Capítulo 5

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Me quedé estática como una estatua por supuesto de esas bien hermosas, como lo era yo. El hombre que se hallaba a unos pasos de mi, se detiene y sus penetrantes ojos negros me recorren con su mirada como si fuera un dulce que debía destaparse. Eso me hizo templar hasta el último hueso de mi cuerpo.

—Qui...eres...ir a...co..mer— tartamudeo y solo escucho que ríe.

—si me tienes miedo, no creo que desees invitarme a cenar — su voz ronca erizó mi piel, pues era tan perfecta.

Me negué a mi misma que esto sería inútil, jamás podría engañar a este hombre que era dos cabezas más alto que yo, y que además de la oscuridad que trasmitía, su inteligencia era evidente.

—Ay Romina, mira como tiemblas...pero yo te podría hacer temblar de otra manera — sus palabras me parecieron tan atrevidas y de mal gusto para una chica como yo.

—que te pasa, además de acosador, también eres un pervertido...como sea que te llames — bramé pero noté que a el no le importaba eso, o bien lo que saliera de mi boca.

—Romina...— lo interrumpí.

—no te atrevas a nombrarme de nuevo...no se ni de dónde sacaste mi nombre— le cuestioné pero el hombre acorta los pasos que nos separaban, deteniéndose casi rozando su pecho.

—Yo se todo de ti, y me gustaría saber más...sabes yo podría darte el placer que Sam no te puede dar — mis ojos se abren como platos y sus dedos acarician un mechón de mi cabello, causando que mi piel se erice.

—déjame — alejé sus dedos de mi cabello.

—No te voy a dejar ni en tus sueños Romina — su mano fría tomó mi cuello y me arrastró hasta chocar contra la pared.

Tragué con dificultad y intenté gritar cuando mi voz es atrapada al poner su otra mano sobre mi boca.

—No es fácil huir de mi, entiendes...si quieres que te deje en paz durante un tiempo, déjame tocar tu piel— Negué y sus ojos recorren de nuevo mi cuerpo con deseo y algo de oscuridad en ellos.

Chillé y empujé su pecho pero es imposible, me doblegaba ante su fuerza. Llevaba ropa negra como era de costumbre, pero su cabello estaba algo más lizo que la última vez.

—dame al menos un beso esta noche para calmar las ganas que tengo de ti — musitó casi en mi oído y no pude evitar mirar hacia mi casa en busca de mi amiga que no sabía que mierda seguía en la casa y no salía a buscarme, acaso no notaba que no llegaba rápido.

De nuevo me fijé en el morvoso ante mi y asentí callando ante su petición, pues aunque tenía una belleza física, algo en su interior no me agradaba. El desconocido apartó su mano de mi boca y luego sus labios tomaron los míos con rudeza, pude admitir que besaba de una manera excitante, pero no podía caer bajo las garras de un loco.

Sus dientes mordieron mi labio inferior y su legua comenzó a jugar con la mía, su respiración como la mía aumentó pero yo me detuve alejandolo de mi. El hombre se lame sus labios como si hubiera acabado de comer algo muy delicioso. Yo por lo contrario me quedo pegada a la pared, mientras sus labios no dejaron ni un rastro de su saliba.

—esto solo es el comienzo Romina — se marchó y me dejo con los nervios y algo más...

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