VI. Inevitable

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No importa qué

Inevitable

- Alex – en la cabaña contigua se encontraba aquel fiel sirviente de los Michaelis.

Estaba sentado frente a la chimenea tratando de brindar calor a su cuerpo mientras una humeante taza de café era dejara inmediatamente en la mesita del costado. Se puso de pie, dispuesto a escuchar a su señorito.

Una vez que se quedaron viendo, ambos comprendieron adonde iría enfocada la siguiente plática.

- Señorito... – habló - ¿cómo está la niña? – Sebastián, quien permanecía aparentemente firme bajó la mirada de pronto, preocupando al amable hombre, quien temió que su estado hubiera empeorado – ¿necesita que los traslade a algún centro de urgencias? – propuso comenzando a avanzar hacia la puerta.

- No, tranquilo – se cruzó entre el hombre y la puerta – ...ella está estable, su fiebre comienza a menguar – volvió a desviar su rostro, está vez hacía la chimenea – además... lo mejor es que nos quedemos aquí, al menos durante esta noche, ellos podrían estar intentando seguirnos el rastro.

- Entiendo... - respondió incómodo, volteando también hacia la chimenea.

El fuego que además de calor, alteraba a ratos la iluminación del lugar, aquel sonido de la leña al quemarse inundaba el tenso silencio.

- Señorito...

- Alex.

Ambos se observaron, conscientes de que había algo pendiente, Sebastián fue el primero en volver a mirar hacia la chimenea, siendo imitado por Alex.

- Alex, tú... ¿tú los conoces?

Flash back

Sebastián iba con parte de su cuerpo fuera del carruaje, intentando comunicarse con el chofer.

- ¿Los hemos dejado atrás, Alex? ¿logras verlos?

- Si, señorito, aparentemente los perdimos, si tenemos suerte con este clima nuestro rastro pronto debería dejar de ser visible– respondió acelerando a los equinos.

- Entonces haz ya el desvío – ordenó – debemos llevarla a casa, ahí estaremos seguros y podré tratar su fiebre – todo quedó en silencio. Sebastián no fue capaz de percibirlo, pero Alex fruncía el entrecejo mientras se mordía el labio inferior, estaba teniendo un grave dilema – oye, Alex – reiteró – haz el desvío a la mansión ¡rápido! – el desconcierto del amo no hacia mas que acrecentar, comenzaba a irritarle que Alex mantuviera el mismo rumbo, haciendo caso omiso de sus órdenes - ¡Alex! ¿Por qué insistes en seguir está ruta? ¡Te ordené ir a--!.

- ¡No! – le escuchó gritar de pronto, alterado.

Los ojos de Sebastián se abrieron sin comprender el repentino cambio de actitud del cochero, quien, volteó por un corto instante, al ver aquella mirada comprendió que debía darle una explicación, por pequeña que fuera; comenzó entonces a bajar la velocidad del galope mientras buscaba algún callejón donde ocultarse.

- Alex... ¿qué está pasando? – inquirió Sebastián una vez estuvieron detenidos - ¿por qué te niegas a llevarnos a la mansión?

- Señorito – pudo por fin voltear y enfrentar el rostro de su contrario, la expresión en el semblante del empleado pareció indicarle sin palabra alguna que debía ser escuchado, comenzando a sentir su propia ansiedad – por favor confíe en lo que digo... en este momento estoy dirigiéndonos hacia una posada tranquila y algo apartada de la ciudad, y ahí... usted y la chica podrán pasar la noche seguros.

No matter whatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora