Capítulo 8

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Artyom:

—Señores, el trato está cerrado, pueden confiar en que parte de mi mercancía será para ustedes, mientras que me abrirán sus contactos a otros estados para que la cadena de exportación se siga ampliando

—Cuente con ello señor Volkov—asiento en aprobación

Memorizo las caras de cada uno de los aquí presentes esta noche, ya había estudiado a fondo el informe que ordené acerca de cada uno de ellos.

Sentados en esta mesa de encontraban hombres muy importantes, pero ninguno como yo, incluso sabía por la expresión cautelosa en sus rostros que se encontraban alerta, pendiente de cada uno de mis movimientos, ellos saben quién soy, y todo el poder que poseo en mis manos.

—Señores, creo que ya no tenemos nada más de lo que hablar, con su permiso nos retiraremos todos al gran salón donde se está llevando a cabo la fiesta de recaudación para el fondo benéfico—habla Dmitry parándose de su silla

Imito su acción, abotono el saco y salgo de ahí sin esperar a nadie, me guío por el sonido de la música clásica hasta dar con la fiesta, saco de mi bolsillo la máscara que uso cada noche que suelo ir a Olimpus para verla, se le haría más fácil reconocerme y saber quién soy. Hoy le daré lo que me pidió y me reusé darle, mataría con su curiosidad dejándole ver qué se encuentra detrás de la máscara negra cubriendo mi rostro.

Hoy me dejaría ver ante sus ojos.

El día donde mi pequeña fiera sabría quién es el hombre que no ha dejado de follarla cada vez que la ve modelando su culo en esos pequeños hilos. Solo un poco más muñequita.

Barro con la mirada todo el salón, lleno de personas adineradas, en su mayoría corruptos. La localizo casi en las últimas mesas al fondo, siento como algo va creciendo entre mis pantalones con solo de verla enfundada en ese vestido color azul, como el significado de su nombre, su pelo lo lleva recogido en un moño alto, su máscara de encaje blanco hace resaltar aún más el contorno rojo de sus labios al hablar.

Por fin la veía, majestuosa, implacable, yo sabía de que estaba hecha, lo había sentido, incluso probado, sabía lo que habitaba bajo esa mirada.

Las sonrisas falsas que le dedican y las que ella devuelve evitando que sea notorio frente a los demás, el disgusto por cada mirada de desaprobación que recibe, esto no es para ella, vivir en una sociedad donde debe seguir las reglas, un código de vestimenta para no ser juzgada o discriminada por su forma de ser. Esta es la vida que va a llevar cuando se case, y sé que no es lo que ella quiere.

Siento una mano posarse sobre mi hombro, miro en esa dirección y me encuentro a mi amigo, relajo mis hombros quitando la pose defensiva que había adoptado.

—Tranquilo, la casa está bien protegida, tengo guardias en todas partes—sonríe—Ven

Camino en la dirección en la que me guía, coge dos de las copas que trae uno de los meseros y me la entrega.

—Todo salió tal y como lo planteaste

—Aun así fue palpable el miedo y la desconfianza en cada uno—digo antes de darle un trago a mi bebida—Espero que sean astutos y sepan lo que les conviene

—No tienes de que preocuparte, todos cumplirán el acuerdo, además, yo estaré a cargo, nadie se atreverá a traicionarnos

—Por su propio bien eso espero

Y no mentía, no soy un hombre benevolente, ni compasivo, todo aquel que me traiciona lo paga con su sangre, aún tengo que cobrar una deuda.

—¿Otro trago?—pregunta

PERVERSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora