Maravillosa

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Pedido: Por favor, por favor, haz un Miguel x lectora embarazada. Me encanta un futuro padre sobreprotector :) ¿Tal vez la lectora se sienta insegura sobre su cuerpo cambiante cuando nota que otras mujeres miran a su hombre y se pregunta si él la seguirá encontrando atractiva después del embarazo?

No sientes lo suficiente para Miguel. Él te demuestra que estás equivocada.

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Estar con alguien como Miguel no era nada fácil. Empezaron como compañeros de trabajo en Alchemax, que poco a poco se fueron convirtiendo en amigos, pequeñas bromas aquí y allá, un poco más de confianza y la línea de amistad se fue difuminando cada vez más, hasta que, ¡ups!, la atracción tomó la delantera hasta que el amor se asentó entre ambos.

Y ahora, un par de años después, aquí estabas, frotando con las yemas de tus dedos y masajeando suavemente la parte superior de tu vientre redondo y embarazado.

Miguel se puso como un loco feliz cuando le dijiste que estabas embarazada. Pero ese también había sido el inicio de una etapa que nunca antes le habías visto. La sobreprotección. Si querías ponerte tus pantuflas, él se inclinaba y te las ponía para evitar que te flexionaras demasiado. Siempre se ponía detrás de ti cuando bajabas las escaleras y hacía cualquier cosa para facilitarte el embarazo.

Aunque su sobreprotección podía ser un poco molesta a veces, tenía más beneficios que otra cosa. ¿Te dolían los pies? Él te traía algunos aceites calmantes y te los masajeaba. ¿Te despertabas con ganas de algo? Él se despertaba y conducía y no se atrevía a volver hasta conseguirte lo que ansiabas. ¿Dolores de espalda? Nada de eso, ya que él era tu propio proveedor de calor personal.

El hombre te amaba, eso era muy cierto.

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Mientras caminabas por las calles de la mano con él, era inevitable no notar las miradas hambrientas que algunas mujeres le lanzaban, luego te miraban y se burlaban en una mueca sutil.

Miguel estaba tan absorto en sus pensamientos que no se dio cuenta de los cambios de humor que tenías. La timidez en tu apariencia se hundía más en tu cabeza.

—¿Podemos... podemos irnos a casa? —Te detuviste y él te miró con curiosidad.

—¿Pensé que querías probar el lugar?

Sacudiendo la cabeza, lo apartaste. Los ojos escrutadores se volvieron más agudos a tu alrededor. El corazón te latía más rápido y algunas risas ocultas te miraban. Tenías que irte, tu cabeza estaba dando vueltas en un tornado cruel de dudas y pensamientos despectivos. Una mano lo apretó con fuerza.

—¿Quieres pedir comida a domicilio?

Negaste con la cabeza.

—Me siento un poco cansada, es todo.— Por supuesto que notaría el pequeño quiebre en tu voz.

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Te miraste al espejo, desnuda. Tenías los pies hinchados, kilos de más que se habían asentado en tus caderas, la parte interna de tus muslos y brazos. Una espalda más ancha. Estrías en todos los lugares que alcanzabas a ver. Manchas oscuras en ciertas zonas, rostro hinchado y un pecho que no ofrecía precisamente mucha vitalidad.

Desagradable

Tu mente gimió.

¿Cómo podría mirarte y no sentir repulsión ?

No. Él te amaba, ¿verdad?

Él podría conseguir otra mujer una vez que le hayas dado lo que quiere.

Miguel O'Hara Oneshots & DrabblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora