La cita con edward

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Después de que Edward me dejara en el parque, Resignada, me dirigí a mi casa. Para ser sincera, no sabia si estaba yendo por el camino que me lleva a mi querido hogar, estaba demasiado preocupada con los pensamientos de lo que sucedería al día siguiente.

Cuando por fin llegue a mi casa, tome mi teléfono y vi varios mensajes de Bella, en los cuales Me deseaba que tuviera un buen día con Edward, ya que sabia que salía mucho con el. Le expliqué contestándole por mensaje que solo estuvimos una jodida hora.

— ¿Vas a ir al baile con Cullen? —contesto, cambiando de tema

—¿Que? no. -conteste cortante-

—Entonces, ¿Qué vas a hacer? No te quedaras sola ese día. Papa ya hizo planes. —inquirió con demasiado interés.

Mi reacción instintiva fue decirle que no se preocupara, y que dejara de preguntar tanto, pero en lugar de eso le dije la verdad.

—Saldré con Edward. -Conteste sin mas

—¿Cullen Es bueno contigo? Dime que no es un patán. puede ser vampiro, pero no deja de ser persona.

—Se llama Edward —enfaticé— Es bueno conmigo, es todo lo que diré.

- Ya sabes, de todos modos, si te arrepientes de salir con el ese día, puedes venir al baile con mi grupo de amigos.

Suspire para luego contestarle

—Gracias bella, Pero no voy a ir al baile, ¿de acuerdo?

—Esta bien, no te enojes.

Mire el mensaje y apague mi teléfono, para luego tirarme en la cama. Un ruido algo fuerte se escucho cerca de las escaleras y sabia que era Charlie. Me levante de mi cama y decidí ir a saludarlo pero se lo veía distraído, supuse que le preocupaba algo relacionado con el trabajo, o tal vez con el partido de baloncesto. Con Charlie, era difícil saberlo.

— Hola papá —Dije cuando baje de las escaleras

— ¿Qué pasa, Sabrina?

—Solo te saludaba. -Dije algo confundida por su reacción.

—Ah —dijo sorprendido— Bueno

No le quise dar mas vueltas, ya que supuse que el no quería hablar de su trabajo o de lo que lo tenia tan distraído, asi que cuando vi que no me prestaba atención, volvi a mi habitación.

Al día siguiente, a primera hora, salté de la cama y comencé a vestirme rápidamente.

Con disimulo, eché un rápido vistazo por la ventana para verificar que Charlie se había marchado

ya. Una fina y algodonosa capa de nubes cubría el cielo, pero no parecía que fuera a durar

mucho. Apenas había terminado de cepillarme los dientes y me disponía a bajar las escaleras cuando

una sigilosa llamada de nudillos en la puerta se escucho.

Fui corriendo hacia la entrada. Tuve un pequeño problema con el pestillo, que casi rompo, pero al fin

conseguí abrir la puerta de un tirón y allí estaba él.

Al principio no estaba sonriente, sino sombrío, pero su expresión se alegró en cuanto se

fijó en mí, y se rio entre dientes.

—Buenos días.

— ¿Qué ocurre? -Dije confundida

Eché un vistazo hacia abajo para asegurarme de que no me había olvidado de ponerme

nada importante, como los zapatos o los pantalones.

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