2. Labios tan suave como la seda

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Lo tenía acorralado, mis brazos evitando que escapara, era la presa, ninguna presa se escapaba de mi vista

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Lo tenía acorralado, mis brazos evitando que escapara, era la presa, ninguna presa se escapaba de mi vista. Su cuerpo era delgado, su vestimenta estaba pegada contra su piel blanca como la leche. Sus ojos eran calientes y antes que pudiera hacer algo más, me río por la situación y le muestro la mejor de las sonrisas antes de hablar:

—Te dije que podría aterrorizar, Lucy.

El ángel solo se reía mientras seguía acostado en el pasto.

—Eso fue una trampa, pensé que te estabas ahogando. —Se justificó mientras sus finos dedos tocaban mis brazos.

—No es muy profundo, hasta una tonta como Lilith no se ahogaría en ese lugar.

La mirada del ángel cambió de repente, ya no tenía esa sonrisa iluminante. Me apartó con sus manos para sentarse mientras abrazaba sus piernas.

—No la llames tonta, ella es... muy hermosa.

Mis cejas se juntaron mientras un sentimiento parecido al vacío se apoderó de todo mi cuerpo.

—Ya empezamos otra vez, siempre tienes que defender a Lilith —Mostré un rostro de enojo mientras ponía mis manos en las rodillas—. Lilith no es tonta, Lilith también quiere ver las estrellas explotar de tus manos, Lilith también debe pasar tiempo contigo. Lilith, Lilith y Lilith. ¿Qué tiene de especial ese hombre sin pene?

El ángel suspiro mientras una media sonrisa se posó entre sus labios.

—En primera, ella no es un hombre sin pene, es una mujer; y segundo, ella es muy hermosa.

—Yo también soy hermoso —contraataque con rudeza.

—No digo que no lo eres, tienes un cuerpo bastante musculoso y un rostro bonito —Sonreí mientras escuchaba esas descripciones saliendo la voz del Ángel—. Pero Lilith tiene algo especial, algo que no sabría cómo descifrar.

Gruñí mientras tocaba una ramita del suelo y la rompía entre mis dedos.

—Quisiera juntar sus labios con los míos.

Esa confesión despistó a todos mis pensamientos.

—¿Por qué dioses harías eso? —La mera idea de ver a Lucifer juntar los labios con Lilith me producía asco.

—He visto desde el cielo como ángeles denuncian ese acto como señal de respeto y admiración.

—¿Sientes admiración por esa mujer? Asqueroso.

—No es asqueroso, incluso diría que es algo bastante bello.

Soltando un gran suspiro tomó las mejillas del ángel mientras este estaba despistado para juntar sus labios con los suyos. Eran suaves y cálidos, nada se podía comprar a este sentimiento, quería seguir en esa posición, pero suelto sus mejillas para mirar a otro lado y contestarle:

Necesito una mordida (Historia corta de AdamsApple) [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora