[ Capítulo cinco ]

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[TODOS CAEN]


Sebastian


Me siento demasiado bien sosteniendo la hoja de mi examen, se muestra un claro 9.7, y me volteo a ver a la castaña. Levanto mi examen con orgullo y ella me sonríe antes de mostrarme el de ella, a partir de ahí siento que mi gastritis regresa.

Siento que un ojo se me va a reventar cuando la veo beber su jugo de forma inocente mientras alza la hoja de su examen, en la que se muestra un 10 perfecto.

Me lo gané por creído.

Me quedo mirando la hoja en mis manos, respiro profundo y no dejó de sonreír porque siento que de hacerlo creerán que quiero matar a alguien. Y no es así, ¿Por qué querría matar a alguien, verdad? No tiene sentido, a la única persona que mataría sería a mí por ser tan tonto.

—Sebby, ¿Estás bien?

Me río y miro a mi amigo.

—Claro que estoy bien.

—Dios mío, está grave. —Dean dramatiza y mi puño me pica—. Hay que internarlo, este sujeto no sonríe, y ahora parece payaso loco. —Me río de sus chistecito y Ross me mira sorprendido—. Te digo, está grave, hay que internarlo cuanto antes, ¡Jamás se ríe de mis chistes!

—Estoy bien, súper bien, muy bien. —Miro mi examen y siento que no puedo controlar mi expresión, comienza a dolerme las mejillas de tanto sonreír—. Un 9.7, que increíble...

—Deberías dejar que se calme. —Sugiere Ross.

—Estoy calmado, completamente tranquilo, no hay nada, ni nadie que pueda arruinar está paz tan grande que estoy siento en este momento. Porque, estoy calmado y estoy muy bien. —Me río y Ross se aleja de mí—. ¿Tengo cara de asesino o por qué te alejas, Ross?

—Solo me estoy previniendo.

Dean intenta persuadir a mi amigo de que estoy bien, sin embargo, Ross sigue diciendo que en cualquier cosa me hará estallar y yo prefiero no meterme porque no sé cuál será mi reacción.

Sólo espero que nadie se me acerque.

—Marshall, Dean, Sebastian, Serena, ustedes cuatro serán un equipo.

Lo que sale de la boca del profesor me hacer perder la compostura por un segundo y mis manos estrujan el papel del examen. Mis amigos me miran a la espera de mi respuesta, y sólo me quedo quieto, sonriendo como maldito loco mientras veo a la par del viejo, a la castaña.

A ella parece darle igual con quien trabaje, a quien parece importarle es al pelinegro que mira al profesor con una cara como si le acabaran de decir que es pobre.

Alrededor de las estrellas [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora