Capítulo 13 "Lo lamento"

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Capítulo anterior...

No los quiero perder, no a ustedes- los dos me miraron con ojos llenos de dolor y ternura como si fuera un cachorrito.

-Oh Mer- Dijo George - Jamás nos vamos a alejar de ti- esta vez fue Fred quien habló- Te amamos Mer- dijeron al unísono.
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-Tengo miedo...-  terror, eso es lo que sentía. Sin Fred y George estaría sola; no podía estar con Cedric y los demás me abandonaron al igual que mis hermanas.

-No deberías de, estás con nosotros y te protegeremos de cualquier mal- George acariciaba mi cabello mientras que Fred hacía lo mismo con mi mano.

-¿Cómo pueden protegerme de mi misma?- mis lágrimas seguían junto con el ardor y dolor que provocaban, mis ojos bajaron a mis piernas, no tenía el valor para mirarlos a los ojos.

-Mer...- los dos gemelos hablaron- ¿De qué estás hablando?- preguntó Fred- ayúdanos a entenderte.

-Sino no podremos ayudarte Mer- George tomó mi barbilla e hizo que lo viese a los ojos-por favor.

Entre sollozos les dije todo; de quien soy hija, mis poderes, los de mis hermanas, cómo Harry descubrió todo y la manera en la que me trató por mi verdadero apellido. Sus rostros estuvieron inmóviles durante todo momento, cuando acabé no sabía que dirían, solo sabía que no quería perder a alguien más y menos a ellos, no sabía por qué ellos eran mucho más que todos los demás. El silencio era asfixiante, mi mirada volvió a bajar y comencé a llorar fuertemente hasta que pude ver sus siluetas hincadas en frente mío.

-Mer- ambos entrelazaron una de sus manos con las mías- escúchanos bien... Nada, ni siquiera el hecho de que seas la hija de ya sabes quien va a cambiar el hecho de que te amamos, o que nuestro hermano no te hable- la voz de George me reconfortó como nunca nadie lo había hecho, Fred colocó su mano en mi mejilla limpiando las lágrimas antes de que cayeran a mis muslos.

-Mer nosotros te adoramos, nunca te vamos a dejar de querer ¿Entiendes?- solo asentí, mi garganta estaba cansada y se sentía demasiado rasposa para hablar. Los gemelos me abrazaron hasta que paré de llorar- creo que es hora de irnos- de nuevo solo asentí. Pero lo cierto es que no quería irme, no los quería dejar y mucho menos subir para que Hermione se despertara y me viera en este estado y al parecer esos dos pelirrojos lo notaron.

-Mer ¿Quieres quedarte con nosotros?- preguntaron sonrojados- claro que no haríamos nada ¿Verdad George? - Fred trató de ocultar sus mejillas mirando hacia abajo- por supuesto que no Fred- su comportamiento me causó mucha gracia y no pude evitar reírme levemente.

-Sí me gustaría, gracias chicos- los dos me ayudaron a subir y Fred abrió la puerta como todo un caballero.

En su habitación había un chico más, quien yo desconocía, pero estaba profundamente dormido.

Fred y George no sabían que hacer, las camas no eran muy grandes como para dos personas. Al final dormí al lado de George mientras Fred tomaba mi mano desde su cama y cada cierto momento la apretaba o la acariciaba con su pulgar.

Yo estaba más despierta que nunca. Mi mente me decía que no era por dormir con los gemelos, sino porque ahora eran mis máximos confidentes: mis mejores amigos. Notaba como Fred, con quien compartía cama, estaba incómodo así que decidí marcharme a mi habitación. Crucé el pasillo hacia la torre de las chicas y subí un tramo de escaleras hasta encontrarme con una escena que rompió mi corazón. Herms se encontraba dormida en el pasillo. Me agaché y como pude la cargué hasta que oí una voz.

-No la toques Riddle- no por favor no. Ron me observaba con odio y asco.

-Ron...- no llores, no llores, no les des ese gusto, no dejes que te vea en ese estado.

-¿No me oyes? Te dije que no la tocaras, suéltala-.

-¿Y por qué tengo que escucharte a ti?- su cara demostraba más enojo del que me imaginaba ver -Herms es mi amiga... se suponía que tu también y Harry. Pero ya veo que no es así ¿Acaso es tan importante un apellido?

-Sí- su mirada se detenía en mis manos que en ese momento estaban sosteniendo a Hermione.

-Ron yo nunca te juzgué- sus ojos no se movían, como si estuviese esperando a que hiriera a Herms- si tu no puedes confiar en mí ese es tu problema, pero lo que pase entre Herms y yo no es asunto tuyo- me volteé y caminé hacia la puerta.

-¡Suéltala! ¿A dónde la llevas?- sacó su varita.

-¡Estúpido la llevo a nuestra habitación! Ahora lárgate antes de que le diga a McGonagall que estás en la torre de chicas- dios si que pesa, si Ron no me deja entrar rápido mis ya cansados brazos van a ser forzados a soltar a Herms. Por fin Ron me dio una última mirada de odio y se dio media vuelta- ¡buenas noches Ron! Que sueñes con una hermosa maldición prohibida dicen que a veces los sueños son premoniciones -le sonreí maquiavélicamente y él volteó a verme con una cara de espanto y corrió. Yo no pude evitar que una pequeña carcajada saliera de mi garganta y tampoco alguien más. Sentí como su cuerpo temblaba en mis brazos. Por fin llegué al lado de su cama y la solté sin delicadeza.

-¡Hey!

-Si estabas despierta desde el principio me hubieses dicho pesas como 100 kg- le dije actuando como si me desmayase en mi cama.

-¡No peso 100 kg!

- ¿Cuándo fue la última vez que te pesaste?- recibí un almohadazo después de eso- hmm... entonces supongo que me odias.

- ¿Bromeas? Mer si hay alguien que ha sufrido a causa de prejuicios soy yo. Soportar que me digan sangre sucia a diario es algo que puedo comparar con tu situación, mis padres no definen lo que soy, si lo hicieran entonces no tendría magia. Y yo sé que tu padre, no importa que sea el mismísimo Señor Tenebroso no define quien eres tú- Herms me sonrió y me dio un fuerte abrazo- ahora vamos a dormir, mañana será un gran día.

Por fin me acosté pero no pude evitar derramar unas pequeñas lágrimas de felicidad y tristeza; por Herms y Ron.

El Linaje RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora