Capítulo 11 🌸

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Las voces lejanas resonaban en la habitación, convirtiéndose en un estruendo que sacudió a Dan de su profundo sueño. A regañadientes, abrió un ojo y se encontró con una figura borrosa frente a él, que poco a poco cobraba forma.

- ¿Quién demonios eres tú? - preguntó Dan, con la voz ronca, mientras se acomodaba en la orilla de la estera.

- Me pregunto cómo un holgazán como tú aún sigue en este palacio - respondió la desconocida con desdén.

Dan, irritado por el despectivo comentario, se puso de pie y se dio cuenta de que casi era mediodía. Había perdido la noción del tiempo después de una noche de correr por el palacio con el señor Jae. Se sintió culpable por arrastrar a alguien inocente a sus problemas.

- ¿Por qué me llamas holgazán? -replicó Dan, mientras se acercaba al cuenco de agua en la esquina de la habitación y se echaba un poco en la cara.

Al observar su reflejo en el agua, recordó la noche anterior y se sintió avergonzado por quedarse dormido en los brazos del señor Jae. Sabía que había cruzado los límites, pero no podía evitar sentirse atraído por él.

- La señorita Chin Mae te ha enviado un pastel de arroz - anunció la mujer, interrumpiendo los pensamientos de Dan.

- ¿Chin Mae? - repitió Dan, sorprendido mientras sostenía el pastel en sus manos.

- Sí, y eso no es todo. Quiere que vayas a sus aposentos - continuó la mujer.

Dan se sintió aún más nervioso ante la idea de visitar a alguien tan importante como Chin Mae, sobre todo ahora que estaba embarazada del príncipe heredero y pronto sería nombrada gran consorte real.

- ¿Y qué quiere ella de mí? - preguntó Dan, con curiosidad y ansiedad.

- No lo sé, pero te aconsejaría que no la hicieras esperar. No querrás enfadar a la futura emperatriz - advirtió la mujer antes de marcharse.

Dan se sintió abrumado por la situación, pero sabía que no podía ignorar el llamado de Chin Mae. Con el corazón latiendo con fuerza, se preparó para enfrentarse a lo que sea que le esperara en los aposentos de la joven.

Dan, con un manojo de nervios, llegó al pasillo que conducía a la habitación de la doncella y se anunció mediante uno de los guardias de sus puertas. Al entrar, hizo una reverencia y se quedó parado allí, con la cabeza baja.

- Oh, me alegra que hayas venido, Kim Dan - escuchó la voz de la joven desde el fondo de la habitación - Acércate, por favor.

Siguiendo la dirección de la voz, Dan caminó hasta encontrar unas cortinas de tela que ocultaban a la doncella tras ellas. De repente, se percató de que tras esas finas cortinas se encontraba la bañera de la joven, lo que lo hizo retroceder y voltear la cabeza avergonzado.

- No seas tímido - dijo Chin Mae con tono coqueto - Te he mandado llamar porque necesito un favor tuyo, querido.

- Pe-perdone señorita, pero creo que no es correcto hablar así, estando usted de esa manera.

- Pero ¿cómo puedes decir eso si ni siquiera sabes el favor que te pediré? -respondió Chin Mae, con una risa juguetona.

El chico bajó la cabeza y la mujer entre risas subió la cortina, mostrando la bañera caliente frente a él.

- Mi dama de compañía Eun no se encuentra - dijo mirando el sonrojado rostro del muchacho que no se atrevió a mirarla - Así que necesito que alguien frote mi espalda. No conozco a nadie más en este lugar, así que pensé en ti.

- ¿Yo?... Lo siento, pero no puedo hacer lo que me pide. Usted será consorte del emperador y si él llega a enterarse de que he tocado a su esposa, es muy seguro que me mate.

Bajo el árbol de cerezo/ Jinx Fanfic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora