CAPÍTULO 2: PIENSA EN MÍ.

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- Gracias, - dijo ella, mientras se acercaba a él buscando refugio.

- ¡No es nada!, fijate que ha empezado a llover fuerte de repente.- Respondío con voz baja y temblorosa. - ¿Vamos a la entrada de la disco?. -Preguntó, cayendo en la cuenta, que porqué iba a querer ir con él , si un momento antes estaba parada , ahí en medio de la nada, como si buscara a alguien.

- Vale,- le respondió mientras se pasaba cabello por detrás de su oreja, - esperaba a una persona, pero tardaba demasiado y me estaba preocupando, así que lo mejor será que me busque dentro ,cuando llegue donde quiera que esté. - Le contestaba en voz alta porque la lluvia no permitía comunicarse de otra forma.

Se miraron fijamente , y Gorka le esquivó asustadizo la mirada. No había duda que había llorado, pero relucía igual de bien.
Estaban parados en medio de la lluvia y no sabía que hacer ni decir.
Pensaba que estaría bien agarrarla del brazo o cogerla de la mano para que no se cayera, pero estaba completamente bloqueado, aunque sus amigos hubieran cambiado esa palabra por acojonado. Se le ocurrió decir con voz tímida:

- Ok. Vamos!, pero ten cuidado que con la lluvia el albero resbala.

- ¿Te importa que me agarre a tí, hasta que lleguemos?,- no era una pregunta, porque ya se estaba agarrando a su brazo, - por cierto, bonito color de paraguas,- añadió sonriendo.

- Ok.- respondió él , mientras sonreían los dos, llevándose Gorka la mano a la nuca- .No debió haber cogido nunca el paraguas de su hermana, pensaba maldiciendo, aunque le gustaba que le hubiera sonreído...sin duda, era la chica más hermosa con la que había hablado.

Empezaron a caminar y recorrer el camino recto que les llevaría hacia la entrada de la discoteca. Por los dos lados de ellos corrían todos aquellos que no llevaban paraguas, buscando como energúmenos la discoteca, como un oasis en un desierto.

No se veía casi nada, solo se escuchaba el griterío de los que huían de la lluvia.
Durante el lento caminar, Gorka estaba tenso, era la primera vez que una chica se le agarraba del brazo y mira que llevaba dos cursos sentado con Vanesa, pero esta situación le superaba.

- Me suena tu cara,- le habló ella, rompiendo el silencio,- seguro que te conozco de algo,- añadió-, ¿eres del Instituto Gustavo Adolfo Becker?, -preguntó, mientras le agarraba aún más fuerte, y mirándole mientras caminaba, insistió, - es que me parece y estoy segura que te he visto antes. Debes de ser de esos chicos que tienen una cara común.

- Sí, soy de allí , - bastante que le respondió, no le salían las palabras y sí que le había visto antes, justamente esa misma mañana en los recreativos, pero obviamente se lo guardó para sus adentros -. Igual hasta nos hemos cruzado en la cafetería en la hora del desayuno, porque todos vamos allí... -respondió, pero al mirarla, apenas pudo aguantarle su mirada un instante.

Ella afirmó moviendo su cabeza suavemente de arriba abajo y siguieron caminando.

Empezaba a llover con viento y Gorka había elegido volcar todo el paraguas hacia ella, para cubrirle, prefería mojarse él, aunque le pusiera nervioso que no dejara ni parara de mirarlo constantemente.

Estaban a unos metros, se le había hecho eterno el recorrido, y ya se divisaban y escuchaban los vítores y los aplausos de los que se guarecían, bajo el techito del porche de la disco.

- ¡Venga acelera!, que somos los últimos en llegar y nos van a recibir como atletas cruzando la linea de meta... - y soltándose del brazo, empezó a trotar-.

Gorka intentó seguir su ritmo manteniendo el paraguas por encima de ella, pero tropezó y resbaló cayendo de boca a escasa distancia de los espectadores, lo que provocó risas y abucheos de los observadores.

Completamente avergonzado mientras se incorporaba manchado y mojado, una mano tendida de una chica rubia con el pelo de Marta Sánchez, con una gran sonrisa en su boca , le esperaba para ayudarlo a levantarse...

- Vamos Carl Lewis, que ya hemos llegado.- Dijo ella.- Y juntos consiguieron llegar a la puerta de la disco. Donde se pararon , y se miraron de arriba a abajo.

¡Oye!- Dijo ella en voz alta,- ¡estás hecho un asco! , pero ,no se te vaya a ocurrir a entrar para pagar sin antes decirme tu nombre.

Gorka le sonrió, mientras se miraba de arriba a abajo, estaba cortado, pero a la vez ilusionado, ninguna chica jamás le había hablado así y había comprobado que por primera vez le gustaba alguien, y antes de que Gorka le respondiera, ya nuevamente se había adelantado:

- Tengo un problema, piensa en mí - añadió- es que soy un poco impaciente, sabes, ¿ y sabes, también ... que es de mala educación no decir el nombre a una chica cuando está se lo pide?.

Está vez ya no era en voz alta, había cambiado la voz , un tono más cariñoso y sensual...

Gorka la miró, como si hubiera visto un angel, le diría su nombre hasta su dirección si se lo pidiese, al cabo de unos segundos respondió:

- Gorka, me llamó Gorka, ¿Y tú? , - preguntó curioso .

- Pués Gorka, muchas gracias por la compañía, como recompensa tendrás que escoger un regalo, hecho y precintado mentalmente por mí, elije sabiamente una de las dos letras :

A) mi nombre.
B) información privilegiada.

Reconozco que yo en esa situación hubiera elegido la A , porque darías a entender que ninguna información o cotilleo es más importante que su identidad...pero Gorka lo tenía claro:

Elijo la "B", dijo con inquietud, queríendo conocer su premio merecido.

Entonces se acercò ella a su oído y le dijo: - no te olvides que tú paraguas rosa sigue tirado ahì afuera , bajo la lluvia y algunos de estos curiosos indeseables presentes anónimos, pueden que tengan el mismo mal gusto que tú y te lo acaben robando.

Y guiñándole un ojo se girò y entró por la puerta principal de la discoteca Generador,como si flotase, enseñando un sello que tenía tatuado en su antebrazo al portero que controlaba la entrada.

Gorka volvió a bajar al albero, bajo la lluvia, por su paraguas, meditando lo que le había ocurrido, preguntándose si es que acaso tenía que darle importancia alguna a lo sucedido, pero recordó que el siguiente bus pasaría en menos de una hora y que ella valía mucho para perder el tiempo pensando en ella y era él , el que debía pensar en sí mismo... O tal vez no.

Ya con su paraguas en la mano, y su ropa manchada de un color cobrizo, se dirigió hacia el portero , sin pasar por la ventanilla, y le enseñó la entrada que horas antes le regaló Martín.

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