Capítulo 2

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—Joder, esto no venía dentro de la agenda de hoy—digo agitada mientras sigue embistiéndome contra su escritorio.

—Lo siento nena, pero no me pude contener—su voz suena entrecortada por el esfuerzo que hace al mover sus caderas, arremetiendo con frenesí contra mí—Te hechaba de menos.

Da unos embates más, los suficientes antes de hacer que ambos lleguemos a la vez, mi pecho sube y baja por la necesidad de recuperar el aire perdido, una ligera capa de sudor cubre mi rostro y la desaparezco con el dorso de mi mano, separa su rostro de mi cuello no sin antes haber dejado un beso.

Acerca su rostro al mío dándome un pequeño beso que no dudo en corresponder, nos separamos, su mirada azulada no pierde el contacto con la mía.

—Dmitry Miller, el empresario más temido por todos, aquel al que ningún hombre se atreve a llevarle la contraria- comienzo con un pequeño discurso que de inmediato pone una sonrisa en su rostro-Frío, manipulador y obstinado ante todos, con una imagen pública impecable, se encuentra ahora frente a mí, agitado, con el cabello revuelto y la ropa desacomodada, saliéndose de su hora laboral, cosa que nunca haría, para follar con una mujer. ¿Cómo hablaría eso de usted, señor Miller?

—No para follar con una mujer, para follar con mi mujer—sus palabras envían un pequeño sonrojo que yo me esfuerzo en ocultar en vano—¿Es en serio?—ríe y yo no hago más que avergonzarme—Te sonrojas por eso y no cuando te susurro lo mucho que quiero follarte contra el escritorio o cualquier superficie en la que pueda poner tu cuerpo.

—¡Dmitry!

Lo siento salir por completo de mi, toma entre sus manos el condón y lo echa al cesto después de haberle hecho un nudo, acomoda los botones de mi camisa de trabajo, los mismos que casi arranca de un tirón.

—Te extrañé—sus dedos se entrelazan con los míos y comienza a jugar con el anillo que me hace su prometida.

—Si, me lo acabas de demostrar.

Sonríe y me ayuda a bajar de su escritorio, camino hacia el baño que se encuentra en su oficina, tomo las toallas sanitarias para limpiar la zona entre mis piernas, a veces olvido que tan desastroso es el sexo después de haberlo disfrutado, acomodo mi ropa quitando algunas arrugas, acomodo mi cabello nuevamente en un moño alto sin dejar una sola hebra suelta.

—Nena, he estado pensando que esta noche podríamos ir a cenar.

—No sería una mala idea—llego hasta él y bordeo con mis manos la tela de su camisa acomodándola antes de rodearlo con mis brazos en torno a su cuello—Quiero disfrutar este tiempo contigo.

—También quería presentarte a alguien, es un viejo amigo que estará en la ciudad por un tiempo, me gustaría que lo conocieras.

Cualquier ilusión que me hayan hechos sus palabras acaban de ser desplazadas a un lado, en estos últimos meses el trabajo es algo que no nos ha permitido pasar la mayor parte del tiempo juntos. Hemos estado muy ocupados con la nueva expansión de la empresa a Italia, las cenas de negocios, las ruedas de prensa, terminar cansado en las noches, nos ha mantenido distanciados, si bien suelo ser yo quien lo acompañe a todos estos eventos, como su secretaria debo mantenerlo informado de todos sus pendientes, aunque esta vez no fue así.

Por un momento llegué a pensar que esta noche podríamos tenerla para ambos, disfrutando de la compañía del otro, aprovechar del tiempo que estuvimos separados, pero veo que ya tenía otros planes en mente, me tenso entre sus brazos haciéndole notar mi incomodidad, rápidamente rodea mi cintura evitando que rompa el contacto entre nuestros cuerpos.

—Puedo decirle que sea otro díaintenta remendarlo, pero ya no hay nada que pueda hacer para que mi ánimo sea el mismo—Así podemos pasar tiempo juntos.

PERVERSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora