𝕤𝕖𝕚𝕤

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Después de merendar, estábamos regresando al estudio y en el camino de regreso aprovechamos para conversar, puesto que el estudio no quedaba tan lejos ni tan cerca de la cafetería.

─ ¿Y vos de que parte de Chile sos? ─ Pregunta Gustavo con curiosidad.

─ Yo soy de Viña del mar. ─ Respondí.

─ Oh, Viña es bastante lindo, yo estuve en el festival hace dos años. ─ Dijo.

─ Si, yo lo ví por la tele. ─ Agregue.

─ ¿Y que te pareció? ─ Me preguntó.

─ Bien, bien, dejaron la embarra, en el buen sentido claramente. ─ Aclaré.

Gustavo soltó una leve risita y habló. ─ Si, el festival nos abrió muchas puertas, fue una experiencia muy linda e inolvidable. ─

─ Claro, me imagino, me acuerdo que el público estaba loco con ustedes. ─ Dije.

─ Si... ─ Se tomó una pausa antes de hablar de nuevo. ─ Yo creo que algún día vos te subirás al escenario de la quinta, confío en eso. ─ Dijo eso, y me causo mucha ternura su confianza en mí.

Cuando el dijo eso se me vinieron a la mente algunos recuerdos de cuando yo aún estaba en el colegio y hacía la cimarra, osea que en vez de irme al colegio, me desviaba y me iba a la quinta, me subía al escenario y empezaba a cantar o a tararear imaginándome que era una cantante exitosa y así, cosas de cabra chica.

Apreciaba las palabras de Gustavo y la fé que el depositaba en mí, significa mucho para mí, el apenas me conoce y está depositando toda esa confianza en mí, así como Valentín, el cree que tengo mucho potencial para esto.

─ Gracias por la fé que me tienes, yo también espero eso. ─ Dije agradecida.

El simplemente me sonrió cálidamente y seguimos hablando un par de minutos hasta que llegamos al estudio.

Inmediatamente nos pusimos a trabajar y el siguió enseñándome varías cosas, agarre más confianza y pude sentir que el también lo hizo.

─ Che, Isabel. ─ Me llamo Gustavo.

─ Diga. ─

─ ¿Podés mostrarme la libreta dónde haces tus composiciones? ─ Pregunto.

─ Em, si está bien, déjame buscarla. ─ Le dije para luego pararme de la silla y empezar a buscar en mi bolso.

Cuando la encontré, se la entregué y el la recibió gustoso, parecía curioso de lo que podría ver en esa libreta.

─ ¿Puedo ver todo? ─ Cuestionó Gustavo.

─ Si, si. ─ Dije tranquilamente, pero por dentro estaba muriendo, osea va a leer mis composiciones, va a leer mi vida básicamente, que miedo.

─ Bueno. ─ Dijo el, y empezó a hojear toda la libreta, de vez en cuando sentía su mirada algo intensa en mí.

Y claro que me iba a mirar así, si básicamente me está leyendo la vida, como un resumen, me expuse totalmente dándole la libreta.

Bueno ya que, no se la iba a negar tampoco, ni modo.

Yo estaba haciendo una especie de base para algunas canciones, con un teclado.

Después de un rato, bastante largo, el terminó de leerlo todo, me acerque a el cuando ví que había terminado.

─ ¿Y, qué te pareció? ─ Pregunté un poco nerviosa.

─ Está muy copado, definitivamente tenés talento, Isabel. ─ Respondió ante mi pregunta.

 𝐚 𝐦𝐞𝐫𝐜𝐞𝐝 ; gustavo ceratiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora