Fuego y Hielo, necesito ambos

43 7 3
                                    

Las siguientes dos semanas las recordé siempre con un cariño exquisito. Johana no lo sabía, pero cuando me convenció para enviar ese video, algo dentro de mí cambió.

Tomé una decisión. Debía enfrentar la vida tal y como me venía y no podía volver a ser quien era. Me merecía ser feliz y solo podía serlo si aceptaba mi nueva situación.

Era más fácil decirlo que hacerlo. Odiaba muchas cosas de mi nueva condición: Ser pequeña, poca fuerza, sentirme siempre vulnerable, pero no había remedio. Mis sentimientos cambiaban y cada vez me costaba más recordar cómo me sentía al ser un hombre

Aunque recordaba mis días como Carlos, yo era una chica ahora y lo sería para siempre, así que debía resignarme a lo que era.

Rubén, con su amabilidad y apoyo constante, me hacía sentir cosas que nunca había experimentado antes. Su presencia me provocaba una extraña mezcla de miedo, timidez y vergüenza, pero también una curiosidad indomable que me invadía por completo. Cuando estaba cerca de él, sentía cómo mi cuerpo reaccionaba de formas que no comprendía del todo. Era como si algo se agitara en lo más profundo de mi ser, despertando sensaciones nuevas y desconocidas.

Todo empezó la tarde en que volví a casa. Interpreté mi papel a la perfección, me había hecho el firme propósito de explorar mi nuevo yo, de actuar como una chica en todos los aspectos; Por desgracia era mi futuro y ser toda mi vida una amargada que recuerda su pasado no sonaba para nada agradable.

Cuando nos fuimos a acostar, el personaje me había absorbido totalmente. Tenía claro que me gustaba, que le había pedido tiempo ¿Para qué? No me atrevía a pensar que significaba ese "para qué" pero estaba muy claro para el... y lo peor es que para mí también

Nuestra rutina siguió su curso como si nada. Él se quedaba en casa trabajando muchas mañanas, mientras yo me daba el gustazo de dormir hasta tarde. Mis turnos en el trabajo empezaban más tarde, así que tenía la mañana libre para mis cosas.

Aprovechaba ese tiempo para darle una pasada al piso, fregar, barrer, ya sabeis, lo típico. Aunque él insistía en que debíamos repartirnos las tareas, yo disfrutaba un montón pensando que me estaba viendo limpia mientras teletrabajaba, se quedaba muchas mañanas en el piso. Por suerte, ninguno de los dos éramos de ensuciar mucho, así que no costaba mantener la casa presentable.

Cuando yo salía para el trabajo, él se encargaba de lavar los platos. Aunque normalmente era yo la que cocinaba, ¡Madre mía, algunas de mis creaciones daban miedo! Pero él las probaba sin rechistar. Era un mártir de la cocina, eso sí. A pesar de todo, me hacía gracia verlo sufrir un poco con la comida que preparaba.

La vida en el supermercado seguía su curso sin grandes cambios. Sin embargo, descubrí que disfrutaba cada vez más de la amistad de las chicas. Silvia era toda una seductora, siempre coqueteando con el encargado y sacando partido a su famoso "top rosa". Una vez le comenté lo atrevida que era, y en vez de enfadarse, ¡me retó a probarlo yo misma!

Así que, como parte de un objetivo mensual que me autoimpuse, me vi obligada a vestir una camiseta extremadamente ajustada y a aplicarme un maquillaje mucho más exagerado de lo que estaba acostumbrada, cortesía de Silvia. Mi misión: conseguir un fin de semana libre completo poniendo ojitos de pena al encargado. Pero, para ser sincera, fue un completo fracaso. Me sentí torpe y ridícula, pero de ese día me llevé algo inesperado: el chico de los lácteos estuvo casi una hora hablando conmigo, suplicando mi Instagram y prácticamente ignorando a Silvia. ¡Me encantó sentirme en el centro de atención en lugar de la diosa sexy del supermercado! Johana y Vane se partieron de risa con la situación.

Tal y como habíamos quedado un miércoles en el que el supermercado parecía estar vacío al final del día , con dos o tres clientes yendo y viniendo, los pasillos llenos de actividad mientras reponíamos para el día siguiente. Johana contaba el dinero de las cajas.. De repente, entrando sonriendo lo vi: Rubén, con su sonrisa contagiosa y esa energía que parecía iluminar todo a su alrededor. Me había prometido que vendría a buscarme al final de mi turno, y ahí estaba, fiel a su palabra.

Hayami significa: Chica de una gran belleza, inusual y un tanto rara (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora