Capitulo²³

46 7 0
                                    

— Pensé que las parejas predestinadas estaban casi extintas.

Taehyung descansaba sobre el pechó del alfa, después de una nueva toma de supresores y un té relajante que la señora Park le había preparado, por fin podía relajarse a gusto. Se sentía sumamente tranquilo, incluso su cuerpo se había vuelto laxo y sin energía, era como si nunca hubiera entrado en celo, los síntomas se habían esfumado.

Suspiró cuando sintió las pequeñas caricias bajar de su cuero cabelludo a su espalda, los dedos lo acariciaban con parsimonia, tomándose su tiempo para arrullarlo y adormecerlo, Taehyung luchó contra la pesadez de sus ojos, quería disfrutar el mayor tiempo posible de la presencia de Jimin.

— Los predestinados son más comunes de lo que crees. — comenzó a explicar — Sobre todo en los sangre pura. Sin embargo, cuando vienes de una familia con historial de predestinados, las probabilidades aumentan mucho más, como en mi caso.

Agradecía que su organismo ya se encontraba sedado cuando recibió la noticia, de lo contrario, probablemente se habría alterado ante semejante información. Taehyung nunca hubiera imaginado que sería candidato para tan precioso regalo, eran escasos los híbridos que seguían teniendo la bendición de la diosa luna, la mayoría, aunque estaban conectados a su animal, ya no estaban tan apegados al plano espiritual. Estaba conmocionado, ahora podía entender porque se había sentido tan conectado a Jimin, siempre se extrañó que sus emociones iban más allá de una atracción común. Además, eso explicaba porque sus sentimientos se habían desestabilizado, durante todo ese tiempo tuvo que acostumbrarse a sus reacciones sobre exageradas, sobre todo cuando se trataba de celos, su ardilla prácticamente enloquecía. Todo fue muy confuso, al principio pensó que era un desbalance hormonal, pero ahora tenía una respuesta.

— ¿Cómo supiste que era tu predestinado?

— Cuando te vi por primera vez. — Jimin regresó sus dedos a su cabello para iniciar nuevamente con su trayectoria de caricias — Estábamos empezado el cuarto año de secundaria. Cuando entré al salón me vi invadido por un intenso olor a caramelo que enloqueció a mi lobo.

El alfa sonrió mientras recordaba todo, Taehyung deseó poder acariciar sus mejillas abultadas por la expresión, pero estaba demasiado cansado para hacerlo.

— Entonces te vi, sentado junto a la ventana. Recuerdo que reías mucho porque tu amigo había derramado su agua.

Taehyung frunció el ceño intentando recordar, sus memorias estaban un poco borrosas, no era como si recordara cada detalle de su vida estudiantil. Sus primeros días no fueron interesantes y tampoco hizo un esfuerzo significativo para socializar, pasaría el resto de los años con el mismo grupo, en algún momento iba a conocer a todos; tal vez por eso su mente borró aquellos momentos.

Empezó a guardar recuerdos con el alfa cuando tuvo su primera clase de deportes. Ese día la profesora los había puesto en binas para trabajar, todo había sido al azar y el destino lo emparejó con Jimin. Había sentido su corazón palpitar con rapidez cuando estuvo cerca del alfa, su atrayente aroma a roble lo había dejado descolocado. Buscando en su memoria recordó que en esa época Jimin aún conservaba ciertos rasgos infantiles, sus ojos parecían a los de un ciervo, grandes y brillantes. Sin embargo, no fue el físico lo que lo enamoró, fue su amabilidad y cordialidad lo que lo cautivaron, siempre atento a las demás personas.

— Jimin — lo llamó percatándose de un detalle.

— ¿Sí?

— Entonces, ¿lo supiste todo este tiempo?

Inevitablemente una molestia se alojó en su estómago, habían pasado tres años en donde el alfa siempre supo que eran predestinados y nunca se dignó a cortejarlo. Se disgustó, Taehyung siempre tuvo que conformarse con las escasas pláticas que tenían, además, él tuvo que esforzarse para llamar su atención, porque su actitud siempre le dio la impresión de que no estaba interesado en tener una relación. Su ardilla de pronto se despertó sintiéndose dolida, Jimin no había hecho nada para demostrarle sus sentimientos, estuvo todo ese tiempo tratándolo como cualquier compañero. Esta vez estuvo completamente de acuerdo con el sentir de su animal, tenía todo el derecho a molestarse.

— Nunca me buscaste

— Lo sé

Taehyung dejó de intentar apartarse. Se dispuso a calmarse, su cuerpo estaba demasiado exhausto para gastar energías a lo tonto, y aunque el disgusto no quería dispersarse por completo, él realmente deseaba poder disfrutar de su alfa en paz, ya no quería más dramas en su vida. Volvió a acomodar su cabeza en el pecho de Jimin , inevitablemente su mente empezó a cuestionarse sobre los posibles escenarios que hubieran ocurrido si él no daba el primer paso, tal vez Jimin al final no hubiera hecho nada, aquel pensamiento le dejó un mal sabor de boca.

— Tal vez esté en tu nido, pero espero que me cortejes como se debe.

Jimin se rio por su comentario. Taehyung cerró los ojos escuchando su risa, de pronto su ardilla olvidó instantáneamente lo ocurrido y se dispuso a acurrucarse junto al lobo. No la culpaba, él igual amaba escucharlo cuando reía, además, gracias a la cercanía, podía oler el aroma a felicidad que se esparcía y danzaba sobre la punta de su nariz. Restregó su mejilla sobre la cálida piel, inclusive con el orgullo que se negaba a ceder, admitía que, aunque las cosas no se habían dado como hubiera deseado, al final el destino había conspirado para juntarlos, y no podía estar más contento por ello.

— Mi omega merece un mejor cortejo.

Jimin lo abrazó con fervor. — No puedo quedarme atrás, no después de que me has estado cortejando todo este tiempo.

— ¿A qué te refieres?

Preguntó alzando la cabeza. 

Jimin tenía una media sonrisa en su rostro y por alguna razón Taehyung no pudo sentirse completamente confiado. Aquella expresión pícara le decía algo más, como si el alfa supiera un secreto del que él no estuviera enterado.

— Pensé que lo sabrías, la última carta que me diste tenía tu nombre firmado.

Taehyung sintió esas palabras como un golpe fuerte de realidad, finalmente recordaba porque había terminado envuelto en toda esa situación. Todo era culpa de la carta, la noche anterior había ido a la escuela a colocarla dentro del casillero de Jimin, se suponía que no la leería hasta después del fin de semana. Sin embargo, su plan fue frustrado por completo, desgraciadamente para él, su celo se había adelantado y en un desespero por esconderse de los pocos alumnos que quedaban dentro de la escuela, se había encerrado dentro del armario del conserje. Pensó que el calor tardaría en intensificarse, por ello esperó hasta la noche, aún tenía la carta en sus manos y quería entregarla, pero su cuerpo lo traicionó y los síntomas sólo empeoraron. No tuvo otro remedio que llamar a Hyungsik, pero antes de que pudiera contactarlo, Jimin lo había encontrado.

— ¿La leíste?

— Lo hice mientras dormías. — Jimin acarició sus mechones — Siempre me pregunté quién sería la persona que me dejaba todos esos regalos, nunca dejabas una sola pista.

Sus labios formaron una línea recta, claro que dejaba pistas, pero el alfa era muy despistado como para descifrarlas, de no ser porque la última carta tenía su nombre, Jimin nunca hubiera descifrado quien era el remitente.

— Sinceramente no pensé que te tomara tanto tiempo descubrir mi identidad.

— Creo que no soy bueno descifrando acertijos. — Admitió — Y eso que fue un semestre lleno de regalos.

— Los acertijos no son lo tuyo.

Taehyung bostezó, tenía mucho sueño, esta vez sus ojos se iban a cerrar por completo. Se acomodó mejor descansando su rostro en pecho del alfa, había desabrochado los primeros botones de la camisa de dormir de Jimin, así que podía sentir el calor acariciarle la mejilla. Frotó su nariz sobre la piel y sonrió cuando su esencia lo impregno.

— Taehyung — Lo llamó — Sobre Suni...

— No importa, fue una tontería — interrumpió antes de que siguiera hablando — Ella me explicó todo, creo que debo disculparme por haber mal entendido todo.

— Olvidemos eso, como dijiste, ya no importa.

Asintió conforme con su respuesta, cerró los ojos y se dejó ir. Había sido un día lleno de emociones intensas, su cuerpo estaba exhausto y necesitaba descansar. Respiró profundo sintiéndose acompañado con los latidos del corazón de Jimin que hacían eco en su oído; el sonido era relajante y satisfactorio, pronto empezó a perderse hasta quedar en un limbo que lo llamaba al sueño.

A lo lejos un "te quiero" de Jimin se logró colar en sus últimos pensamientos, antes de desaparecer y caer en un sueño profundo.

Chillido TraviesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora