Capítulo 4 "Dolor"

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George solo me sonrió y dirigió su mirada al frente del grupo. El estadio estaba lleno de vendedores que gritaban sus mercancías y precios, pero a muy pocos se les entendía.

-¡Cielos papá! ¿Qué tan arriba estamos?- Ron estaba tratando de recuperar la respiración después de subir cientas o tal vez miles de escaleras.

-Pongámoslo de esta manera. Si acaso llueve serán los primeros en saberlo- la voz era fría y seria derrochaba superioridad.

Todos miraban un piso abajo a un muchacho con pelo casi blanco y al que supongo era su padre. La mirada del adulto mostraba solo frialdad y odio. El chico se veía como un presumido con el deseo de demostrar que nosotros éramos inferiores a él .

-Nosotros estaremos en el palco del ministerio. El mismo Cornelius Fudge nos invitó personalmente- el rubio platinado alardeó. Y claro que ahora logró demostrar que, en cuanto a posición social era mucho mejor.

-No presumas Draco, no hay necesidad con esta gente- cada vez tenía más ganas de golpearlos.

-Lucius Malfoy- el Sr. Weasley llamó la atención de Lucius, los dos iniciaron una conversación sobre el ministerio. Mientras tanto el rubio platinado comenzaba a hablar.

-Veo que consiguieron nuevas amiguitas eh- el albino creído volteó su mirada a nosotras y luego miró a Potter como si exigiera una explicación. Vi como su mirada recorrió las piernas de Hanna y mi temperatura subió, no por celos sino porque estaba furiosa.

-Quítale los ojos a mi hermana zopenco- mi rabia aumentaba cada vez más por culpa de ese niñato mimado. Hanna se incomodó automáticamente pero pude ver que aún así lo agradecía.

-¿Y tú quién eres para exigirme a mí algo?- esas esferas circulares de plata que tenía como ojos recorrieron mi cuerpo de arriba hacia abajo como si estuviera despreciando mi aspecto.

-¿Y tú quién te crees? No puedes andar por ahí con tu papi insultando a la gente que es mucho mejor que tu.

-Deberías de aprender tu lugar sangre sucia- espera ¿Qué? Rebobinar... ¿Escuché bien? Sangre. Sangre sucia. Katherine y yo nos miramos y luego ya nada nos detuvo. No podíamos parar de reír y todos nos observaban como si fuésemos pacientes de un manicomio.

-Parece que tanta sangre sucia te afectó el cerebro.

-America déjalo no merece la pena- dijo Fred abrazándome por detrás.

-Lo sé Fred, lo sé. Pero es que no lo puedo evitar, ese necio me saca de mis casillas- Malfoy nos miró incrédulo. Pero la mirada de los gemelos me hacía relajarme y pensar que estaba en otro lugar.

-¿Podrían dejar de fingir que no estoy aquí?

-Oh sigues ahí- desde este día mis innumerables peleas con Malfoy comenzaron.

-Draco vámonos- la voz de Lucius Malfoy resonó como si tuviera bocinas- y como ya dije, no necesitas presumir ante estas personas.

Ustedes disfrútenlo ¿Quieren? Mientras puedan hacerlo- esa fue la última oración del Sr. Malfoy dirigida a Harry Potter y a mí.

-Con todo respeto Sr. Malfoy- lo detuve antes de que se marchara, no volteó a verme- pero creo que debería enseñarle a su hijo que no por ser sangre pura significa que no es una purria.

-¿Cómo te atreves a hablarle así a mi hijo?- sonaba indignado y furioso. No le respondí pues temía que si lo hacía, habría dicho algo imperdonable, pues yo no digo groserías solo las pienso.

-Ella no hablaría así si su hijo supiera su lugar- Katherine contestó por mí, dándome al final una pequeña mirada de apoyo casi imperceptible.

El Sr. Malfoy solo se giró y siguió su camino junto a su hijo.

-Pero que molestia de personas- sentía que mi sangre hervía en mis venas, estaba muy caliente y no en el buen sentido. El brazo de Harry rozó el mío y el volteó a verme con preocupación. Dejó que todos pasaran en frente de nosotros y yo no lo detuve. Me sentía extraña, mi temperatura estaba demasiado alta para que fuera algo normal.

-Demonios America tu brazo está hirviendo- dijo acercándose a mí y colocando su mano en mi cabeza. Podía sentir la frialdad de su mano pero la removió rápidamente- esto no es normal, me, me quemaste.

-¿Qué? Harry entiendo que tengo temperatura pero no seas tan dramático.

-No America. Mira- Su mano estaba de un color rojizo y en algunos nudillos se comenzaban a formar pequeñas heridas que seguro provocaban algún ardor.

Mi cabeza comenzó a dar vueltas y mi temperatura corporal aumentaba cada vez más.

-Harry. Necesito sentarme- dije con una voz irreconocible, mi garganta quemaba, mis manos, mi cabeza ardía, sentía como el calor recorría mi cuerpo. Como si fuera algo líquido por mis venas.

-Vamos con los demás- dijo el apunto de cargarme.

-No- me miró interrogantemente- no los quiero preocupar, prefiero quedarme aquí, si quieres ve al partido.

-No te voy a dejar así, por lo menos deja que el Sr. Weasley venga.

-Muy bien- en solo unos minutos el Sr. Weasley se acercaba con velocidad.

-¿America? Voy a usar un hechizo traslador agárrate fuerte- yo solo asentí y me despedí de Harry susurrando un gracias.

Mi cabeza no paraba de latir y mi respiración se dificultaba. Abrí mis ojos y ya no estaba en el estadio, me encontraba sola en una enfermería enorme con paredes de piedra y techos altos. Las puertas se abrieron repentinamente y entró el Profesor Dumbledore.

-America, necesito que me digas que sientes.

-Todo me duele- mi voz apenas era un susurro, grave y rasposo- siento que me está quemando por dentro.

Las puertas volvieron a abrirse y entró una mujer vestida con una toga verde esmeralda y un sombrero alto del mismo color.

-¿Albus, qué es lo que tiene?- preguntó la mujer, su preocupación parecía sincera y me conmovió.

-Es el fénix Minerva- no lograba entender de que hablaban y quería preguntar pero... No tenía voz. Intenté gritar pero no podía, comencé a patalear y mover mis brazos pero no funcionaba, no podía moverme. Me sentía impotente, débil, furiosa conmigo misma. De un momento a otro perdí la vista, todo era una oscuridad profunda, las lágrimas que derramaba solo quemaban mi piel. Todos mis gritos se evaporaban en mi garganta antes de salir. Sentía como quemaba las manos de alguien cada vez que intentaban tocarme, me levantaron de la cama y pude ver luces naranjas como el fuego y destellos blancos que emanaban de mi cuerpo. Solo quería que parara. Sentí un frío recorrer mi cuerpo y mi corazón dio un vuelco.

El Linaje RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora