Ayşe La Pintora

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Cuando amaneció, mi sultana Ayşe ya estaba despierta. La encontré con una sonrisa en el rostro, tal vez recordando los momentos de la noche anterior o simplemente contenta de comenzar un nuevo día juntas.

La contemplé con cariño y acaricié su hermoso rostro. Sus ojos marrones brillaban con la luz del sol, iluminando su belleza. "No quiero levantarme, pero debo ir a cumplir con mis deberes"- dijo con dulzura- demostrando su preocupación por no perturbar mi descanso. "Puedo ser sultana, mi amor, pero tú eres la sultana de mi vida", añadió con ternura.

Respondí con un beso suave y una sonrisa. "Ve, nos vemos en unos minutos", le aseguré antes de verla partir con la elegancia que siempre le caracterizaba.

*Flashback*

Desde la sombra de la puerta, observo a mi padre, un hombre de fe y devoción, recitando el Eshet Jail a mi madre en nuestra humilde casa en el Reino de Castilla. 

"Mujer de valor, ¿quién la hallará? Su valor supera en mucho al de las piedras preciosas..."

Sus ojos brillan con un amor que ha resistido el paso del tiempo, un amor que deseo para mí en el futuro. Las palabras de la oración llenan el aire, creando una melodía que habla de respeto, gratitud y amor profundo. En ese momento, prometo encontrar un amor tan puro y duradero como el que mis padres comparten.

*Fin del Flashback*

Estos momentos de intimidad no podían ser tan perfectos. A medida que compartíamos horas estudiando en la biblioteca o resolviendo asuntos del harem, nuestra conexión se fortalecía aún más. Sin embargo, acá en el Imperio Otomano, la realidad es implacable para las mujeres que aman a otras mujeres. El precio por la homosexualidad femenina puede ser devastador. Si nuestro secreto sale a la luz, podríamos enfrentarnos a la represión social, el ostracismo e incluso la persecución legal. Nos veremos obligadas a ocultar nuestro amor, viviendo con el constante temor de ser descubiertas y enfrentar las terribles consecuencias que esto puede conllevar.

Ayse Sultan

Subí nuevamente a la habitación y Malhum no estaba, así que decidí ir en su búsqueda. La encontré en la cocina, ayudando a las cocineras a preparar mi desayuno. La vi tan dulce y entregada mientras cocinaba; en ese momento, deseé profundamente poder ser una mujer común, despertándome al lado del amor de mi vida.

Cuando notaron mi presencia, todas hicieron reverencia, incluyendo a Malhum, quien me lanzó una mirada significativa. Me senté a la mesa para disfrutar de la comida que ella había preparado. Probé unos deliciosos huevos con tomate y un pan recién horneado que llenaron mi paladar de placer. Aunque no era una comida digna de una sultana, su sabor era exquisito. Además, Malhum me ofreció una bandeja con frutas frescas y queso, añadiendo un toque de frescura y variedad a la mesa.

Para los demás éramos sultana y criada, pero en realidad, mi corazón anhelaba verla todos los días de mi vida, compartiendo cada momento juntas más allá de las apariencias y las obligaciones impuestas por nuestra posición social.

Era una mañana temprana, y aprovechando que mi tía y mi padre habían salido, decidí llevar a Malhum al bosque, escoltadas por unos guardias para nuestra protección. Conmigo llevé un lienzo y mis pinturas, y comencé a plasmar en él el hermoso paisaje mientras Malhum observaba en silencio.

-Malhum la otra vez mencionaste que sabías tocar un instrumento

-Si, mi Sultana. respondió timidamente

-Me gustaría escucharte tocar algún día, ¿Qué instrumento tocas? -pregunté con mucha curiosidad

-El violín

sonreí hacia ella ...

Pero ella no retiraba la vista de mis manos,  fue entonces cuando me di cuenta de lo mucho que ella amaba esos paisajes; estar en contacto con la naturaleza, caminar descalza por la tierra. Era un gusto que compartíamos: yo amaba pintarlos y ella amaba contemplarlos.

Nuestra excursión no duró mucho tiempo, pues era necesario regresar para prepararnos. El sultán regresaría de su día de caza y era crucial estar listas para recibirlo; era un hombre puntual y detestaba esperar. Era el momento perfecto para un baño y prepararnos para su llegada.

Como ya nos conocíamos tan bien, nos metimos a bañar y empezamos a jugar y reír con el agua y el jabón, como dos niñas traviesas divirtiéndonos sin preocupaciones. Al salir del baño, entramos al pequeño vestíbulo del palacio, un lugar íntimo y privado donde cerramos la puerta. No pude resistirme y la empujé suavemente contra la pared, susurrándole al oído que me moría por un beso suyo, y ella procedió a dármelo con amor y sutileza, dejando claro que nuestras bromas y juegos no tenían límites en nuestra complicidad.

"¿Quieres que juguemos aquí?" preguntó ella con una chispa traviesa en los ojos. "¿Estás loca? Nos podrían descubrir. Si alguien toca la puerta, no sé cómo podríamos disimular. Esta noche partiremos al palacio".

Asentí, reconociendo la sensatez de sus palabras. "Tienes razón, esperemos a la noche. Tengo algo que sin duda te va a gustar, una sorpresa para ti".

Sus palabras me dejaron pensativa. Había olvidado por completo nuestros planes de que me casara con el hijo de Davut Pasha . Pero antes de que ella se enterara por alguien más, tenía que hablar con ella. Era importante abordar ese tema antes de que se convirtiera en una complicación para nuestra relación.

Al vestirnos, nos sentamos al aire libre para esperar a su majestad. Pronto llegó victorioso, con un venado tras su exitosa jornada de caza. Hicimos reverencia a su entrada y él, con su habitual autoridad, anunció: "Espero que estén listas, partimos en unos minutos". Así que nos preparamos rápidamente para viajar de regreso al palacio.

Sabía que al día siguiente mi padre hablaría con Davut Pasha sobre la posible boda. Era un asunto que no podía postergar más. Antes de que surgieran malentendidos o complicaciones, necesitaba hablar con Malhum sobre este importante tema.

Me enamoré de mi Sultana -COMPLETA- Girls Love HistoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora