Perspectiva de Malhum
La ceremonia nupcial estaba en pleno apogeo en el majestuoso Palacio de Topkapi. Desde mi posición, podía ver a los nobles judíos, con sus ropas lujosas y joyas resplandecientes, mezclándose con la élite otomana. El sultán Selim, con su mirada llena de amor y devoción, no apartaba los ojos de mí, mientras yo, Malhum, me sentía atrapada en un destino que no había elegido.
Por mi parte, llevaba un vestido de terciopelo rojo oscuro, con bordados de plata que formaban intrincados patrones florales. El vestido estaba ceñido a la cintura con un cinturón de oro, y una capa de gasa transparente caía suavemente desde mis hombros. Mi cabello estaba recogido en un elaborado peinado, adornado con perlas y zafiros, y un velo de encaje cubría parcialmente mi rostro. A pesar del esplendor y la opulencia que nos rodeaba, mi corazón permanecía frío y distante. De repente, una criada tropezó con una alfombra y cayó al suelo, provocando risas contenidas entre los invitados. Fue un momento de humor inesperado en medio de una atmósfera cargada de drama y tensión.
La sultana Ayse y Yusuf habían diseñado un plan de emergencia por si algo salía mal, asegurando que todos nuestros soldados y siervos leales estuvieran en las posiciones acordadas. La ceremonia se llevó a cabo en presencia del imán sin ningún contratiempo. Al finalizar, como era costumbre, las mujeres nobles, esposas de los dignatarios, las sultanas y las criadas nos dirigimos a la celebración. Cabe mencionar que la noche anterior habíamos celebrado la noche de henna, una tradición en la que las manos y pies de la novia son decorados con intrincados diseños de henna para simbolizar felicidad y buena suerte en el matrimonio. La sultana Ayse, con mucho cariño y amor, fue quien aplicó la henna en mis manos.
Mientras todas bailaban, yo permanecía sentada en una silla. Ahora tenía un estatus superior, pues era la esposa legítima del sultán. Cabe resaltar que no es muy común que los sultanes se casen con mujeres libres. Mi suegra estaba muy emocionada, pero a la vez muy triste porque no hacía poco tiempo que había muerto su preciado hijo.
-Te ves hermosa Malhum Hatun –expresó mi amada con ojos de amor-
-Gracias mi Sultana – asentí
-Esta fiesta no debió acontecer antes de que se cumpliera el luto, tengo un mal presentimiento- comentó con preocupación la Sultana Halime
-En eso tienes razón Sultana, no sé cómo autorizaron los consejeros a mi hijo de adelantar la boda. – dijo bajando la cabeza mi suegra
-Todo parece ir bien -susurro a mi oído Ayse. La verdad es que también pienso eso, pero hay algo extraño en el ambiente que no me permite estar en paz.
-Necesito ir al baño, si me disculpan Sultanas e hice una pequeña reverencia.
-Te acompaño, el embarazo conjunto a las bebidas hace que vaya muy seguido. - dijo sosteniendo su vientre y riendo mi Sultana.
La Sultana Ayşe y yo fuimos a las letrinas situadas cerca del harén. Mi amada caminaba con gracia por los pasillos adornados con mosaicos intrincados y lámparas de aceite que proyectaban sombras danzantes en las paredes. Al llegar a las letrinas, un balcón cercano captó la atención de Ayşe. Desde allí, se podía observar la celebración de los hombres, quienes, con risas y música, disfrutaban de una fiesta en el patio del palacio. La vista era un contraste vibrante con la fiesta del harén, y Ayşe no pudo evitar observar fijamente a Selim y al príncipe fugitivo.
Ayşe pasó su mano por sus cabellos en signos de preocupación y murmuró:
- "Hay algo que es sospechoso, Malhum. El príncipe no trajo a sus hijas, por lo menos aún no están en la celebración, solo vino su esposa."
-Tienes razón, algo está tramando, pero aún no da indicios de lo que es, de hecho, ni siquiera está cerca del Sultán.
-Solo te pido que estemos alertas. –la sultana empezó a acercarse a mí aprovechando que el pasillo estaba solo- Hoy estarás nuevamente con mi hermano, ya estas esperando un hijo de él, trata de ser un poco sumisa amor, no quiero que el termine haciéndote daño, esta tormenta va a pasar
Sus palabras fueron seguidas de un cálido abrazo.
Volvimos a la celebración del harem y decidimos socializar a ver que investigábamos, por lo que veo el efecto de la boda logró su cometido, ya que al enterarse que era judía muchas de las nobles judías que estaban allí empezaron a felicitarme por la boda.
Hasta que poco a poco fue terminando la celebración, y fui llevada a la habitación del Sultán. No sin antes haber sido informada por la Sultana Ayşe de que iban a dormir en el palacio, pero ella no dormiría ni Yusuf Efendi.
Cuando llegué a la habitación el Sultán me estaba esperando con una gran sonrisa, pero al verlo recordé los momentos vividos en esta habitación y por dentro empecé a temblar.
El Sultán se acercó a mí y con delicadeza soltó mi velo, diciendo:
-Eres la más hermosa mujer que haya visto antes, de hecho, podría pensar que ni siquiera eres humana. Tienes la belleza de una hurí, así como las describen en el paraíso. –sus palabras no pudieron mover ni la más mínima fibra en mí.
-Mi Sultán –siguiendo el consejo de Ayşe tome el rostro con cuidado de él- cuando usted me dijo que se casaría conmigo jamás pensé que sería cierto, hoy me hace muy feliz –miento-
-No perdamos tiempo mi amada –empezando a colorar en mi cuello un collar de oro-
Una hora después me encontraba en la cama del Sultán intentándolo calmar con palabras bonitas, le dije como excusa que quería conocerlo más a él. Así que lo llevé a la cama a charlar. Pero sus azules ojos no dejaban de desnudarme, y empezó a quitarse su túnica hasta quedar en sus calzoncillos dejando a la vista su pálida piel, y un bullicio empezó a oírse desde la habitación, parecía ser una multitud, el Sultán agarró su túnica y el medio coloco en su cuerpo, cuando una fuerte y grave voz, empezó a gritar:
-Sultán Selim, ¡Salga por favor! - sonido acompañado por un bullicio enorme
Con preocupación me dijo:
-Por favor Malhum escóndete en el baño, de hecho, si algo malo pasa, detrás de ese estante hay un pasadizo secreto que lleva a la habitación de al lado, pero ten cuidado.
-Sultán salga, o estaremos obligados a entrar por usted a la fuerza. –la voz seguía diciendo- Mientras me escondí en el baño.
Enojado salió Selim hacía la puerta abriéndola y gritando:
- ¿Qué forma es esta de irrumpir en la noche de bodas de su Sultán? Y tratarme como un simple mortal.
-Sultán usted es acusado de graves cargos, y la justicia llega aún a los Sultanes. – escuche que le respondieron-
No pude ver lo que pasó después, pero lo último que escuche es como la multitud se alejaba y gritos del Sultán diciendo "Suéltenme se los ordeno, Soy el Sultán"
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Me enamoré de mi Sultana -COMPLETA- Girls Love History
RomanceEn el majestuoso escenario del Imperio Otomano, donde los susurros de los palacios se entrelazan con los misterios de sus calles empedradas, florece una historia de amor prohibido y secretos ocultos. En el corazón de esta trama se encuentra una jove...