Una sola línea como mi Bruce. Cuando todo el mundo se iba, Bruce se quedaba conmigo abrazados los dos aunque sus patas grandes se salieran del sillón. Yo me quedaba dormido también hasta que sentía una de sus pulgas subirse en mi.
Lo encontré en una bolsa de plástico en medio de un parque. Mi última foto con el fue también la última en mi país. Lo deje atrás con mas dolor que a la casa en que nací.
Me tatué su silueta cuando aún era un cachorro. El tatuaje, Bruce y yo crecimos al mismo tiempo. Los brazos escuálidos que recibieron la tinta formaron músculos para aguantar la vida sin mi mejor compañero.
Bruce murió un año después de mi partida. Esa tarde lloré, culpable de haberle dejado detrás. Me miro el tatuaje en el hombro y recuerdo su cabeza apoyada sobre mis brazos.
"Tatuame un perrito con una sola línea como un dibujo de niño" fue lo que le expliqué al tatuador aquella vez.
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Tatuajes para no mostrar
Short StoryLa piel lleva marcas que nos identifican, tatuajes que nos hizo el pasado, dolorosos todos. Algunos nos adornan, otros nos estigmatizan. Ninguna piel está a salvo de las agujas invisibles.