04. Calles de Barcelona.

330 12 0
                                    

Cassandra López

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cassandra López.

Estaba en mi habitación, revisando unos papeles, y sacando algunas cuentas. Qué estrés, bueno, no tanto. Porque en mi habitación está sonando mi playlist, únicamente de Morat, que es lo único que me da tranquilidad.

He de suponer que Fermín está abajo, viendo televisión o algo así, la verdad no sé. Desde la mañana estoy trabajando, y el hecho de que sea un día que me tomé libre, no significa que no haga nada. Le pedí a Mateo que se tomase mi lugar por hoy, dicen algunos trabajadores que no es un mal jefe, así que opté por él, para que me cubriera.

Es realmente estresante el trabajar horas, horas y horas sin descanso alguno, pero es mucho mejor trabajar a que estar de floja todo el día, como una niña caprichosa que no sabe hacer nada. Pasé algunas cuentas en mi ordenador, tomé fotos de algunos recibos y colillas de las cuentas. Qué aburrimiento total.

—¿Puedo?—pregunta alguien mientras toca mi puerta.

—Sí, adelante—asentí.

Vi a Fermín, entrar a mi habitación, y se abalanzaba en mi cama. Mientras abrazaba algunas almohadas.

—¿No harás nada hoy?—pregunté, sin despegar la vista de mis papeles.

—Entrenamiento más tarde, ¿me vas a acompañar?—comenta y pregunta.

—¿No te regañarán?—respondí con una pregunta.

—No, no lo creo. No es algo malo, pero igual, consultaré.—mencionó —¿Qué estás haciendo?

—Nada más revisando, te felicito—comenté.

—¿Por qué?—consultó.

—A buen momento decidiste hacer tu carrera deportiva profesional, y no trabajar para la financiera, eh—señalé.

—La verdad...no quería, no me veía futuro ahí—responde.

—Lo sé, y también sé que los números no se te dan—admití.

—Yo pasé con diez...—

—¿Matemáticas?—pregunté viéndolo.

—Literatura—respondió, negando mi pregunta.

—Qué bien—reconocí.

Seguí revisando los papeles y metiendo cuentas y archivos en mi ordenador, cuando sentí que Fermín me tiró su teléfono, lo miré raro y él me lo señaló, lo tomé para ver qué me quería enseñar.

Y, oh no... No puede estar pasando.

—¡No puede estar pasando!—negué.

—Sí está pasando—dijo.

Seguí viendo el teléfono sin creer lo que estaba en ese pantalla.

—¿Y bien?, ¿te compro esas entradas para el concierto de Morat?—me pregunta con una sonrisa.

El reflejo de tus ojos || João Félix.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora