[ Capítulo diez ]

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[TRATO]


Serena


Mis ojos quieren cerrarse cuando por segunda vez tengo que levantarme a revisar quien está tocando la puerta, son las siete de la mañana, estoy cansada, quiero dormir hasta tarde, pero he de imaginar que a Christopher se le ha olvidado algo en el departamento.

Muevo con cuidado a naranjoso de la cama, extiende sus pequeñas patas mientras se da la vuelta para seguir durmiendo y me pongo las pantuflas.

Vuelven a tocar la puerta y no pienso quejarme con el olor a café recién hecho. No obstante, no he hecho café, supongo que hay de dos: Christopher dejó hecho café o fue a comprarme. Pese a esas posibilidades, ambas se derrumban cuando abro la puerta.

El sueño se me va de golpe.

—Es muy temprano para molestarme.

—Y también para estar a la defensiva. —Pasa a mi lado como si le hubiera dado permiso de entrar y cierro la puerta al no querer que nadie vea mi pijama—. Fan de Hello Kitty, eh.

—Cállate. —Voy directo al sillón y se ríe de mí—. ¿Qué haces aquí?

Si me dice algo de lo que anoche, le parto la cabeza en dos.

—Vine a trabajar con mi cliente. —Se refiere a la tarea y me tiende un termo de café mientras se sienta a mi lado—. Pero como sabía que no me recibirías de a gratis, he traído ofrendas de paz. —Sonríe—. Café recién hecho, wafles, fresas con crema y algo de fruta. —Trae una lonchera térmica que me hace reír porque tiene la imagen de Snoopy—. Todo hecho por mí.

—Así que sabes cocinar sin prenderle fuego a la comida. —Me burlo en su cara y lo veo sacar su computadora de su mochila—. Pareces niño explorador con tantas cosas. —Murmuro cansada—. ¿Es qué piensas pasar todo el domingo aquí?

—En efecto, necesitamos acabar esto, quiero entregar un trabajo perfecto.

— ¿No pudiste esperar al menos a que dieran las 9?

—Dicen que Dios ayuda a los que madrugan. —Bebo un sorbo del café que el rubio ha hecho y muy a mi suerte, le ha quedado decente—. Puedes dormir una hora más, leeré los papeles que te han dado y cuando despiertes estaré listo para empezar.

Lo miro extrañada y naranjoso entra a la sala, estira sus piernas y observa de mala cara el rubio.

—Ni siquiera naranjoso quiere estar despierto a esta hora. —Me mira y le da igual—. Voy a dormir dos horas más, la cocina tiene todo y espero no me despiertes antes.

—Meteré las cosas al refrigerador, cuando despiertes no habrá wafles, pero puedo hacer otra cosa, ¿Te gusta el pan francés? No importa, lo haré de todas formas. —No digo nada, dejo el termo de café en la mesilla mientras que lo veo quedarse trabajar—. Buenas noches, eh.

Alrededor de las estrellas [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora