𝕕𝕠𝕔𝕖

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*4 meses después*

Pasaron varias semanas más, y aunque el ritmo de la gira de Gustavo no disminuía, tampoco lo hacía nuestra comunicación.

Cada noche, luego de sus conciertos, seguimos hablando durante horas. A veces, la distancia se sentía más presente que nunca, pero sus palabras, su atención y la manera en que me escuchaba me hacían sentir cerca de él, como si estuviéramos juntos, aunque estuviéramos separados por miles de kilómetros.

Hace poco, una noche, después de un concierto particularmente intenso en Lima, Gustavo me llamó, pero esta vez había algo diferente en su voz.

Había una mezcla de cansancio y sinceridad que no había percibido antes, me contó cómo había sido el concierto, cómo la energía del público lo había envuelto, pero luego, su voz bajó un poco cuando dijo:

─ He estado pensando mucho en nosotros, en lo que tenemos y en lo que podría ser. ─ Dijo lentamente, en un tono de voz suave y algo cuidadoso.

Mi corazón dio un vuelco, no estaba segura de hacia dónde se dirigía la conversación, pero lo dejé hablar.

─ Sé que a veces parece que todo es un juego, que solo somos amigos que se divierten y ya, pero para mí, esto es más que eso. ─ Confesó Gustavo. ─ Te extraño más de lo que debería, y me doy cuenta de que ya no puedo seguir negando lo que siento por vos.

Sentí una mezcla de alivio y ansiedad, finalmente, ambos estábamos reconociendo lo que había estado flotando entre nosotros durante todo este tiempo.

─ Gustavo... yo también he estado sintiendo lo mismo, no quiero que esto sea solo algo pasajero, quiero ver a dónde podemos llegar, si tú también querí. ─ Le dije, con nervios y casi sin aliento, por la emoción.

Hubo un silencio breve, pero denso, antes de que él respondiera.

─ Obvio que quiero, pero sé que no va a ser fácil, mi vida es un quilombo, siempre de acá para allá, y no quiero que eso te lastime, pero si estás dispuesta a intentarlo, yo también lo estoy.

Esa noche decidimos que vamos a intentar hacer que funcione, sin importar las dificultades, sabíamos que la distancia y sus compromisos harían todo más complicado, pero también sabíamos que no queríamos perder lo que habíamos encontrado en el otro, nos prometimos sinceridad y paciencia.

Los días que siguieron a esa conversación fueron una montaña rusa de emociones, sentía una mezcla de felicidad y temor, pero cada vez que hablaba con Gustavo, esas dudas se desvanecían un poco más.

Sentía que nuestro vínculo se fortalecía, y aunque había momentos de incertidumbre, ambos sabíamos que estábamos en este "viaje" juntos.

Y así, entre conciertos, llamadas nocturnas y mensajes durante el día, nuestra relación fue creciendo, todavía no sabía qué nos deparaba el futuro, pero por primera vez en mucho tiempo, sentía que estaba exactamente donde debía estar: con Gustavo, compartiendo nuestros sueños y construyendo algo que, aunque incierto, se sentía auténtico y real.

A pesar de todo, debo admitir que todavía tengo mis dudas. Gustavo es un buen hombre, tiene muchas cualidades que admiro, pero su fama de mujeriego no es fácil de ignorar, porque ser Gustavo Cerati, el líder de Soda Stereo, le abre muchas puertas, le da un alcance y unas opciones que la mayoría de los hombres ni siquiera podrían imaginar.

Pero ya, tampoco me voy a negar todo lo bueno que me está pasando, no voy a dejar que la inseguridad o el miedo se apoderen de mí y hagan que me pierda de algo que yo quiero, no, primero muerta, siempre me prometí vivir mi vida al 100% y no negarme nada, bueno, eso voy a hacer.

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⏰ Última actualización: Sep 08 ⏰

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 𝐚 𝐦𝐞𝐫𝐜𝐞𝐝 ; gustavo ceratiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora