En las bulliciosas calles de Madrid, Rubén, un joven reservado, se encuentra con Hayami, una chica vivaz y misteriosa, en una sala de espera de la estación de tren.de Atocha
Lo que comienza como una conversación casual pronto se convierte en un vínc...
Era un bombazo: nuestra empresa se estaba convirtiendo en la más importante de videojuegos en todo el mundo . Hacía tres meses desde el último Mobile World Congress y los números eran increíbles. Avatars of Eternia era con mucho el juego más descargado de la Play Store y en otras plataformas ocurría lo mismo. Se imponía una celebración en toda regla y Raúl no pensaba escatimar gastos. Nuestro pequeño estudio se quedaba chico, casi no cabíamos los lunes en la oficina cuando nos juntábamos todos para ponernos al día y recibir nuestras hojas de trabajo. La empresa casi se alegraba de que trabajáramos desde casa.
La actualización era un éxito. Los avatares nuevos eran portada de todo tipo de merchandising y Kiata había conseguido unos índices de popularidad en las plataformas digitales nunca vistos. Ahora, en su nueva forma oscura y vengativa, se había convertido en el personaje más usado del juego. El stream de Hayami vestida con su cosplay de Dark Soul Kiata fue una de las transmisiones del año. Miles de seguidores conectaron en directo y ahora ella era una de las streamers más populares del mundo.
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Así que estas Navidades se prestaban a una celebración en toda regla y, de nuevo, sería en el restaurante donde Raúl conoció a Hayami. Supongo que lo hacía como una forma de agradarla, pero para mí...
Para mí no era precisamente bonito. Había pasado un año y medio. Un año y medio de las idas y venidas más acusadas que un ser humano puede tener. Había conocido a la chica más maravillosa del mundo en una estación, esa chica resultó ser un chico, mi mejor amigo. Pero era una chica en todos los aspectos, de hecho, estaba locamente enamorada de mí, y yo de ella. No me di cuenta y al final la perdí, la perdí por no tener una maldita mente abierta, por no saber que el amor entre nosotros no entendía de géneros o de barreras. Y la herí profundamente.
Ella, desesperada, entró en una espiral de autodestrucción y se convirtió en una prostituta para hacerse daño, y yo me sentí profundamente responsable.
Incapaz de sentir que debía ayudarla, en mi ceguera, comencé una relación con otra persona. Fui tan estúpido que no me di cuenta de que ella me estaba pidiendo ayuda desesperadamente.
Sandy no es que no fuera agradable, pero tenía un gran defecto: no era mi chinita. Y más aún cuando tenía que verla todos los días en internet. Sabía que estaba con Raúl, debería alegrarme pero no podía. No podía alegrarme de que alguien la tuviera pero solo porque yo no había tenido el valor suficiente de ir a por ella.
Al menos, suponía que era feliz, pero ella era muy celosa de su intimidad con ella, y yo prefería no saber nada. Solo me alegraba internamente de que estaba bien, cuidada y protegida.
El reflejo del espejo me devolvía la imagen de alguien que, en muchos aspectos, parecía haber cambiado poco físicamente en un año y medio. Estaba de pie en mi cuarto, terminando de abotonarme la camisa blanca y ajustándome la corbata. Afuera, la noche se preparaba para una celebración que muchos en la empresa esperaban con ansias: nuestra cena navideña. La empresa estaba en su mejor momento, y era imposible no sentirse emocionado por los logros alcanzados.
