01. ¡Hola, Barcelona!

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Cassandra López

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Cassandra López.

Mientras esperaba a mi hermano en el aeropuerto, me pregunté a sí misma. ¿Por qué no ir por un café? Digo, lo ameritan las horas de vuelo.

Aparte, sé que llegaré a trabajar a Barcelona. Nada más eso haré, trabajar, juntas, reuniones, planes, charlas. Entre otras cosas.

Me desesperé, y llamé a mi hermano, Fermín.

Blonde, ¿ya estás en camino?—consulté, mientras miraba para todos lados.

Y, Blonde, significa Rubia o Rubio.

—Hola, Cass. Ya voy de camino, no demoraré mucho—expresa.

—Venga, más te vale. Acá espero—dije, mientras colgaba su llamada.

Fermín es la mejor persona que he tenido en la vida, aparte de que es mi hermano, es mi mejor amigo, mi socio, mi todo simplemente. No sé qué haría sin él, no sé caminar sola en la vida, sin mi hermano.

—¡Cass!—dijo alguien mientras se abalanzaba a mí, y me cogía por la cintura para cargarme como princesa.

Sonreí al saber que era mi hermano, mi rubio, cero atractivo, pero era él. Después me soltó, después de que se lo pidiera golpeando su espalda.

—¡Bienvenida a Barcelona, peque!—expresa, mientras señala nuestro alrededor con su dedo.

—Ah, sí. Gracias, Fermino—dije, mientras terminaba mi café, ya sólo quedaban unas gotas, así que tiré el embotellado.

—¡Mira cuánto has crecido!—expresa asombrado.—¿Cuantos años tienes?

—Tengo diecinueve—respondí.—¿Tú te haces el tonto, no?—consulté.

—¡Ole! ¿hacia donde va la pregunta?—

—Naciste un año antes que yo, cabeza hueca. Saca las cuentas bien—dije, mientras torcía los ojos.

—Yo sólo viví una década y un poco menos o más contigo, Cassandra , y tú lo sabes—reconoció.

—Vale, tío. Que me sacarás las lágrimas—dije irónicamente, mientras limpiaba las lágrimas falsas.

—Vale, hermanita. Venga, vamos al coche, no te quedes ahí parada—habló, mientras sus manos agarraban todo mi equipaje.

El camino de donde me encontraba yo, al coche de Fermín fue algo complicado, mucha gente se nos atravesó para pedirle una foto, un autógrafo o un simple saludo. Yo trataba de apartarme, respeto demasiado el espacio personal de Fermín, él también respeta mucho el mío.  De un momento a otro llegamos a su coche donde puso mi maleta, y nos subimos, para dirigirnos a casa.

—¿Qué tal la financiera en Huelva?—consultó, viendo hacia adelante, no tenía la mirada puesta en mí.

—Los ingresos son excelentes, espero que sean mejores, mucho.—respondí, con un suspiro.

El reflejo de tus ojos || João Félix.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora