Vaya Rebote

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De todas las dimensiones en las que tenías que estar, habías caminado en una donde los drones,  fuertemente blindados parecían ser algo normal. Todos ellos creados por El Duende Verde. En este universo, se había vuelto lo peor y, para consternación y temor de todos ustedes, la anomalía El Buitre, esta vez mecanizado, se había colado y ahora se estaba apoderando de los drones.

—Necesitamos movernos ahora.

—¡¿Cómo se supone que vamos a caber en esto?!

—¿Recuérdame otra vez por qué estás aquí?— Miguel suspiró exasperado, ya pellizcándose la nariz, sintiendo que el dolor de cabeza se intensificaba.

—Es lo que menos llama la atención que pude encontrar. ¿Sirve o no?— Hobie refunfuñó mientras fruncía los labios.

—Nos estamos exponiendo demasiado aquí, los drones podrían aparecer en cualquier momento— Gwen habló y Miles se encogió de hombros.

Un completo desastre.

—¡Está bien! Ya. Calmémonos.— tu voz fuerte, y todos escucharon.

—Tenemos que atrapar al Buitre. Esta dimensión tiene autos terrestres y flotantes, Vulture no mira la tecnología antigua. Así que estamos a salvo aquí. Pav, ve a la ventana.

—¿Qué? No. Yo quiero la ventana— murmuró Gwen y entró primero en el asiento trasero, Miles la siguió.

Adolescentes .

Tu mente murmuró.

—¡La tensión está aumentando! No puedo ser un mal tercio, así que voy a ir al frente con Hobie.

Pavitr cantó mientras cerraba de golpe la puerta del coche y se abrochaba el cinturón de seguridad, dejándote con un nuevo dilema.

—Mierda.— Suspiraste mientras Hobie se abrochaba el cinturón de seguridad y tocaba la bocina.

—Si si, ya te escuché.

Miguel entró primero, lo que hizo que Miles retrocediera un poco más hacia Gwen.

—¿Qué esperas? ¡Muévete!

El auto era tan pequeño que apenas contenía su cuerpo, una mano grande tiraba de ti. Estabas sentada en su regazo.

Mierda. El calor que irradiaba su cuerpo era lo primero que se podía sentir, a lo largo de su porte musculoso. Te sentías como una muñeca de trapo en un estante. A medida que Hobie aceleraba, no podías evitar chocar contra el pecho de Miguel.

—¡¿Sabes siquiera cómo conducir esta cosa?!— Miguel gritó mientras Hobie saltó un par de baches y tumultos. Sucedió en cámara lenta, cuando la rueda intentó conectarse con el piso, la gravedad te levantó y por un segundo sentiste la ingle de Miguel haciendo contacto con tu entrepierna, su cuerpo casi envolviéndote por completo.

Él había recibido el primer impacto por ti. Y cuando la gravedad aplicó su fuerza a todos, no pudiste evitar jadear cuando tu trasero se sentó completamente encima de Miguel.

—¡Hobie, cuidado con los otros autos!

Si intentabas ser sutil, estabas fallando estrepitosamente mientras Hobie conducía en sentido contrario a las agujas del reloj a través de los autos, ganándose una serie de bocinazos agresivos. Te tambaleaste hacia la izquierda, hacia la derecha, y rebotaste mucho más de lo que pensabas.

No sabías si sentir náuseas o calor por todo el roce que los golpes habían causado entre Miguel y tú. Una de sus manos se enroscó alrededor de tu cintura para mantenerte quieta.

—Basta.— Siseó en tu oído, a pesar del ruido a tu alrededor, podías escucharlo perfectamente. Había una cierta falta de aliento en ello. Casi molesto y ronco.

Otro rebote, tus mejillas se calentaron.

—¡CAMIÓN ADELANTE!— Pavitr gritó y Hobie giró el coche hacia la derecha. Toda tu retaguardia también lo hizo encima de Miguel. Su agarre se apretó y saltaste cuando sus garras se hundieron en tu carne. Se estaba conectando a tierra para evitar gruñir demasiado fuerte.

Miles y Gwen no se sentían incómodos con la proximidad forzada en la que Hobie los había metido a todos. Pavitr divagaba tal cual narrador emocionado, Hobie estaba demasiado concentrado en la carretera, evitando los autos que se aproximaban para realmente preocuparse por lo que tú y Miguel parecían estar haciendo.

El viaje terminaría en las afueras de un almacén, fuiste la primera en bajar.

—¿Usaremos el coche para regresar?

—Eso creo. Debemos acomodarnos bien si queremos mantenernos fuera del radar.

—Pav, creo que es hora de que-

—No. Te quedarás atrás.—Las palabras de Miguel fueron finales. 

Te quedarías en el asiento de atrás, sobre él. 

Miguel O'Hara Oneshots & DrabblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora