Porque eres tú [TRAD.]

03. Atrapado entre el Diablo y el Profundo Mar Azul

Link del capítulo en inglés:

https://archiveofourown.org/works/52923568/chapters/134047462?view_adult=true

Link de la imagen:

https://x.com/purpleneutrino/status/1755322069699428563

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— ¡Mierda!

Sanji trepó por los escombros, los restos de lo que una vez había sido la impresionante mansión que dominaba Thriller Bark. Se tambaleó, con un dolor que le subía por las piernas y la columna vertebral con cada paso, mientras arrastraba el cuerpo inerte de Zoro más cerca de su pecho. Sus manos se apresuraron a buscar cualquier parte del cuerpo de Zoro que no pareciera herida y hecha trizas.

¿Cómo demonios se podía llevar a alguien así de herido?

Después de encontrarlo, y de que Zoro colapsara en los brazos de Sanji, este había intentado sostenerlo con un brazo alrededor de su cintura y el brazo de Zoro alrededor de sus hombros. Pero las piernas de Zoro no parecían funcionar y su brazo había caído inútilmente alrededor del cuello de Sanji, sin agarrarse a nada. Sanji había comenzado a levantar a Zoro por encima de uno de sus hombros, pero al ver el torso cortado de Zoro no pudo soportar la idea de ejercer más presión sobre las heridas, que tenían un aspecto brutal.

Habiéndose decidido entonces por algo parecido a un levantamiento nupcial, Sanji hizo una mueca mientras sus zapatos patinaron y resbalaron por el suelo empapado de sangre, moviéndose lo más rápido y con el mayor cuidado posible para llevarlo de regreso a Chopper.

   Es la sangre de Zoro, le recordó su cerebro. Es la sangre de Zoro sobre la que estás caminando.

La sangre de Zoro estaba en sus zapatos.

Había tanta, joder.

— Te odio —dijo Sanji, casi tropezando con unos escombros—. Te odio tanto, bastardo.

— ¿Acaso es una novedad? —balbuceó Zoro, con los ojos cerrados y la cabeza caída.

Sanji ajustó su agarre, forzando la cabeza de Zoro hacia arriba y contra su pecho de nuevo.

— Estás sangrando por todo mi maldito traje, estúpido musgo de mierda —Sanji se mordió el labio inferior hasta que atravesó la piel. Debería haber encendido un cigarrillo antes de tener las manos ocupadas. Debería haber encendido un maldito cigarrillo.

— Tú también —respondió Zoro con una extraña y sombría risa que puso los pelos de punta a Sanji.

— Mierda, mierda... —Sanji aceleró el paso—. Estás sangrando mucho, joder. ¿Qué se supone que debo...? —Un sonido áspero le arañó la garganta. La sangre le entró en los ojos, haciendo que le picaran. Dejó las piernas de Zoro con cuidado y se pasó una mano por la cara—. ¡Joder!