¿Cómo se retoma el hilo de una vida?

17 5 1
                                    

Desperté al día siguiente con una sensación de desconcierto y agotamiento profundo, como si el sueño no hubiera hecho más que arañar la superficie de mi cansancio. Cada parte de mi cuerpo dolía, recordándome la brutalidad de los golpes de Raúl. Cada movimiento era un recordatorio del horror de la noche anterior.

Me desperecé y de inmediato sentí un dolor agudo y profundo en mi interior, en mi ano. El temblor me recorrió de nuevo al recordar cómo Raúl, tras ver su móvil, me había golpeado repetidamente. Sentí un diente suelto y la piel alrededor de mi boca estaba sensible por los puñetazos de mi pareja. Pero lo peor no eran los golpes. Recordaba claramente su puño invadiendo mi intimidad, buscando dañarme, buscando hacerme chillar de miedo y dolor... y lo había conseguido.

Moví los ojos lentamente, reconociendo el entorno del apartamento de Rubén. La familiaridad del lugar me trajo un breve momento de consuelo, pero pronto fue reemplazado por una oleada de miedo y preocupación. Sabía que estaba a salvo, al menos por ahora, pero la sombra de Raúl seguía persiguiéndome en mis pensamientos. Seguía aterrorizada.

Miré alrededor de la habitación, mis ojos buscando a Rubén. No estaba allí, pero podía oír el leve murmullo de su voz en otra parte del apartamento. De pronto, sentí una punzada de culpa. Me había ido de la casa de Raúl, y me preocupaba el impacto que mi presencia podría tener en la relación de Rubén con Sandy. No quería ser una carga, no quería causarle problemas. Sentía que debía volver con mi torturador, preocupada por él, pensando que estaría solo y que no merecía ser abandonado...

Cerré los ojos con furia, reconociendo el efecto que ese cerdo tenía en mí. No podía pensar siquiera en traicionarlo a pesar de lo que me había hecho. ¡Dios mío! Seguía preocupada por él. ¿Estaba loca? ¿Cómo podía sentir preocupación por Raúl?

Cada vez que trataba de moverme, el dolor me recordaba lo frágil que me había vuelto. Me sentía una mierda, débil y vulnerable, una sombra de la persona que solía ser. Recordaba cuando era Carlos, cuando enfrentaba los desafíos con valentía y determinación. Ahora, todo eso parecía tan lejano, como si perteneciera a otra vida.

Estaba asustada. No solo por Raúl, sino por lo que significaba depender de Rubén otra vez. Me di cuenta de inmediato que veía a todos los hombres iguales, todos me asustaban. Incluso Rubén, que una vez fue la persona más preciada para mí. Me preguntaba si realmente podía confiar en él, si realmente podría protegerme esta vez. El miedo era una constante, un enemigo invisible que acechaba cada pensamiento.

Escuché pasos acercándose y traté de prepararme para lo que venía. Rubén apareció en la puerta, su rostro mostrando una mezcla de preocupación y determinación. Instintivamente me cubrí entera, a pesar de que estaba vestida. De pronto me asustaba por cualquier cosa. Intenté sonreír, pero el esfuerzo fue en vano. Sabía que él podía ver el dolor y el miedo en mis ojos.

—¿Cómo te sientes? —preguntó suavemente, acercándose a la cama. Sentándose a mi lado y apartando un mechón de pelo enmarañado de mi cara. Estaba totalmente enredado... los problemas de dormirse recién duchada.

—Mejor... supongo —respondí, aunque la verdad era que me sentía exhausta y rota. No quería preocuparlo más de lo necesario.

Rubén se sentó a mi lado, tomando mi mano con una suavidad que casi me hizo llorar. No sabía cómo explicarle lo que sentía: la mezcla de gratitud y culpa, la desesperación y el alivio. Quería decirle que lo apreciaba, que su ayuda significaba todo para mí, pero las palabras se me atragantaban.

—No tienes que preocuparte por nada ahora —dijo, su voz firme—. Estás a salvo aquí.

Quería creerle, pero el miedo seguía allí, persistente. No sabía cuánto tiempo podría mantenerme a salvo, ni cuánto tiempo podría soportar sentirme así. El recuerdo de Raúl, siempre ese cerdo, estaría solo, esperándome. Seguro que si volvía, me perdonaría... ¡NO!, ¡Mierda! ¡No!, pensé mientras sacudía la cabeza desesperada. Rubén se quedó a mi lado, susurrando:

Hayami significa: Chica de una gran belleza, inusual y un tanto rara (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora