Capítulo 11 "No lo hagas"

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Harry y yo entramos a la oficina de Dumbledore, él levantó la mirada y nos sonrió.

-Ya pueden quitarse la capa Harry, America- no comprendí como supo que éramos nosotros, tal vez sabe que Harry tiene la capa, ¿Pero yo? Harry tiró la capa al suelo y automáticamente se tapó los ojos ya que la luz que emanaba mi cuerpo era muy fuerte.

-Hmm, supongo que Harry ya sabe- dice el Prof. Dumbledore entrecerrando sus ojos.

-Ehm, no exactamente, pero se lo voy a contar más tarde- Harry asintió muy seguro.

-Bueno, el brillo debió de ser ocasionado por una sensación muy fuerte ¿Pasó algo?- preguntó Dumbledore, yo me sonrojé y la luz aumentó.

El Prof. soltó una risita- Supongo que sí, sino me equivoco hoy era su cita con el Sr. Diggory.

-Ehm, sí, pero solo fue un beso no fue nada- dije nerviosa excusándome de toda sospecha.

-Pues supongo que debes de quererlo mucho, ya que no es muy fácil hacer que un fénix brille de la nada- lo miré extrañada, preguntándole con la mirada a que se refería- Los fénix se guían por sus emociones, por supuesto que también por su sentido común, pero se inclinan más por los sentimientos que le tienen a sus seres queridos.

-Espere espere, está diciendo que America es un fénix- Harry volteó a verme extrañado- porque yo no le veo el pico, alas, ni garras, y claramente no está cubierta de plumas.

Yo comencé a reírme, el Prof. Dumbledore solo le sonrió- Gracias por dejar en claro Harry, que no luzco como un pájaro, ya comenzaba a preocuparme- Harry me miró mal- tranquilo, te explico- le dije colocando mi mano en su hombro- pero antes, Prof. ¿Cómo dejo de brillar?

-Oh claro, espere un momento- Dumbledore tomó su varita e hizo un hechizo no verbal, inmediatamente agua helada cayó sobre mi cabeza, yo no pude evitar soltar un grito agudo. Phoex voló hacia mi y se colocó en mi hombro. Le sonreí y le acaricie las plumas y el pico, tiritando de frío.

-Harry, creo que deberías llevar a America a la sala común y acercarla mucho a la chimenea, lo lamento America, pero es la única forma hasta que logres controlarlo.

-C-claro- contesté seguía tiritando y me sentía débil.

Harry tomó la capa en su brazo y con su otro brazo me ayudaba a caminar. Cuando por fin llegamos a la sala común Harry me sentó en el sillón más cercano a la chimenea, la encendió con su varita y me dio varias mantas. Yo me excusé para cambiarme. Me puse un suéter grueso y unos pantalones de pijama. Harry me esperaba en un sillón, me acosté junto a él y comencé a contarle todo. Le expliqué desde mi incidente hasta el asunto de nuestro confinamiento en aquella mansión. Harry no  me interrumpió ni una sola vez, él habló hasta que dije la última palabra.

-Entonces...- no podía descifrar sus expresiones, no sabía que pensaba y eso me ponía de nervios- todo esto es muy confuso ¿Eres hija de Voldemort?

-Ehm, eso parece. Te juro que yo no lo sabía, yo sé que es demasiado pedir que me trates como antes pero...-las lágrimas se acumulaban en mis ojos como gotas de lluvia y yo hacía lo posible para retenerlas- necesito a alguien. No puedo estar sola en esto Harry. Y... Tú eres mi mejor amigo- una lágrima se deslizó por mi mejilla y las demás la siguieron- no puedo Harry, no me dejes sola, por favor, solo no lo hagas.

-America- Harry me abrazó. Yo me aferré a él tan fuerte como pude, pero en el fondo sabía que de nada servía usar mi fuerza. Él me soltó y me miró a los ojos- es demasiado, mi cabeza da vueltas. Tengo que pensarlo.

-Cl-claro- dije tratando de silenciar mis sollozos- lo entiendo- Me levanté y corrí a mi cuarto.

Ya eran las 6 de la tarde y todos habían regresado de Hogsmeade. Hermione y Ron intentaron hablarme, pero se rindieron después de una hora. Dieron las 8 cuando tocaron la puerta. No hice ningún esfuerzo por levantarme, hasta que me di cuenta que abrieron la puerta. Solté un suspiro ¿Por qué no me pueden dejar sola?

-America- logré escuchar la voz de Cedric a través de mis almohadas, pero lo ignoré- Por favor háblame, no soporto verte así. Permanecí en silencio absoluto. Sentí mi cama hundirse a mi lado y una mano en mi hombro- Por favor Mer.

Cedric se fue al cabo de unos minutos. Sin embargo luego de media hora me di cuenta que no me dejarían tranquila. La puerta se abrió y esa fue la gota que derramó el vaso.

-¡Ya váyanse! ¡¿No entienden que no quiero ver a nadie?!- al momento de gritar eso, aquella persona removió las sábanas y me di cuenta que no era una, eran dos. Aquellos pelirrojos me abrazaban y en ese momento sentí que eran lo único evitando que me derrumbara.

-Mer...- dijo uno de ellos, no ver sus ojos provocaba que confundiera quien de ellos era Fred o George.

-No hablen, por favor. Solo quédense- les dije, no sé en que momento pero me dormí profundamente en los brazos de los gemelos.

Desperté, me sentía débil, esto era demasiado. ¿Y si nunca puedo tener a alguien, alguien a quien abrazar, compartir momentos con aquella persona? Abrí mis ojos y me encontré con dos cabezas naranjas.

¿Si los tengo a ellos, a Herms, Cedric, Ron, que tan mala puede ser mi vida?

Fred y George bostezaron al mismo tiempo, no entiendo como pueden hacer eso. En fin, abrieron los ojos y se dieron cuenta de mi presencia.

-Mer, perdón que te lo diga, pero te ves horrible.

-Muchas gracias George, a las chicas nos encanta que nos digan eso- le dije sonriendo. Me levanté y me miré en el espejo. Me veía del asco.

-Oh dios- mi aspecto era deprimente- George tienes razón me veo horrible.

-Pero horriblemente tierna- Me sonrió de una manera indescriptible- pero sigues estando horrible- los dos se rieron y yo me reí sarcásticamente.

¿Quién necesita novio, cuando tienes amigos como ellos?

El Linaje RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora