Mientras Lily volteaba el cadáver de la chica seguía escribiendo el reporte en su mente. No habían señales de contusiones, disparos u algún tipo de heridas en su torso o espalda. Sin embargo tenía un tatuaje uno grande que le abarcaba de las rodillas hasta lo alto de ambos muslos. Aun así se podían ver las marcas delgadas y rectas. Lily podía intuir que fueron autolacersciones. De nuevo volteó a verle con ojos cerrados como si durmiera sobre aquella mesa de la morgue.
Lily debía cortar para ver sus órganos internos y se puso nerviosa. Le puso mano en el hombro y le dijo: Se que ya lo superaste pero tenemos que cortar una última vez. El cadáver no respondió pero una vez que el bisturí se apoyo sobre la piel pareciera que la fallecida temblaba de miedo.
Habiendo removido todos los organos procedió a coser el cuerpo. Y detecto el cáncer en el páncrea. La forense decidió ir despidiéndose de la chica. Mary le llamaba a todas las de nombre desconocido, pero a esta ella había decidido llamarla Bianca. Puntada a puntada pareciera que más que forense era cirujana plástica, ocultando las puntadas para que la chica no luciera otra nueva cicatriz.
La vistió y le beso la frente.
Cuando condujo a Bianca hasta el depósito de cadáveres, le extendió el reporte a un hombre que trabajaba allí como carcelero de cuerpos. El hombre receloso le extendió sus mano y se fijo en los tatuajes que traía bajo la manga del uniforme. Lily se apuró a cubrirlos con miedo a que alguien viera las cicatrices en sus antebrazos.
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Tatuajes para no mostrar
Short StoryLa piel lleva marcas que nos identifican, tatuajes que nos hizo el pasado, dolorosos todos. Algunos nos adornan, otros nos estigmatizan. Ninguna piel está a salvo de las agujas invisibles.