VI

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Eyeliet




El ruido de pasos me despierta.

Me incorporo con rapidez, sujetando mis dagas, estoy dentro de una tienda que los gemelos montaron, alegando que una princesa no debería dormir en el suelo de una fría cueva. El intruso no sé ha percatado que estoy despierta y a la defensiva. ¿Por qué los chicos aún no lo han inmovilizado? Preocupada, me agacho escondiendo las dagas detrás de mí. La persona está frente a la tienda sin hacer ningún movimiento.

Inmediatamente se asome cortaré su garganta.

Los minutos pasan sin tomar una decisión. Me lanzo al ataque descubriendo que se ha esfumado.

—¡Chicos! —los veo dormir plácidamente, acto que me enoja.

Los zarandeo siendo en vano; están dormidos por causas que me generan incertidumbre.

Había alguien dentro de mi barrera, lo puedo asegurar.

Ingreso sin intenciones asesinas, de tenerlas, ya sería historia. Aún así, durmió a los gemelos y tranquilizó a los caballos que están en la entrada, que no lo vieron como amenaza. No puedo descifrar que propósito tenía esa persona.

Acaricio el rostro de Derian, duerme como tronco.

"Despierta".

Sus ojos se abren lentamente, viéndome de arriba a bajo, su cara se torna roja.

—¿Q-Qué hace, pervertida? —es lo primero que me dice.

Lo fulmino con la mirada.

—¿Qué te pasa a ti? Te quedaste dormido y alguien entró.

—Eso es imposible, lo habría escuchado.

—Estaban dormidos profundamente, creo que con un fuerte polvo somnífero —le explico.

—¿A usted no le afecto? ¿Se encuentra bien? —coloca sus manos en mis hombros mientras me escanea.

—Estoy bien —retiró sus manos —. Creo que no quería hacernos daño, tuvo oportunidad de matarlos a ustedes. Al parecer el somnífero no funcionó conmigo.

—¿Cómo entró a su barrera?

—Ya te lo dije, no quería hacernos daño. Despierta a Lerwin.

El caballero se acerca a su hermano tratando de despertarlo, aprovecho para entrar a mi tienda y colocarme un vestido azul ceñido a la cintura con un corsé, ni siquiera miró o toco mi cabello, esta enredado hasta las raíces.

Salgo de la tienda con un refunfuño. Por encima me coló una capa.

—¿Cómo me veo? —le pregunto a los gemelos que ya estan completamente despiertos.

Quedan en silencio sin responder mi pregunta.

—¿Ahora qué? —digo, entrecerrando los ojos.

—Su apariencia—explican.

—¡Díganlo ya! —me exasperó.

—Su cabello esta blanco, princesa —termina por decir Lerwin. 

Me cubro mucho más con la capa, es un problema que alguien me vea así.

—Podemos esperar a que vuelva a la normalidad —sugiere Derian.

—¿Y pasar otra noche aquí? Me niego —replicó con el ceño fruncido.

Al cabo de unos minutos Derian me presta una cinta para el cabello, me lo recojo en un moño bastante ajustado; cubro parte de mi cuello y rostro con una bufanda.

El romance de una princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora