𝕕𝕠𝕤

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Ha pasado una semana, desde el día en el café cuando conocí al señor Valentín, una semana desde que no me ha llamado, me estaba empezando a desesperar.

Hoy era domingo, por lo tanto no me tocaba trabajar, estaba en mi pieza, en mi cama, mirando el techo mientras pensaba ¿Será que si veía un potencial en mí? ¿O solo lo hizo para librarse de mí?, muchas preguntas negativas como esas recorrían mi mente.

También pensé que si en realidad funcionara todo esto y me hiciera "famosa", ¿qué pasaría con las críticas de la gente?, porque se que siempre van a estar presente ese tipo de cosas, entonces no se si podría sobrellevarlo, pues yo desde siempre he sido una persona muy sensible, literal si un familiar me habla mal, lo sobre pienso y me siento mal, como si fuera una niña pequeña.

Aunque también era una persona de bastante carácter, cuando me lo proponía, no me dejaba de cualquiera.

Me dije basta, tenía que parar de sobre pensar tanto, parecía una niña, entonces me pare de golpe cuando empezó a sonar el teléfono(que estaba en el piso de abajo), lo tenía que atender sí o sí, pues no había nadie en casa, mamá y Fran fueron con la juli al supermercado y yo me quedé acá "descansando" de una semana agotadora.

Baje rápidamente las escaleras, casi me caigo, tenía la esperanza de que fuera el señor Valentín, esta semana casi no me despegue del teléfono, pues estaba muy ilusionada con la idea de que el señor Valentín llamará, cuando lo tome en mis manos, atendí.

─ Hola, ¿con quién hablo? ─ Pregunté, después se hicieron unos segundos de silencio y cuando iba a hablar de nuevo para romper el silencio, la persona en la otra línea hablo finalmente.

─ Hola, ¿hablo con Isabel? ─

─ Si, la misma, ¿Quién es usted, disculpe? ─

─ Soy Valentín, el señor del café ¿Se acuerda de mí? ─ Dijo, el escuchar eso, me causo una felicidad inmensa, por fin me llamó, pense que nunca lo haría.

─ Claro señor Valentín, discúlpeme, no reconocí su voz. ─ Dije.

─ Esta bien, querida, no hay problema, te llamaba para citarte y poder hablar personalmente de lo que nos interesa principalmente. ─

─ Ya, pero ¿cuando sería? ─ Cuestioné curiosa.

─ Hoy día, la llamo para saber si está desocupada. ─

Me tomo un poco desprevenida, pero voy aceptar igual, de todos modos no tengo nada que hacer y me emociona mucho saber que me dirá, es una oportunidad que no puedo dejar pasar.

─ Si, si estoy desocupada. ─ Dije rápidamente.

─ Excelente, nos podemos ver cerca de el café donde trabajas, ¿Te parece? ─ Propuso.

─ Si, obvio, muchas gracias por la oportunidad, señor Valentín. ─

─ De nada señorita, en verdad no agradezca tanto, yo de verdad veo un potencial en usted. ─

─ Con más razón debo agradecerle por ver algo en mí. ─ En verdad estaba agradecida, no cualquiera es tan arriesgado y generoso como el.

─ Acepto sus agradecimientos entonces, bueno, debo colgar, nos vemos en 2 horas más o menos, adiós. ─ Se despidió y colgó.

Yo empecé a saltar y festejar como si de una niña pequeña se tratase, estaba muy feliz, no había sentido tanta felicidad desde que era una niña y me dieron un reconocimiento por primera vez en el colegio.

Estuve un rato procesando ese suceso, luego de ese mini festejo, subí a mi pieza para empezar a buscar la ropa y bañarme, pues sí, era una persona que se tenía que arreglar con tiempo de anticipación porque si no llegaría tarde todo el tiempo, y eso jamás, yo soy una persona puntual, y más en esta situación.

 𝐚 𝐦𝐞𝐫𝐜𝐞𝐝 ; gustavo ceratiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora