CAPÍTULO TRECE

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Lucerys pensó en volver a dormir, pero fue imposible, así que se conformó con acostarse en el lugar que había ocupado Aemond mientras velaba el sueño de los pequeños. Miró por la ventana como el sol comenzaba a despuntar y pensó que su padre y Aemond ya deberían haber partido. Quizás lo mejor fue quedarse, no podría haberles dicho adiós sin saber si esa sería la última vez que los vería.

Cuando Jaerys despertó lo primero que hizo fue preguntar por Aemond, con una opresión en el pecho tuvo que explicarle que había partido a una misión. El pequeño hizo un puchero y apretó con fuerza las mantas entre sus manos en un claro gesto de intentar contener sus lágrimas, así que Luke sólo pudo abrazarlo mientras le aseguraba que Aemond regresaría y que no había nada que temer. Cuando se calmó se levantó de la cama y fue a llamar a una de las sirvientas para que se hiciera cargo de su bebé que aún dormía mientras él llevaba a Jaerys al baño para que tomara una ducha. Una vez listos salieron de la habitación y atravesaron los pasillos del castillo hasta la salida de este. Allí ya todos se encontraban reunidos para despedirse de Jacaerys quien estaba listo para partir al Norte.

Nuevamente sintió esa punzada en el pecho, ¿y si le tendían una emboscada a Jacaerys? Daemon y Aemond tenían dos de los dragones más poderosos de Poniente, pero no estaba seguro si Vermax podría luchar solo en un posible ataque. Su mente le jugó una mala pasada cuando pensó en el cuerpo de su hermano sin vida cubierto de sangre. Se llevó una mano al pecho y fue entonces cuando sintió algo cálido correr por sus mejillas.

—Papá, ¿por qué lloras? —preguntó su hijo. Entonces todos voltearon a verlo.

—Luke, ¿qué te sucede? ¿te sientes mal? —Jacaerys se acercó a su hermano menor y lo tomó de los hombros. Lucerys levantó la mirada y soltando la mano de su hijo apoyó las suyas sobre las de su hermano.

—Jace..., no deberías ir solo, ¿qué sucede si te atacan? ¿Qué nos asegura que los Verdes no están esperando la oportunidad de acabar con nosotros? —preguntó temeroso. Él no quería perder a nadie. Jacaerys le sonrió para luego abrazarlo con fuerza. Lucerys sujetó la ropa de su hermano entre las manos con fuerza mientras se llenaba de su aroma—. No te vayas —pidió nuevamente.

—Luke, sé que estás preocupado, pero soy más fuerte de lo que crees —dijo Jacaerys—. Voy a regresar y entonces todos estaremos juntos nuevamente. Sólo espera, ¿de acuerdo? —Luke se mordió los labios. Todos los que se iban siempre le decían lo mismo "espera", como si realmente fuera sencillo de hacerlo, aunque en ese momento no había nada más que pudiera hacer.

—Te quiero, Jace. Por favor, regresa sano y salvo —susurró.

—Lo haré. —Jace le sonrió y luego de besar su frente como solía hacer cuando era un niño lo dejó ir. Se volteó a su sobrino y lo tomó en brazos mientras lo besaba en la mejilla y le pedía que cuidara a su padre. Jaerys asintió con seguridad mientras le prometía hacerlo.

Jacaerys fue hacía su madre quien lo abrazó y luego de despedirse de todos montó su dragón. Vermax pronto desplegó sus alas y con un rugido rompió las nubes mientras se elevaba en el cielo azul. Lucerys lo observó hasta que se perdió en el horizonte mientras tomaba la mano de su hijo y rogaba a los dioses para que protegieran a su hermano y pudiera conseguir el apoyo de lord Cregan Stark.

•◦ ◦•

Horas después de que su hermano se marchó y Lucerys había estado mirando fijamente al cielo sintió un leve tirón en su pantalón que llamó su atención; al bajar su mirada vio a su hijo mayor y con una sonrisa, que intentaba ser tranquilizadora, lo tomó en sus brazos y lo levantó para que también mirara al cielo si eso quería, mientras él suspiraba silenciosamente por su hermano, su padre y su tío que habían partido a la batalla.

La maldición de los dioses (Lucemond)(EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora