XII. Amado Ciel

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Notas relevantes para el autor: si sigues esta historia, me gustaría poder compartirte al final del capítulo las percepciones del autor con respecto a la apariencia física de Gilbert y Alex, respectivamente. 

No importa qué

Mi amado Ciel

"Padre... madre" se sentía irónicamente cómodo, cálido y feliz. Aún en ese estado de semi consciencia sus sentidos podían percibir claramente el aroma tan familiar ¿estaba en casa?

- ¡Ciel! – una voz femenina le llamaba, el pequeño niño volteó, era Rachel – no te acerques tanto a la laguna – se agachó a su costado una vez llegó junto a él - ¿no lo ves? Ellos no pueden comunicarse como nosotros, y aun así a través de sus acciones podemos entenderles, están asustados ¿no crees? – Ciel volteó hacia la laguna y observó como la madre pata llamaba a sus pequeños polluelos que no tardaron ni un segundo en hacer una fila para ir tras ella, alejándose de la orilla, Ciel suspiró con un puchero – las madres sin importar la especie siempre querrán proteger a sus hijos, cariño – le abrazó, acariciando sus cabellos.

- ¿Y el papá? – preguntó genuinamente intrigado - ¿dónde está el padre pato? – Rachel sonrió con tristeza, pero rápidamente tomó en brazos al muchacho, cargándolo de vuelta a la cabaña del bosque.

- No lo sé, quizás esté al otro lado del lago y van a encontrarse con él – respondió con dulzura, pero el pequeño Ciel no parecía conforme con esa vaga respuesta.

- Como papá, él siempre está allá, al otro lado de Londres – abrazó a su madre por el cuello, disfrutando de sus mimos – no es justo, siempre está con esa mujer, la protege como si fuera su mamá pato.

- No es como que papá disfrute estando lejos, cariño – una vez dentro le sentó en un cómodo sofá, abrigándole con una suave manta celeste – así es su trabajo.

- Yo no quiero heredar ese puesto – responde con decisión, sorprendiendo a Rachel, quien iba a hablar, pero le interrumpió – sé que el bisabuelo se lo pasó al abuelo, y el abuelo a papá, pero yo no quiero ser un "perro guardián" aunque se trate de la reina, yo quiero estar siempre en casa, jugar, comer postres y cuando crezca abrir mi propia juguetería – el brillo de sus ojos enterneció a su madre – ni siquiera sé si quiero ser conde.

- Ciel, cariño... eres muy joven aún como para pensar en esas cosas, falta mucho tiempo ¿por qué no vamos a la cocina? Supe que Bard preparó unos postres riquísimos.

- ¡¿Enserio, de cuáles?! – exclamó con emoción y se puso de pie, jalando la mano de su madre - ¡vamos! ¡rápido!

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"Te necesito firme, decidido y atento, yo debo volver ya"

Fue recibido por un sirviente que rápidamente se dispuso a quitarle el abrigo mojado por la lluvia, le ofreció otro limpio y seco al momento de darle la bienvenida, todo parecía normal hasta que escuchó los rápidos pasos que distinguió con suma facilidad, esos tacones pertenecían a Gloria.

- ¡Gareth! – le llamó nerviosa mientras se acercaba a él, quien con sólo una mirada hizo comprender al empleado que debía dejarlos solos - ¡Gareth! ¿qué está pasando? – la calma con la que el hombre se desenvolvía le inquietaba.

- ¿A qué te refieres específicamente, cariño? – respondía con total naturalidad.

- Jack y Peter están cavando un hoyo ahora mismo allá afuera, me informaron que Esmeralda había sido asesinada, tenía una herida muy profunda en su cuello.

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