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Estaba durmiendo plácidamente cuando un fuerte estruendo lo hizo despertar de golpe, se rascó los ojos intentando acostumbrarse a la luz cuando escucha cómo el estruendo se repite continuamente sin parar, dos segundos después se da cuenta de que se trataba de un martillo por lo cuál se tiró de nuevo y se arropó hasta la cabeza tapando sus oídos.

Maldición dejen dormir.

Escuchó como subían por la escalera y seguidamente abrieron su puerta.

—A levantarse, Jeonginie—canturreó su tío abriendo las cortinas haciendo que entre aún más luz.

—No, por favor—se lamentó el menor dando vueltas por la cama.

—Son las seis y media, hora de ponerse a trabajar.

¿Trabajar? ¿Acaso escuchó bien?

—¿Cómo que trabajar?—dijo debajo de su edredón.

—En la granja, si vas a estar aquí debes ayudar, pero no te preocupes, no te pondré a hacer nada pesado.

Jeongin se quejó cuando su tío cerró la puerta, ¿es una broma? ¿Por qué tenía que trabajar? ¿Acaso le vieron cara de esclavo? En definitiva esto era una pesadilla, no había duda.

Muy a su pesar se levantó de su cama frotándose la cara, tomó su neceser y sus gafas para dirigirse al baño a asearse. Al abrir el grifo de la ducha se dio cuenta de que el agua no salía cálida.

—Ah sí, no hay agua caliente hasta las diez, lo siento, sobrino.

Suspirando dejó caer su cabeza hacia atrás y volvió a entrar, se lavó la cara con agua fría y se hizo su skincare, estaba tan adormilado que fácilmente podrían confundirlo con un zombie, llevaba dos días parándose temprano, estaba seguro que se volvería loco si seguía así. Bajó las escaleras con su cara de sueño y buscó una taza para servirse algo de café, al probar el primer sorbo quedó encantado con el sabor, era muy delicioso, incluso más que el de su casa, tomó cada sorbo con los ojos cerrados ya que aún le costaba mantenerlos abiertos, pero no fue sino hasta que escuchó una risa desconocida que los abrió.

—Buenos días, niño gallina—era Hyunjin.

Al ver su cara sonriente mirándolo de arriba a abajo él también hizo lo mismo consigo, traía puesto su pijama de ositos cariñositos la cuál era una camisa de algodón blanca con el símbolo de una nube de lluvia azul que decía soy un osito gruñosito y un pantalón azul con la cara del osito estampado por todos lados, además estaba despeinado y traía sus lentes puestos.

—¡Q-q-que hace aquí!—intentó cubrirse con sus manos para que no lo viera, sin embargo Hyunjin seguía mirándolo de arriba a abajo muy descaradamente.

—Trabajando, vine por algo de agua antes de seguir.

Jeongin enrojeció ante la sonrisa pícara que ponía Hyunjin, a diferencia de él esta vez traía una camisa blanca de algodón desmangada que se ajustaba a su cuerpo, sobre ella una a cuadros color roja, el mismo jean de ayer y las mismas botas, lo que se podía resaltar más de su atuendo sería la gorra negra que traía puesta.

—¿A-así que simplemente puede entrar y salir cuando quiera?

Hyunjin caminó hasta él tomando un vaso del estante, Jeongin lo siguió con la mirada, vio cómo con total confianza abrió la nevera para tomar el agua.

—Sí—contestó con simpleza tomando un gran trago del vaso.

Jeongin no contento con la respuesta se le quedó viendo mal, una mala decisión ya que pudo ver cómo la manzana de su garganta se movía cada que tragaba, se dio cuenta de lo sudado que estaba, cómo su largo cabello se pegaba a su cuello y parte de su frente, sus manos las cuales se veían bastante fuertes y rasposas y debido a lo remangado de la camisa se podían apreciar sus antebrazos de los cuales resaltaban las venas. Se veía tan...

El verano en el que me enamoré ➺ HYUNINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora