•Capitulo 9

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El rey de blanco se encontraba dando vueltas en su habitación asignada en el castillo de rojo, teniendo en cuenta de que hace dos horas habría permitido que su hija se fuese a una muerte segura.

Apenas amaneció el rey decidió marchar; sin embargo, los reyes de Azul tomaron la decisión de acompañar al rey, pues no estaría bien que se quedara solo.

Los reyes de Azul sabían lo que pasaría si Olivia fuera, no obstante, permitieron que Kurt marchara junto a ella.

El rey de Blanco no pudo negarse ante la petición de acompañarlo.

Así que los tres se fueron en el carruaje de Blanco.

Los tres días de camino todo estuvo en silencio, incluso cuando llegaron a la nación de Blanco, el rey solo les asigno una habitación y se marchó a la suya.

Estando solo miró la foto de su esposa.

Su amada reina.

-¿Hice bien en dejarla ir Amore mio?

Como esperaba hubo un silencio. 

-Desearía que estuvieras aquí, a veces no sé hacer.

Camino por su habitación como si hablara con ella y recordó cuando la reina estaba viva.

Él hablaba con ella y su amada solo lo miraba sentada en la cama y lo escuchaba, hasta que el rey se cansaba y se sentaba en el piso con la cabeza en los muslos de su amada, ella le sobaba el cabello y le decía que todo estaría bien, que solo debía confiar porque todo pasa.

-Recuerdo cuando nos conocimos, y cuando te pedí que fueras mi pareja para el baile de primavera en la academia lo llamaste amor primaveral.- se rio bajo.- Antes no lo entendía, pero desde que te fuiste he pensado mucho en aquello.

Suspiro.

-La primavera es una estación llena de colores y flores, y aunque en nuestra nación no era muy común verlo lo entendí, lo decías porque estar conmigo te hacía sentir como cuando hueles una flor después de mucho tiempo.

El rey miró un florero que se encontraba en su habitación con petunias frescas.

-Pero para mí estar contigo era como ver la primavera llegar a esta nación congelada, hacías que se calentara mi alma y mi corazón temblara.- olio las flores.- Amarti è diventata la mia stagione preferita

Amarte se volvió mi estación favorita.

El rey sonrió con lágrimas en los ojos. 

-Antes de que llegaras a mi vida solía sentirme cansado, pero luego conocí tus abrazos y ahora solo quería tumbarme en la cama contigo, solo los dos, como las primeras veces.- tomo la foto de su esposa y se tumbó en su cama.- Había veces en los que incluso me aburría la vida, pero tú hiciste mis días mejores... Más bellos.

El rey soltó un suspiro, uno que le dolía, porque aunque solía hablar con el viento como si fuera su esposa a menudo, hoy le dolía más.

-Recuerdo que no solía mirarme a mí mismo, pero tus hermosos ojos y su luz me hicieron reflejarme en ellos y aprendí a verme atreves de ti. Traeré de vuelta a nuestra niña cara mia.- querida mía.- aunque me cueste la vida. 

El rey se levantó de su cama y fue directamente a la biblioteca del castillo.

Busco los libros que tenía donde estaba toda la información de las naciones.

Hizo un desastre en aquella biblioteca, tanto que los reyes de Azul acudieron a ver que era lo que provocaba el ruido.

-¿Qué haces, Blanco?

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