de su cama entre sábanas y almohadas con intención de dormir todo el día, se sentía demasiado sensible y solo quería que alguien lo acompañara hasta su último aliento, y como si se tratara de haber invocado a alguien, sonó el timbre de la puerta y gruñó por tener que levantarse.

La puerta siguió sonando y decidió ignorarla, no tenía intenciones de salir de cama y si se trataba de uno de sus amigos o de sus padres solo la obligarían a salir. Cuando el ruido cesó y decidió dormir, la puerta fue abierta y Freen entró en busca de Becky, ya que tenían contemplado salir ese mismo día a comer y ya había dado aviso que llegaría pronto.

—¿Becbec? ¿En dónde estás? ¿Lista para ir a comer?—Habló en el silencio del departamento y se dirigió a la habitación, observando la puerta entreabierta. Dio leves toque sobre esta y la abrió en su totalidad, para descubrir a su novia sobre la cama envuelta como si de un burrito se tratara mientras frotaba su nariz con un pañuelo y su rostro lucía demacrado.—¡Becca! ¿Qué te pasó?

Se dirigió casi corriendo hasta donde estaba y colocó su mano en su frente y buscó indicios de algún síntoma visible, pero solo pudo observar aquella naricita de botón tan roja como un tomate y sus ojitos acuosos mientras apretaba la sábana sobre su cabeza.

—Maldición, no recordé nuestra comida, lo siento por no avisarte antes.—Susurró mientras carraspeaba por la incomodidad que su garganta le producía y emitió una mueca.

—Ah, no te preocupes. ¿Ya tomaste algo? ¿Has comido algo? Te ves demasiado mal.—Sonrió con lo último y dejó su bolsa en una de las sillas que la habitación disponía.

—Tomé una pastilla que encontré por ahí y no he comido nada, realmente no tengo apetito.

—Pero si no comes algo solo empeorará, debes de comer algo ligero por lo menos. Déjame prepararte algo mientras descansas, no permitiré que no te alimentes.

—No es necesario, en serio...—Fue interrumpida cuando Freen se acercó hasta ella y apartó los rebeldes mechones que se pegaban a su rostro.

—Déjame consentirte y hacerte sentir bien, está más que claro que no te encuentras bien y me preocupa verte en este estado, ¿Si?—Cuando recibió un asentimiento, sonrió satisfecha.—No tardaré, ocuparé tu cocina para prepararte algo y vengo en seguida.

Salió de la habitación, no sin antes depositar un suave beso sobre la frente de la mayor. Becky se sintió levemente desorientada pero anhelando más de su tacto, por lo que sin pensarlo se levantó a regañadientes y jaló la sábana consigo, arrastrándola por el piso mientras tomaba camino a la cocina y veía como Freen sacaba los ingredientes que necesitaba para preparar la comida que le haría especialmente para ella.

Y eso la hacía sentir demasiado cálida por dentro.

—Eh, ¿Qué haces aquí? Te dejé descansando.—Freen fingió molestia mientras ponía sus manos sobre sus caderas pero la pequeña sonrisa la delataba al ver la tierna imagen frente a ella.

Si bien Becky nunca era de mostrarse vulnerable, ese momento lo atesoraría con su vida entera. Sentada en una de las butacas de la isla de la cocina, la sábana cubría desde su cabeza hasta sus pies, su cabello aplastado a cada lado de su rostro y un leve puchero en sus labios mientras su naricita se volvía más roja por seguir siendo sonada con el pañuelo que llevaba en su mano.

—Yo no quería estar sola.—Murmuró por lo bajo mientras desviaba la mirada por pena.

La tailandesa sonrió y negó divertida.—Está bien, termino rápido aquí y volveremos a la habitación para que te recuestes y descanses, ¿Bien?

La inglesa asintió y decidió liberarse de la sábana, colocando sus codos sobre el frío azulejo y descansando su barbilla sobre sus manos hechas puño. Vio con atención como Freen abarcaba toda la cocina y se dedicaba a saca ollas y sartenes, sonrió y suspiró como una tonta enamorada cuando la vio bromear al cortar en rodajas la verdura y echarle sal mientras probaba constantemente el sabor de lo que fuera que estuviera haciendo, felicitándose a sí misma.

Después de un rato sirvió en un tazón un poco de sopa y la tendió en su dirección, entregándole una cuchara para incitarla a probarla.

—Es algo que mi madre me hacía cuando enfermaba y me sentía bien al poco tiempo, espero que te guste.—Sonrió con devoción y esperó la primera reacción cuando lo vio agarrar del caldo de la sopa en la cuchara y dirigirlo a su boca.

No podía negar que se encontraba nerviosa, conocía como le gustaba el sabor de cada comida, pero cuando uno se enfermaba sabía que las cosas cambiaban y la sensibilidad salía a flote, pero cuando la vio tragar totalmente satisfecha y rápidamente fue por otra probada, supo que le había gustado.

—Sabe delicioso, muchas gracias.—Ahora sus mejillas se encontraban sonrojadas tanto como la punta de su nariz y eso provocó que quisiera apretujarla entre sus manos.

—Come mientras limpio todo el desastre que hice, podemos recostarnos y ver algo, pero no sin antes asegurarme de darte de unas pastillas que siempre traigo cuando no me siento bien.

Rebecca hizo un sonido de aprobación mientras seguía comiendo y degustando, mientras Freen terminaba de fregar los traste y ponerlos en su lugar. Cuando terminó, ambas se dirigieron a la habitación e intentaron acomodar lo mejor posible las sábanas, para luego recostarse entre el nido de almohadas.

Freen terminó con su espalda contra el respaldo de la cama, mientras que Becky reposaba su rostro sobre sus muslos y esperaba con paciencia que las manos contrarias acariciaran su cabello. No esperó mucho, en cuanto inició la película que se habían puesto de acuerdo para ver, sintió aquellos dedos sumergirse entre su cuero cabelludo y fue acariciada hasta quedarse profundamente dormida y por fin pudo descansar después del peor inicio de día que había tenido.

Pero, justo cuando todo marchaba bien y estaba logrando abrirse sin ninguna restricción a la persona que le iba entregando su corazón, las cosas parecían querer voltearse para mal.

Girl of my dreams「 Freenbecky 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora