Artyom:
Llevo el vaso con el líquido ámbar a mis labios y vierto todo su contenido en mi garganta de un solo golpe.
—Todo está listo señor—uno de mis hombres se dirige hacia mí abriendo la puerta de la bodega abandonada
Visualizo el cuerpo de la persona frente a unos centímetros de distancia, sus manos atadas fuertemente al respaldo de la silla impidiendo cualquier movimiento amenazante, su cabeza aún cubierta por la capucha negra impidiéndole saber lo que ocurre a su alrededor.
—Shlak italyanka—escoria italiana; lo llamo al quitarle la capucha
—Ruso—escupe con desagrado—Habías tardado en encontrarme
—Estaba dejando que pensaras que tendrías las cosas bajo control, nadie puede jugar en mis juegos sin que yo me de cuenta, Bianchi
Y no mentía, habían pasado dos semanas desde la última vez que estuve en el club haciéndole una visita al imbécil de Lewis, tenía pleno conocimiento de todos los movimientos hechos por ambos a partir de ese momento, me aseguré de saber si lo que el gerente de mi club decía era cierto, y no mentía, el italiano había mantenido a su familia amenazada, su casa estaba vigilada por dos hombres, mantenían llamadas por un teléfono que él le había dado solo para mantener comunicaciones entre sí.
Bajo mi mando tenía todo tipo de gente especializada y eficiente en su terreno, técnicos, científicos, agentes del FBI, químicos y más, por lo que interceptar las líneas telefónicas y escuchar la conversación de ambos no fue difícil, Lewis cancelaba el acuerdo que tenía a salvo a su familia de las amenazas, tomó una buena y sabia decisión. Cumpliría mi palabra, los mantendría a salvo.
Por otra parte, sabía de las intenciones del italiano desde un principio, antiguamente éramos socios. Buscaba expandir mis negocios a Italia, los Bianchi son una de las familias mafiosas más poderosas que hay en el país, por lo que formar una alianza con ellos era inevitable, ellos se encargarían de que mi mercancía cruzara segura de ahí a otras partes del mundo. También se distribuiría el cargamento por todo el territorio, pero tuve un percance con una de sus hijas, el italiano nos encontró en la cama, insistiendo en la absurda idea de casarnos por haber ensuciado su honor y el de su hija, cuando había sido ella quien me había abierto las piernas sin necesidad de mover un dedo.
Había sucedido hace apenas unos meses atrás cuando visite Italia por última vez, creando una enemistad entre ambos, y al parecer ahora el italiano venía en busca de venganza. Bianchi se encargó de cerrar el comercio que tenía en algunos puertos y zonas específicas del país, y últimamente me han llegado rumores de que ha estado amenazando a mis socios italianos para que mi mercancía no llegue a Italia.
Lo que me causa inquietud es que no sea el padre quien esté aquí, sino su hijo, Alejandro Bianchi.
—¿Qué esperabas?, ¿Qué robarías la inocencia de mi hermana, mancharías su honor y el de mi familia y todo quedaría como si nada?—se recuesta en el respaldo de la silla sin dejar de observarme
—¿Inocencia?—me burlo soltando una carcajada—Tiene una buena técnica para su "inocencia"
Saco una de mis manos del pantalón para hacer comillas con los dedos sin borrar la sonrisa de mi rostro.
—No te atrevas a insultarla de esa manera pedazo de mierda rusa—me acerco a él descargando mi puño contra su boca
Escupe la sangre que se acumula en su boca a causa del golpe.
—No me gustó que hayas intentado joderme mis negocios—camino hasta estar más cerca—Ellos—señalo a dos hombres que traen una mesa con todo tipo de instrumentos de tortura—Te darán una lección que quiero que lleves a tu padre, no quiero que interfieran nuevamente en mis negocios, ni mucho menos que continúe amenazando a mis socios. O no le gustará el final que le daré a su legado.
ESTÁS LEYENDO
PERVERSO
Romantizm¿Qué se siente lo prohibido? Una pregunta que todos hacen pero pocos tienen el valor de responder por sus propios medios. Una noche. Un club. Un baile. Y unos ojos grises que prometen poner el mundo de rodillas si así lo pides. >>El deseo se convir...