Lucerys se quedó en el mismo lugar aun sin poder creer en las palabras pronunciadas por su tío. Realmente no había leído muchos textos que hablaran sobre los "portadores", pero si debía reconocer que ninguno era valyrio, así que no conocía mucho del tema. Pero no podía confiar en Aemond, era un traidor que había llegado a Bastión de Tormentas para obtener una alianza con lord Baratheon a pesar de saber que estaba casado con él. Aunque poco le había importado a ese hombre comprometer a su hija olvidándose de que él era su esposo y que representaba la alianza bajo el estandarte de su madre, ahora estaba seguro de que eso ya no existía y no sabía cómo poder brindarle esa información a su madre para evitar que la traición la tomara por sorpresa.
Con un suspiro se levantó del sillón y luego de acomodar su bufanda fue hasta el estante en donde escondió el libro que estaba usando para enseñarle alto valyrio a su hijo, las lecciones tenían que esperar. Abandonó la biblioteca con la intención de ir a buscar Jaerys, a esa hora sus clases ya habían terminado y quizás el pequeño querría salir al jardín a jugar. Unas risas divertidas hicieron que detuviera el paso. La puerta de la habitación que pertenecía a Floris estaba levemente abierta y sin duda ella estaba en compañía de sus hermanas. Pensó en ignorarlas como siempre, pero se detuvo cuando escuchó a Cassandra nombrar a su tío.
—No puedo creer que realmente vayas a casarte con él —comentó la hermana mayor—. Sé que es un príncipe, pero da un poco de miedo, sobre todo porque le falta un ojo —le dijo y su hermana menor, Ellyn, rió.
—Acepté porque padre así lo quiso. Saben que no hemos recibido muchas propuestas de matrimonio —respondió Floris—. Además, me casaré con un Targaryen, formaré parte de la familia más importante en Poniente —dijo con altanería—. Lo de su ojo no me preocupa, todas aquí sabemos lo que sucedió —susurró ella y Luke sintió una opresión en el pecho.
—Sí, Lucerys Velaryon fue el culpable, quizás por eso los dioses lo están castigando ahora. Con suerte nos desharemos de él cuando dé a luz a su segundo hijo. Me molesta que le haya dado a padre lo que madre no pudo —dijo Cassandra con molestia. Luke se mordió los labios y se llevó una mano a su vientre. No había querido pensar en su próximo parto.
No queriendo escuchar más se alejó del lugar y tuvo que obligarse a sonreír cuando al entrar a la sala de estudio su hijo ya lo estaba esperando. Jaerys corrió hacía él y se abrazó a las piernas de su padre.
—¿Cómo te fue, cariño? —le preguntó acariciando sus rizos castaños.
—Muy bien —respondió el pequeño. Luke asintió y luego de despedirse del maestre ambos salieron del recinto.
—¿Te gustaría que fuéramos a jugar al jardín? —preguntó Lucerys mientras atravesaban el pasillo hacía el ala donde estaban sus habitaciones.
—Quiero ver a Vhagar —dijo Jaerys con la ilusión brillando en sus ojos. Lucerys suspiró.
—No podemos, ya sabes que es una dragona de guerra y si la molestamos podría reaccionar de mala manera —le recordó—. Pero podemos jugar a algo divertido —propuso Lucerys, pero a diferencia de otros días sus palabras no fueron del agrado del niño.
—¡Quiero ir con Vhagar! —le gritó mientras con fuerza se soltaba de la mano de Lucerys.
—¡He dicho que no! —replicó Lucerys y tuvo deseos de morderse la lengua, era la primera vez que le gritaba a su hijo—. Jaerys..., yo...
—¡Eres malo, papá! —vociferó el niño con los ojos llenos de lágrimas antes de salir corriendo sin que Lucerys pudiera detenerlo.
—¡Jaerys, espera! —exclamó desesperado con la idea de seguirlo, pero teniendo que detenerse cuando un dolor punzante le atravesó el vientre y lo hizo recostarse contra la pared con un lamento; lloriqueo mientras veía a su hijo alejarse de él, temiendo que su pequeño hiciera algo estúpido y Borros se desquitara con él. Después de todo, la sangre de dragón de su hijo era más fuerte que la sangre Ándala de Borros Baratheon y siempre lo tiraría hacia los dragones.
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La maldición de los dioses (Lucemond)(EN PAUSA)
FanfictionMuchas personas a su alrededor le habían dicho que su condición era una bendición, un motivo de agradecimiento a los dioses por tan hermoso regalo que le habían hecho, pero para Lucerys no era así. Para él solo había sido una maldición, una que le h...