Necesito una mordida (Historia corta de AdamsApple) [+21]

3. Nuestros cuerpos bajo las sabanas

Todo el día la pase recorriendo la mansión de Lucifer tras su ausencia para ir al estúpido hotel de su hija. El lugar parecía bastante descuidado, podría afirmar que este lugar era una puta mierda. Pase uno de mis largos dedos en uno de los cuadros del lugar y no me sorprendió ver como mi dedo se baño en una capa de polvo.

Los cuadros del lugar en su mayoría eran retratos que contaba la historia de Lucifer y como se volvió en el soberano del infierno. También hay una imagen familiar en donde su hija estaba sentando en una silla roja mientras Lucifer estaba a su derecha y la perra de Lilith con su sonrisa confiada estaba en la izquierda. Quería romper el cuadro con mis garras, pero sabía que saldría mal parado si tuviera una discusión con Lucifer.

Camine por el lugar mientras bebía una botella de Vodka tomada de la reserva del amo del inframundo. Puedo beber grandes cantidades de alcohol y será casi imposible lograr que me emborraché, por eso no me sorprende estar casi intacto mientras terminaba la botella.

Termine el día recorriendo todo el lugar, bebiendo cuatro botellas solo y volvió a la habitación de los patos de goma para descansar. Esta será mi nueva vida. Una verga de vida.

. . . . . . . . .

—¿Por qué pasas tanto tiempo con esa estúpida? —comente mientras cruzaba los brazos y mis ojos se clavaban en Lucy.

—No entiendo porque estas tan molesto, paso tiempo contigo, todos los días.

—No es cierto, ahora solo pasas tiempo con ella y le muestras las luces de tus manos con ella. Eso solo era conmigo.

—Este espectáculo era para todos, no solo para ti.

—Yo creí que solo era para mí, pero si quieres anda a lamerle los labios a esa... Zorra.

Era mi primera grosería sin serlo, sentía tanta ira por Lilith que vi el primer animal que cruzaba los campos y lo dije con toda la furia del mundo.

—No te permito que le hables así a Lilith, ella es una chica muy especial.

—Pensé que yo también era especial para ti, ya veo que no lo soy.

—Adam...

—Lárgate con ella y no me molestes.

. . . . . . . . .

El sonido de un pato de goma logro despertarme con un quejido. Mire bien y Lucifer había aplastado el pato para sonar ese molesto chillido, casi tan molesta como ver su estúpida sonrisa tan animada.

—Arriba, dormilón, tenemos cosas que hacer.

—¿Tenemos? —cuestione con pesadez.

—Claro, eres de mi propiedad y harás lo que te ordene.

—Chúpame la verga.

Quise ocultar mi rostro, pero lo único que había era miles de patos que no ayudaran en un carajo.