LUNAR

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El mismo lunar que se aleja de mi barbilla, cuando era niña, saludaba a las visitas que comentaban la herencia familiar en mi rostro. Varios hombres besaron el punto marron cuando vivía sobre mis labios. El dia que Rodrigo me dejó sola, el lunar se escondió detrás de una oreja. Cuando nació Carla se desplazó hasta el seno que le amamantaba. Se le calcó en una mejilla de tanto presionarla contra mi pecho.
Ahora se cuela en una arruga y se esconde. Corre sin parar por toda mi cara sin que los poros le supongan un problema.
Mi madre no recuerda donde está el suyo. A mi abuela tuvimos que dibujárselo el día de su muerte. Y yo tengo miedo.

- Señora, ¿qué quiere hacerse?

-Tatúame un lunar en la mejilla-

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